Belleza puramente humana
En 1969, cuando los ajedrecistas de silicio eran poco m¨¢s que un sue?o, el argentino V¨ªctor H¨¦ctor Ortiz cre¨® esta inolvidable obra de arte en una partida por correspondencia
Para disfrutar de la partida de este v¨ªdeo en todo su esplendor, se debe recordar en todo momento que se jug¨® en 1969. No exist¨ªa nada pr¨®ximo, ni remoto, a los m¨®dulos inform¨¢ticos que hoy nos se?alan al instante que el campe¨®n del mundo ha cometido un error. Su enorme belleza fue generada por V¨ªctor H¨¦ctor Ortiz, un jugador obviamente muy brillante que dej¨® el ajedrez de modo abrupto cuando estaba clasificado para el Campeonato del Mundo por correspondencia. Una obra de arte como esta, producida en el ajedrez postal, requiere an¨¢lisis muy profundos salpimentados por una tremenda creatividad e inusual amor al riesgo.
Hay una idea que recorre la partida y que sigue siendo v¨¢lida m¨¢s de medio siglo despu¨¦s, aunque con importantes matices. Ya en 1969 se sab¨ªa -quiz¨¢ sea mejor decir se intu¨ªa- que el Gambito Let¨®n era una elecci¨®n de apertura de muy alto riesgo y cient¨ªficamente err¨®nea, pero muy peligrosa en manos de jugadores muy creativos y osados. Hoy se puede seguir utilizando con esos mismos criterios¡ pero s¨®lo de vez en cuando porque los an¨¢lisis de los ajedrecistas de silicio nos distinguen ahora con toda precisi¨®n lo que es bello de lo que es bueno.