36 a?os buscando a su hermano mellizo: ¡°Es como vivir entre la noche y la niebla¡±
El l¨ªder estudiantil Jos¨¦ Gabriel Mej¨ªa Toro es una de las m¨¢s de 90.000 personas que contin¨²an desaparecidas en Colombia
El hombre con barba cubierta de canas espera en una estaci¨®n que para muchos es desconocida. La voz es fr¨¢gil, sus piernas firmes. El cielo es brumoso y hace fr¨ªo. Desde este lugar solitario, Iv¨¢n Dar¨ªo Mej¨ªa Toro, de 63 a?os, intenta tejer una historia dif¨ªcil de reconstruir. Busca a su hermano mellizo, Jos¨¦ Gabriel Mej¨ªa Toro, desaparecido desde 1986. ¡°Es como recorrer un camino que uno no conoce, a partir de pistas¡±, dice. El mapa que lo gu¨ªa es...
El hombre con barba cubierta de canas espera en una estaci¨®n que para muchos es desconocida. La voz es fr¨¢gil, sus piernas firmes. El cielo es brumoso y hace fr¨ªo. Desde este lugar solitario, Iv¨¢n Dar¨ªo Mej¨ªa Toro, de 63 a?os, intenta tejer una historia dif¨ªcil de reconstruir. Busca a su hermano mellizo, Jos¨¦ Gabriel Mej¨ªa Toro, desaparecido desde 1986. ¡°Es como recorrer un camino que uno no conoce, a partir de pistas¡±, dice. El mapa que lo gu¨ªa est¨¢ trazado entre fechas, lugares y nombres que ha registrado con detalle en una libreta.
¡°Desaparecido l¨ªder estudiantil de Antioquia¡±, ¡°La Universidad de Antioquia reacciona por desaparici¨®n de estudiante¡±, ¡°Vivos se los llevaron, vivos los exigimos¡±, titulaba la prensa de Colombia hace m¨¢s de 30 a?os sobre la desaparici¨®n del estudiante de noveno semestre de Ciencias Econ¨®micas. Su hermano, Iv¨¢n Dar¨ªo, conserva casi intactos los recortes de peri¨®dico.
Tambi¨¦n guarda im¨¢genes de Jos¨¦ Gabriel, un hombre mestizo de contextura delgada, de 1,77 metros de estatura, barbado y con cabello liso y negro a la altura de los hombros. Familiares y amigos recorrieron entonces calles y plazoletas exponiendo su fotograf¨ªa en Bogot¨¢ y Medell¨ªn. ¡°?C¨®mo se llama al desaparecido? Con la emoci¨®n apretando por dentro¡±, dec¨ªa uno de los mensajes que acompa?aba las incansables movilizaciones de b¨²squeda.
Jos¨¦ Gabriel Mej¨ªa Toro ten¨ªa 26 a?os cuando no se volvi¨® a saber de ¨¦l. Adem¨¢s de l¨ªder estudiantil, era miembro de la direcci¨®n nacional del movimiento pol¨ªtico Camilo Torres, nombre del sacerdote cat¨®lico y cofundador de la facultad de sociolog¨ªa de la Universidad Nacional, que muri¨® como miembro de la guerrilla del ELN en 1966. Mej¨ªa Toro adem¨¢s formaba parte del comit¨¦ regional de verificaci¨®n y di¨¢logo de Antioquia. En la ¨¦poca se gestaban di¨¢logos de paz entre el gobierno y el M-19 que se frenaron tras la tr¨¢gica toma del Palacio de Justicia de Bogot¨¢ el 6 de noviembre de 1985. Las negociaciones se retomaron pocos a?os despu¨¦s y ayudaron a gestar la Constituci¨®n de 1991 y un camino democr¨¢tico de dif¨ªcil recorrido para los exintegrantes de la antigua guerrilla, entre ellos el actual presidente, Gustavo Petro.
Como estudiante de bachillerato en una escuela de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), Jos¨¦ Gabriel estuvo vinculado a Almat¨¢, un grupo de j¨®venes cat¨®licos dedicado a acciones sociales. Los mellizos se graduaron juntos de secundaria. En el a?o siguiente, el joven que despu¨¦s desaparecer¨ªa trabaj¨® con campesinos en una vereda de Antioquia, mientras Iv¨¢n Dar¨ªo prestaba servicio militar en Bogot¨¢.
Luego regresaron al hogar de su madre para seguir la vida de universitarios: Jos¨¦ Gabriel como estudiante de Econom¨ªa en la Universidad de Antioquia e Iv¨¢n Dar¨ªo, de Arquitectura, en la UPB. La violencia y amenazas ligadas al narcotr¨¢fico aflig¨ªan a la sociedad colombiana, pero al mismo tiempo eran ¡°los a?os maravillosos¡±, recuerda el segundo. ¡°Escuch¨¢bamos salsa de Rub¨¦n Blades, le¨ªamos a Cort¨¢zar y escrib¨ªamos poes¨ªa¡±, evoca. ¡°Vamos a vivir la risa y a re¨ªr la vida¡±, era una frase frecuente de su hermano, recordado por amigos como un hombre carism¨¢tico, buen lector y regular jugador de f¨²tbol.
El 5 de febrero de 1986, Jos¨¦ Gabriel viaj¨® en bus a Bogot¨¢. Le dijo a su madre, Eugenia Toro, que estar¨ªa tres o cuatro d¨ªas fuera de Medell¨ªn. Lo ¨²nico que lleg¨®, pasado ese tiempo, fue una llamada de un compa?ero del movimiento que le report¨® a la familia que el joven no aparec¨ªa. La ¨²ltima comunicaci¨®n conocida fue la que tuvo por tel¨¦fono con un amigo para avisarle que no alcanzar¨ªa a llegar a un acto de la candidatura del m¨¦dico H¨¦ctor Abad G¨®mez a la Alcald¨ªa de Medell¨ªn. Abad G¨®mez, reconocido defensor de derechos humanos, fue asesinado en 1987. Su hijo, el escritor H¨¦ctor Abad Faciolince, plasm¨® su historia en El olvido que seremos.
Una herida abierta
Iv¨¢n Dar¨ªo Mej¨ªa Toro pas¨® varios a?os sin descanso, buscando el rastro de su hermano mellizo; no exist¨ªan los celulares y mucho menos las redes sociales. Su familia teji¨® tres hip¨®tesis sobre los responsables: Jos¨¦ Gabriel pudo haber ca¨ªdo en manos de integrantes del frente Ricardo Franco, una sangrienta disidencia de las FARC. El estudiante desapareci¨® junto con Danely Salas, una joven que conoci¨® en la universidad y que hab¨ªa desertado de esa agrupaci¨®n. La segunda es que pudieron haber sido v¨ªctimas de esa guerrilla, que tambi¨¦n buscaba a la mujer por haber abandonado sus filas. La tercera es que organismos del Estado habr¨ªan sido los culpables.
Eso porque segu¨ªa vigente el esp¨ªritu del estatuto de seguridad, una norma que surgi¨® a finales de los setenta y confiri¨® facultades especiales a la fuerza p¨²blica, como la de arrestar y procesar penalmente a civiles, como respuesta a la protesta social y al auge de las guerrillas. Estos poderes de excepci¨®n derivaron en violaciones de derechos humanos como allanamientos sin ¨®rdenes judiciales, detenciones arbitrarias, torturas, desaparici¨®n forzada y violencia sexual, seg¨²n el informe de la Comisi¨®n de la Verdad.
En medio de la b¨²squeda, Iv¨¢n Dar¨ªo intent¨® retomar su vida. Logr¨® el t¨ªtulo de arquitecto, se cas¨® y tuvo dos hijos. Su alma segu¨ªa unida a la del mellizo. ¡°No es un n¨²mero m¨¢s ni un nombre m¨¢s, es una vida alrededor de la cual gira un mundo¡±, escribi¨® en una carta dirigida al peri¨®dico El Colombiano para evitar que Jos¨¦ Gabriel terminara doblemente desaparecido. La historia de su hermano fue incluida en la investigaci¨®n 50 a?os de violencia y resistencia en la Universidad de Antioquia ¡®Hacemos Memoria¡¯.
¡°Si hay algo que en todos los pa¨ªses ha mantenido abiertas las heridas del conflicto armado o la dictadura donde se produjeron violaciones masivas de derechos humanos ha sido el impacto de la desaparici¨®n forzada¡±, rese?a la Comisi¨®n de la Verdad. La falta de informaci¨®n sobre el paradero de sus seres queridos, ha dejado a sus familiares ¡°suspendidos en el tiempo¡±, precisa en su informe final.
La misma Comisi¨®n revel¨® que no existe certeza sobre la autor¨ªa del 54% de las desapariciones. En aquellos con datos, el 52% se atribuye a paramilitares, el 24% a las FARC, el 9% a m¨²ltiples actores y el 8% a agentes estatales. La vinculaci¨®n pol¨ªtica o social fue uno de los motivos que m¨¢s justific¨® este crimen. Hubo v¨ªctimas por ejercer liderazgos en partidos de izquierda, en sindicatos o en la defensa de los Derechos Humanos. Antioquia es el departamento m¨¢s afectado, con 28.000 v¨ªctimas.
La libreta que le sirve de gu¨ªa a Iv¨¢n Dar¨ªo representa una nueva luz en el camino. Lleva la imagen de la Comisi¨®n de la Verdad, uno de los componentes del Sistema Integral para la Paz, constituido tras los acuerdos de paz de 2016. De esta red de instituciones forman parte la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP), que investiga a los principales responsables del conflicto armado, y la Unidad de B¨²squeda de Personas Desaparecidas, creada en 2018 por un t¨¦rmino de 20 a?os. ¡°Antes no hab¨ªa con qui¨¦n hablar¡±, dice Mej¨ªa Toro, despu¨¦s de haber pasado a?os recorriendo hospitales, brigadas militares y un sinn¨²mero de entidades en busca de su hermano. ¡°Desaparecer no puede ser un verbo sin regreso. Puede haber personas que todav¨ªa tengan informaci¨®n¡±, asegura.
La directora de la Unidad de B¨²squeda de Personas Desaparecidas, Luz Marina Monz¨®n, explica que la desaparici¨®n forzada es un delito permanente porque a la v¨ªctima la desaparecen todos los d¨ªas. ¡°Es brutal porque en lugar de aterrorizar se ha llevado a la normalizaci¨®n¡±, le dijo recientemente a EL PA?S. Desde su creaci¨®n, la unidad ha entregado los restos de 155 desaparecidos a sus familiares, y ha encontrado a ocho personas vivas. Todav¨ªa hay 90.088 personas desaparecidas.
¡°Los desaparecidos tambi¨¦n son parte de Colombia¡±, record¨® la Comisi¨®n de la Verdad, que incluy¨® entre sus recomendaciones la de garantizar la b¨²squeda como una prioridad que comprometa al Estado. Para ello, es necesario, por ejemplo, cotejar de los restos ya existentes de cerca de 25.000 personas. ¡°Este debe ser un pilar fundamental de las pol¨ªticas para poder cerrar las heridas¡±, afirma Iv¨¢n Dar¨ªo. Tanto a ¨¦l como a su madre, de 93 a?os, les tomaron hace un mes una muestra de ADN, que ahora figura en un banco de perfiles gen¨¦ticos a la espera de nuevos indicios sobre Jos¨¦ Gabriel.
Han pasado m¨¢s de 36 a?os desde la desaparici¨®n de su mellizo. Iv¨¢n Dar¨ªo contin¨²a en la que describe como una estaci¨®n entre la noche y la niebla, la forma como se conoc¨ªan tambi¨¦n las pr¨¢cticas de represi¨®n en el r¨¦gimen nazi. ¡°Es un espacio en el que no logras discernir nada, no logras ver nada¡±, explica. ¡°Es algo que para mucha gente parece sacado de la ficci¨®n, pero es real. Necesitamos cerrar el c¨ªrculo abierto de la incertidumbre para que este pasajero, que est¨¢ en la estaci¨®n de la espera, pueda abordar el tren que lo lleve a la estaci¨®n de la verdad¡±, concluye con las fotograf¨ªas a blanco y negro de su hermano sobre la mesa de una cafeter¨ªa en Medell¨ªn.
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