Los dilemas insalvables de Petro
El nuevo presidente mantiene un discurso de m¨¢ximos, pero probablemente tendr¨¢ que elegir entre atacar todos los problemas que aquejan a Colombia o mantener una coalici¨®n amplia e ideol¨®gicamente diversa
Todo gobierno democr¨¢tico pasa por el mismo ciclo desde su inicio hasta su fin: alta aprobaci¨®n expectante en los primeros d¨ªas (la de Gustavo Petro toca hoy el 70% en algunas encuestas), que se transforma en evaluaci¨®n cr¨ªtica a medida que se suceden las acciones pol¨ªticas, sufre vaivenes condicionados tanto por estas como por el contexto que le tocar¨¢ enfrentar, y termina en uno de tres equilibrios posibles a final de mandato: una aprobaci¨®n relativamente...
Todo gobierno democr¨¢tico pasa por el mismo ciclo desde su inicio hasta su fin: alta aprobaci¨®n expectante en los primeros d¨ªas (la de Gustavo Petro toca hoy el 70% en algunas encuestas), que se transforma en evaluaci¨®n cr¨ªtica a medida que se suceden las acciones pol¨ªticas, sufre vaivenes condicionados tanto por estas como por el contexto que le tocar¨¢ enfrentar, y termina en uno de tres equilibrios posibles a final de mandato: una aprobaci¨®n relativamente alta (pero ya casi nunca abrumadora, sino alrededor del 50%) fruto de factores favorables y decisiones acertadas para al menos tanta gente como la que decidi¨® darle el voto inicialmente, unos niveles m¨ªnimos debido a desaciertos y adversidades (entre el 15% y el 25%, digamos), o un punto intermedio (menos de la mitad aprobando, pero m¨¢s de un cuarto) que en realidad no es sino una se?al de polarizaci¨®n: tras a?os de gesti¨®n, se mantienen con el presidente saliente sus partidarios m¨¢s ac¨¦rrimos, y ha perdido el resto. Los factores externos, favorables o desfavorables, no est¨¢n en manos del gobierno. Pero s¨ª c¨®mo los enfrenta. Y el discurso inaugural de Petro ha sido su primer acto en ese sentido. Como tal, constituye la primera pista de d¨®nde es m¨¢s probable que termine el mandato que m¨¢s expectativas y v¨¦rtigo ha generado en la Colombia de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Tanto las expectativas como el v¨¦rtigo obedecen en no poca medida a una campa?a presidencial en la que Petro y sus ac¨®litos lo han prometido todo, y ya. No es una forma de hablar: la ¡°paz total¡± y el ¡°vivir sabroso¡± son esl¨®ganes omni-abarcadores en los que cabe un cambio transformador que tocar¨ªa todos los aspectos de la cotidianeidad de los colombianos. En su discurso los repiti¨® de nuevo, indicando que en los dos dilemas centrales que enfrenta cualquier mandatario, Petro se ubica en posiciones maximalistas. Aspira a gobernar para todos, no solo para los suyos. Y aspira tambi¨¦n a no dejarse ning¨²n reto, ning¨²n problema de gran magnitud, de lado.
Pero claro, gobernar para todos implica mantener coaliciones de intereses heterog¨¦neos, tanto dentro de su gabinete (que ya hoy muestra esta diversidad ideol¨®gica y de talante) como en el Congreso y en las calles. Eso hace m¨¢s complicada cada acci¨®n subsiguiente por la cantidad de personas a las que mantener dentro del mismo barco. Al mismo tiempo, no priorizar problemas, o hacerlo solo t¨ªmidamente, supone una inversi¨®n de recursos humanos, econ¨®micos y de capital pol¨ªtico ingente. Cuando se combinan los dos m¨¢ximos la tarea aparece como imposible: poner a muchos de acuerdo en casi todo.
Esta apuesta que dibuj¨® Petro en su toma de posesi¨®n, coherente con lo que ha sido su larga trayectoria hasta la Casa de Nari?o, puede colocarle tanto en el extremo m¨¢s alto de aprobaci¨®n al final de su mandato como en el m¨¢s bajo. Es arriesgada por ambiciosa, lo cual hace probable que se vea obligado a corregir rumbo en alg¨²n momento de los pr¨®ximos meses, forzado por los retos externos (no le faltar¨¢n: inflaci¨®n, pobreza, cambiante contexto de seguridad interior y exterior) como por la imposibilidad de ejecutar su plan total. Ante esta eventualidad, todo mandatario se siente tentado de atrincherarse en los suyos, de apuntarle a esa aprobaci¨®n intermedia basada en sus ac¨¦rrimos al final de mandato. De renunciar a m¨¢ximo de inclusi¨®n, pero no al m¨¢ximo de problemas a abordar.
Pero, aunque sea dif¨ªcil asumirlo para un pol¨ªtico (y un movimiento) totalizante, Petro har¨ªa bien en al menos considerar la otra renuncia: la de escoger ciertos asuntos, unos pocos retos espec¨ªficos, a los que apostarle todo. Porque quiz¨¢s mejor resolverle bien uno o dos problemas a mucha gente que resolverle a medias un mont¨®n de problemas al pu?ado de personas que igualmente se iban a mantener de tu lado de aqu¨ª a 2026.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.