El fantasma del magnicidio persigue a Colombia
El temor a un atentado contra Petro o cualquier otro candidato no es infundado, las amenazas son reales y la historia de asesinatos a figuras pol¨ªticas es muy larga
En algunas ciudades de Colombia a las que el candidato de izquierda Gustavo Petro decide viajar all¨ª, se pide poner a los hospitales en alerta naranja. La alerta es usual en municipios cuando hay festivales o conciertos masivos porque, en caso de un accidente, los m¨¦dicos estar¨ªan listos para atender a decenas de personas. Pero es menos frecuente cuando hay un evento de campa?a, excepto cuando se trata de Gustavo Petro. El candidato de izquierda logra mover ola...
En algunas ciudades de Colombia a las que el candidato de izquierda Gustavo Petro decide viajar all¨ª, se pide poner a los hospitales en alerta naranja. La alerta es usual en municipios cuando hay festivales o conciertos masivos porque, en caso de un accidente, los m¨¦dicos estar¨ªan listos para atender a decenas de personas. Pero es menos frecuente cuando hay un evento de campa?a, excepto cuando se trata de Gustavo Petro. El candidato de izquierda logra mover olas de electores a las plazas p¨²blicas como ning¨²n otro lo hace durante esta campa?a presidencial, y eso implica riesgos por mitigar. Cuando viaja, Petro llega en una enorme caravana de autos parecida a la que tienen los presidentes ¨Cvarios carros blindados abriendo paso entre el tr¨¢fico, algunas veces acompa?ados de una ambulancia¨C y le rodean m¨¢s de una docena de guardaespaldas. En la tarima muchas veces Petro lleva un chaleco antibalas bajo la ropa, y sus escoltas vigilan cuidadosamente al p¨²blico que lo escucha. M¨¢s que un accidente inesperado, la tensi¨®n en estos eventos p¨²blicos tiene otro nombre: el miedo a un magnicidio.
¡°Uno lo piensa, cuando uno est¨¢ abajo de la tarima, o a los lados, y lo est¨¢ escuchando. Uno piensa ¡®?A qu¨¦ hora le pegan un tiro?¡¯¡±, cuenta una persona que acompa?a a Petro en la campa?a. ¡°El miedo es latente, el miedo siempre est¨¢¡±, a?ade. En febrero, cuando France 24 le pregunt¨® a Petro si tem¨ªa que lo mataran en campa?a, este dijo que ¡°el fantasma de la muerte nos acompa?a¡±. ¡°No deja de aparecer como un fogonazo¡±, dijo el candidato. ¡°Cuando me mezclo entre la multitud, cuando estoy en una tarima y hay una plaza llena, que en cualquier lugar podr¨ªa alguien disparar¡±.
Hasta ahora, afortunadamente, eso no ha ocurrido. Pero mientras aumentan sus posibilidades de ganar la presidencia tambi¨¦n aumenta el miedo a un atentado en su contra. El lunes pasado Petro anunci¨® que no viajar¨ªa a una zona del Eje Cafetero a hacer campa?a porque su equipo de seguridad hab¨ªa identificado un plan para matarlo, y el gobierno nacional se comprometi¨® a fortalecer su esquema de seguridad. Y hace poco, cuando se public¨® una encuesta que lo pon¨ªa como ganador en primera y segunda vuelta, el senador Armando Benedetti ¨C quien ha coordinado los eventos p¨²blicos de Petro¨C escribi¨® en sus redes sociales: ¡°lo ¨²nico que puede evitar que Petro se posesione como presidente es un crimen o un ¡°accidente a¨¦reo¡±.
Benedetti lanza esta opci¨®n sobre la mesa como lo hacen tambi¨¦n muchos votantes colombianos en conversaciones diarias, quieran o no al candidato de la izquierda. A diferencia de otros en la contienda, el tema de la seguridad de Gustavo Petro es un tema de debate p¨²blico. Y es un miedo que no es infundado, por distintas razones: las amenazas al candidato son reales, y la historia de los magnicidios en Colombia es muy larga.
¡°Las amenazas en Colombia s¨ª se cumplen¡±
Desde principios de marzo, Petro y otros miembros de su movimiento, Pacto Hist¨®rico, han recibido al menos cuatro panfletos amenazantes de una organizaci¨®n armada que se hace llamar ?guilas Negras. ¡°Son amenazas colectivas a unas 33 personas y la raz¨®n, en la mayor¨ªa de los casos, es que apoyan al Pacto Hist¨®rico¡±, cuenta Diego Rubiano, investigador de la Misi¨®n de Observaci¨®n Electoral en Colombia (MOE). El tercero de estos panfletos fue compartido a principios de abril en las redes sociales por Francia M¨¢rquez, f¨®rmula vicepresidencial de Petro, en el que dice que ese mes ¡°no ser¨¢ la celebraci¨®n¡± para el movimiento. Abril, dicen, ¡°ser¨¢ la muerte¡±. ¡°Desde que ocurrieron las consultas presidenciales [a mitad de marzo] tambi¨¦n inici¨® una escalada de mensajes de violencia y discriminaci¨®n en redes sociales, con temas clasistas, sexistas o racistas, sobre todo contra Francia M¨¢rquez¡±, a?ade Rubiano.
Petro, por su lado, ha contado en redes que en ocasiones no ha podido viajar a algunas zonas a hacer campa?a, como ocurri¨® en febrero cuando quer¨ªa ir a Cacarica, una zona en el pac¨ªfico Colombiano, y la empresa transportadora se neg¨® a hacerlo por miedo a su seguridad. O como ocurri¨® hace una semana, cuando no pudo viajar al Eje Cafetero.
¡°El ambiente se est¨¢ cargando, como cuando tienes rayos o truenos que te anuncian un aguacero¡±, dice a EL PA?S Cecilia Orozco, directora del noticiero independiente Noticias Uno. ¡°Hay actores p¨²blicos, personajes pol¨ªticos, hombres y mujeres de campa?as de las derechas, y algunos de la izquierda, que est¨¢n tensionando mucho el ambiente¡±, a?ade. ¡°Nadie dice que alguien manda a matar a alguien, pero estas personas s¨ª mandan un mensaje a quienes ser¨ªan capaces de matar. Si un senador o senadora, por ejemplo, habla de forma agresiva sobre un candidato, diciendo algo como ¡®le van a quitar su casita, su pensi¨®n, y ese hombre adem¨¢s ha sido guerrillero y ha matado gente¡¯, as¨ª eso no sea verdad, eso le dice a algunas bandas o grupos que usted tiene autorizaci¨®n de que lo impida¡±. (Petro, por si las dudas, es el candidato acusado de todo esto por sus enemigos).
Recientemente Orozco, que tambi¨¦n ha recibido amenazas por el periodismo independiente que lidera, fue v¨ªctima de un acto de intimidaci¨®n: su carro fue perseguido durante varias horas por una carroza f¨²nebre. El conductor de esta, presionado luego a dar explicaciones, dijo que le hab¨ªan ordenado perseguir el autom¨®vil porque iba a recoger un cad¨¢ver. Desde hace ocho a?os Orozco debe moverse por la ciudad con un esquema de protecci¨®n del gobierno. Ella, que teme un magnicidio contra Petro, tambi¨¦n cree que el ambiente es tan peligrosamente tenso que un atentado podr¨ªa ocurrir tambi¨¦n contra un ministro o un periodista. ¡°Creo que estamos jugando con fuego¡±, dice Orozco.
Pero la segunda raz¨®n por la que el miedo es tan latente no tiene que ver tanto con las condiciones de seguridad actual sino con una tr¨¢gica historia. ¡°El miedo es que en Colombia las amenazas s¨ª se cumplen¡±, dice Mar¨ªa Elvira Samper, otra reconocida periodista colombiana. ¡°El tel¨®n de fondo a este miedo es el 9 de abril¡±.
Ella se refiere al 9 de abril de 1948, el a?o en que ¡°fue asesinado el candidato que apelaba a todas las emociones, que hablaba contra el establecimiento, el que hablaba del pa¨ªs real, del pa¨ªs nacional¡±. Ese a?o, en una calle central de la capital, fue asesinado el l¨ªder liberal Jorge Eli¨¦cer Gait¨¢n, un hombre que como Petro lograba llenar masivamente las plazas p¨²blicas con promesas de cambio y que tambi¨¦n era muy temido por el establecimiento. La muerte de Gait¨¢n desat¨® lo que se conoce como el Bogotazo, enormes revueltas en la capital en las que murieron cientos de personas. ¡°A m¨ª no me matan¡±, dec¨ªa Gait¨¢n. ¡°Porque si me matan no queda piedra sobre piedra¡±.
¡°Nos hemos anestesiado con el asesinato de personas¡±, a?ade Mar¨ªa Elvira Samper. ¡°Y s¨ª, yo en este momento s¨ª siento que el ambiente est¨¢ electrizado y que s¨ª existe mucho ese temor [al atentado]. Lo he escuchado muchas veces estas semanas, esa frase de ¡®ojal¨¢ no maten a Petro, que sino esto se vuelve un desastre¡¯¡±. El miedo no es solo que maten al candidato. El miedo es tambi¨¦n a un estallido de rabia como el Bogotazo.
Samper public¨® hace unos a?os el libro 1989, un reportaje sobre la violencia a finales de los a?os ochenta. En esa d¨¦cada fueron asesinadas varias figuras p¨²blicas, de la derecha o la izquierda, pero tambi¨¦n varios candidatos que aspiraban a ganar las elecciones presidenciales de 1990. Estos, en particular, se enfrentaban abiertamente al cartel de Pablo Escobar o a las alianzas entre grupos paramilitares y grupos de seguridad del estado.
El primero de ellos fue Jaime Pardo Leal, abogado y candidato del partido de izquierda Uni¨®n Patri¨®tica, asesinado en octubre de 1987 en una carretera v¨ªa a Bogot¨¢. Despu¨¦s del asesinato de Leal, se lanz¨® en su reemplazo el senador Bernardo Jaramillo, tambi¨¦n de la Uni¨®n Patri¨®tica. Jaramillo tambi¨¦n fue asesinado, en marzo de 1990, en un aeropuerto de Bogot¨¢. Recientemente, la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz estableci¨® que militares y paramilitares asesinaron al menos 5.733 militantes de ese movimiento pol¨ªtico entre 1984 y 2016.
Otro asesinato emblem¨¢tico para esas elecciones fue el de Luis Carlos Gal¨¢n, en agosto del 1989, el carism¨¢tico l¨ªder del liberalismo que valientemente se hab¨ªa enfrentado a Pablo Escobar. Lograba llenar masivamente las plazas, como lo hace ahora Petro, y fue asesinado frente a sus seguidores en una de estas, en el municipio aleda?o a la capital llamado Soacha. Cuando iba a empezar su discurso, se ve en los videos de la ¨¦poca, una r¨¢faga de balas lo tumba al piso ante su p¨²blico.
¡°A los hombres se les puede eliminar, pero a las ideas no¡±, dec¨ªa Gal¨¢n. ¡°Y al contrario, cuando se elimina a veces a los hombres, se robustecen las ideas¡±. Sus dos hijos ¨Clos pol¨ªticos Juan Manuel y Carlos Fernando Gal¨¢n¨C resucitaron para estas elecciones el partido que desapareci¨® tras el asesinato de su padre, el Nuevo Liberalismo, e hicieron el cierre de su campa?a al Congreso en la misma plaza en la que fue asesinado su padre hace 23 a?os.
A mes y medio de las elecciones presidenciales, en abril de 1990, fue asesinado otro de los aspirantes: Carlos Pizarro, el l¨ªder del M-19, una guerrilla a la que perteneci¨® Petro y que se hab¨ªa desmovilizado poco antes de los comicios. Ese a?o compet¨ªan los exguerrilleros como Pizarro con el movimiento Alianza Democr¨¢tica M-19. El asesinato ocurri¨® esta vez dentro de un avi¨®n que volaba de Bogot¨¢ a Barranquilla, cuando un hombre dispar¨® con una subametrallado al candidato.
Una de las personas que iba a ir con Pizarro en ese avi¨®n era Antonio Navarro, otro de los l¨ªderes pol¨ªticos del movimiento, como hace poco lo cont¨® en su libro Una asamblea que transform¨® al pa¨ªs. En este recuerda una conversaci¨®n con Pizarro en la que se preguntaron sobre ¡°qu¨¦ hacer si alguno de los dos lo mataban, y conclu¨ªmos que el otro se devolv¨ªa al monte¡±. Es decir, ante el magnicidio, la respuesta era una vez m¨¢s la guerra. Pero Navarro no volvi¨® al monte. En unas reflexiones del momento, le escribi¨® a su antiguo amigo: ¡°hermano, all¨¢ donde est¨¦s, no se pod¨ªa hacer lo que conversamos y al mismo tiempo cumplir con tu palabra de paz¡±.
Navarro reemplaz¨® a Pizarro como candidato presidencial de la Alianza Democr¨¢tica M-19, y a los pocos d¨ªas recibi¨® una amenaza que dec¨ªa ¡°Tan buena persona que era Navarro, l¨¢stima que ya est¨¢ muerto¡±. No lo mataron. Hizo, como los otros candidatos que sobrevivieron esa ¨¦poca, campa?a desde la casa y con muy poca plaza p¨²blica. Desde entonces, Colombia ha logrado convocar a elecciones presidenciales siete veces m¨¢s sin que sean asesinados sus candidatos presidenciales.
Pero s¨ª fueron asesinados, antes y despu¨¦s, un importante l¨ªder del Partido Conservador (?lvaro G¨®mez Hurtado, en 1995), un Ministro de Justicia (Rodrigo Lara Bonilla, en 1984) e incluso un querido comediante que luchaba por una salida negociada a la guerra (Jaime Garz¨®n, en 1999). A pesar de que ya no vive Pablo Escobar, y se han desmovilizado varios ej¨¦rcitos paramilitares y guerrilleros en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, Colombia a¨²n no logra cerrar completamente su historia de violencia. Y con esa historia en la espalda, el miedo a un magnicidio no ha desaparecido.
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