Por qu¨¦ el centro de Colombia se hunde
El centro colombiano logr¨® mostrarse como viable, pero no como un cambio suficientemente profundo, a ojos del electorado colombiano. Petro, mientras tanto, ha logrado ambas
Si hay un paraguas ideol¨®gico mayoritario en Colombia es el centro: un 56% de los que se declaran afines a alguna tendencia (que son los que suelen acudir a las urnas) escogen una relacionada con el centro. Hace cuatro a?os, un candidato de centro, Sergio Fajardo, se qued¨® a unos exiguos 230.000 votos de pasar a segunda vuelta. Ahora, ese mismo candidato est¨¢ bordeando la irrelevancia: del casi 24% que obtuvo entonces ha bajado al 8% seg¨²n la media de encuestas. Gustavo Petro le va ganando la batalla al centro en general, y a Fajardo por convertirse en el representante del cambio viable. Pero,...
Si hay un paraguas ideol¨®gico mayoritario en Colombia es el centro: un 56% de los que se declaran afines a alguna tendencia (que son los que suelen acudir a las urnas) escogen una relacionada con el centro. Hace cuatro a?os, un candidato de centro, Sergio Fajardo, se qued¨® a unos exiguos 230.000 votos de pasar a segunda vuelta. Ahora, ese mismo candidato est¨¢ bordeando la irrelevancia: del casi 24% que obtuvo entonces ha bajado al 8% seg¨²n la media de encuestas. Gustavo Petro le va ganando la batalla al centro en general, y a Fajardo por convertirse en el representante del cambio viable. Pero, ?c¨®mo lo ha logrado, si su posici¨®n de partida no era necesariamente ventajosa? O, m¨¢s bien: ?c¨®mo lo ha perdido el centro?
La izquierda anti-establecimiento petrista y el centro en todas sus formas llevan m¨¢s de una d¨¦cada de batalla por un espacio que es m¨¢s amplio que la suma de ambos: el de aquellos votantes que buscan un cambio viable en Colombia. Esas palabras, ¡°cambio viable¡±, se usan demasiado a menudo en pol¨ªtica como un significante vac¨ªo. Pero en este caso no lo es, sino que se define por una serie de condiciones m¨ªnimas atadas a cada una de ellas.
Comencemos por ¡°viable¡±. Esta idea se divide en dos m¨ªnimos: el de la victoria electoral, y el de un plan de pol¨ªticas verdaderamente implementable. Es decir, que quien prometa cambio debe estar en disposici¨®n de llegar a la posici¨®n de poder para empezar su proyecto, y ejercer dicho poder de manera que pueda culminarlo. El centro ha pensado desde siempre que era m¨¢s competitivo que el petrismo, y se ha empe?ado en remarcarlo, con mensajes del tipo ¡°nosotros s¨ª podemos ganar en segunda vuelta seg¨²n los escenarios que plantean las encuestas¡± y ¡°nosotros s¨ª tenemos un proyecto cre¨ªble y realizable una vez en la Casa de Nari?o¡±. Pero esos argumentos han dejado de funcionar, al menos tan bien como sol¨ªan hacerlo, o como quienes los esgrimen esperan de ellos.
El de viabilidad electoral qued¨® poco menos que aniquilado despu¨¦s de que Petro llegara a segunda vuelta en 2018 y se pusiera en un 42% del voto. Una demostraci¨®n de fuerza juzgada a todas luces por el electorado como suficiente como para coordinar voto una vez m¨¢s en torno suyo.
Y el de viabilidad y pragmatismo pol¨ªtico ha terminado por jugar en contra del centro. Para entender por qu¨¦ es necesario atender a la otra parte del sintagma: ¡°cambio¡±. ?Cu¨¢nto cambio quieren los colombianos, y en qu¨¦ ¨¢reas de manera prioritaria? Es dif¨ªcil (mucho) medir esto con puras encuestas de opini¨®n, pero al menos s¨ª podemos acotar la respuesta para descartar que el deseo sea por un cambio tranquilo y modulado, peque?o, modesto. Repasemos: casi un 60% de la ciudadan¨ªa ve la situaci¨®n econ¨®mica de su hogar como regular, mala o muy mala (?un 90% piensa lo mismo de la de todo el pa¨ªs!); una mayor¨ªa similar de j¨®venes piensa que vivir¨¢ peor que sus padres; para la pr¨¢ctica totalidad de Colombia (96%) la desigualdad entre ricos y pobres es ¡°bastante¡± o ¡°mucha¡± (86% lo piensa de la que existe entre zonas rurales y urbanas); solo un 7,3% del pa¨ªs cree que la pandemia no ha dejado un pa¨ªs m¨¢s desigual; un 79% est¨¢ ¡°poco¡± o ¡°nada¡± satisfecho con su democracia; ninguna instituci¨®n representativa recibe m¨¢s de un 25% de aprobaci¨®n. En los datos ¡®duros¡¯, el aumento de la pobreza producido durante la pandemia borr¨® a?os de mejora y a¨²n no ha remitido (de hecho, ha aumentado en zonas rurales); los homicidios han vuelto a niveles de 2015; los ni?os y ni?as han perdido casi un a?o completo de clases y eso se ha traducido en una multiplicaci¨®n por cinco de la tasa de abandono escolar fuera de zonas urbanas. Este bombardeo de cifras no es gratuito, sino que sirve para dimensionar mejor en qu¨¦ deben estar pensando los colombianos cuando consideran la palabra ¡°cambio¡±.
Un¨¢moslo a otros datos: ?recuerdan ese 56% que dec¨ªamos al principio que se ubicaban en el centro? Relativicemos y dividamos para entender mejor la composici¨®n del electorado: en realidad son un 28% del total, porque esa mayor¨ªa es solo sobre quienes declaran alguna ideolog¨ªa. Resulta que la mitad de Colombia a¨²n prefiere no ubicarse en punto alguno en la escala izquierda-derecha. A¨²n as¨ª, vale la pena decir que, preguntados por cuestiones redistributivas, una mayor¨ªa (55,2%) considera que el Estado deber¨ªa garantizar el bienestar de todos, no s¨®lo de los m¨¢s necesitados. Y solo un 13,6% del pa¨ªs piensa que el aborto deber¨ªa estar prohibido. De la misma manera, ese 28% sobre el total (56% sobre los que se ubican en la escala izquierda-derecha) se subdivide en un 12% de centro-centro, un 10% de centro-izquierda, y un 6% de centro-derecha. La izquierda pura es tambi¨¦n un 12%. Es decir: el espacio completo de la izquierda est¨¢ casi tan poblado como el del centro, y el polo de izquierda-izquierda tiene tanto poder de atracci¨®n como el centro-centro.
Todo esto para decir que parece razonable esperar que la idea de ¡°cambio viable¡± no implique ¡°cambio t¨ªmido¡±. Tampoco nada relacionado con la idea de conservadurismo: ni en su acepci¨®n ideol¨®gica, ni en la m¨¢s parsimoniosa de que nada o casi nada se modifique del statu quo. Y la manera en la que el centro en genera, y Fajardo y sus aliados en particular, han venido articulando su mensaje p¨²blico suena con demasiada frecuencia a la negaci¨®n del cambio, al ¡°eso no se puede hacer¡±, ¡°eso no es viable¡±, ¡°por ah¨ª no vamos a ning¨²n lado¡±. N¨®tese que esto es totalmente independiente del hecho de que tengan raz¨®n cuando lo dicen respecto a propuestas concretas: el hecho es que la impresi¨®n de negaci¨®n o minimizaci¨®n del cambio no coincide con el momento del pa¨ªs ni de su ciudadan¨ªa. Si la respuesta ¨²ltima es que es la ¨²nica manera de hacerlo viable, entonces el adjetivo ¡°viable¡± anula al sustantivo ¡°cambio¡± en la mente del votante que anhela que ¨¦ste suceda.
?Qu¨¦ podr¨ªa haber hecho (qu¨¦ puede hacer a¨²n) el centro, entonces? Porque quiz¨¢s la batalla de 2022 la perder¨¢, pero este es un juego que se seguir¨¢ repitiendo elecci¨®n tras elecci¨®n, local o nacional, legislativa o ejecutiva. Para empezar, situarse en el grado de intensidad de cambio deseado por el espacio del electorado colombiano que aspira a conquistar. Para seguir, ubicarse correctamente en el eje ideol¨®gico: el votante mediano pro-cambio parece estar algo m¨¢s escorado a la izquierda de lo que est¨¢n sus actuales l¨ªderes. Tambi¨¦n, atado a esto, debe elegir mejor sus mensajes en los tres asuntos centrales en los que se concreta el cambio: corrupci¨®n y elitismo, justicia econ¨®mica y social, inseguridad y violencia. Justamente los tres problemas m¨¢s mencionados por el electorado colombiano. La articulaci¨®n de propuestas claras y factibles es, en teor¨ªa, una marca distintiva del centro, pero que en la pr¨¢ctica no han sabido traducir a efectividad electoral suficiente. Probablemente porque siempre se acababa condicionado a la idea de viabilidad pol¨ªtica y electoral que implicaba esos puntos intermedios, tibios, que luego eran percibidos como ausencia de cambio. Nada de esto, es importante subrayarlo, implica renunciar a lo que en teor¨ªa es la esencia m¨ªnima definitoria del centro: pragmatismo y respeto por el pluralismo. Pero s¨ª traer¨ªa consigo una profunda reconsideraci¨®n tanto ideol¨®gica como estrat¨¦gica.
En realidad, todo esto se resume en una sola cosa: para gobernar, es posible que el centro pol¨ªtico tenga que dejar de ser el centro exacto de Colombia para convertirse en el centro del cambio que demanda la mitad del pa¨ªs. Sin esa reubicaci¨®n, urgente en realidad desde 2018, es muy posible que est¨¦ condenado a partirse en dos.
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