El negocio del cannabis naufraga en la econom¨ªa de Colombia
Casi todos los empresarios del sector afrontan serias estrecheces, y m¨¢s de una quiebra, tras haber apostado todo a un mercado que nunca despeg¨®
Superar el estigma del narcotr¨¢fico y convertirse de golpe en una potencia comercializadora de productos derivados del cannabis ya era una misi¨®n compleja. Casi una d¨¦cada m¨¢s tarde, tras la aprobaci¨®n del decreto de legalizaci¨®n para el uso medicinal de la marihuana en Colombia, m¨¢s del 90% de las compa?¨ªas del sector atraviesan estrecheces econ¨®micas. Cerca del 40% de las compa?¨ªas autorizadas para funcionar en los ¨²ltimos siete a?os ha cerrado. Los empresarios se?alan como culpable a la mara?a de obst¨¢...
Superar el estigma del narcotr¨¢fico y convertirse de golpe en una potencia comercializadora de productos derivados del cannabis ya era una misi¨®n compleja. Casi una d¨¦cada m¨¢s tarde, tras la aprobaci¨®n del decreto de legalizaci¨®n para el uso medicinal de la marihuana en Colombia, m¨¢s del 90% de las compa?¨ªas del sector atraviesan estrecheces econ¨®micas. Cerca del 40% de las compa?¨ªas autorizadas para funcionar en los ¨²ltimos siete a?os ha cerrado. Los empresarios se?alan como culpable a la mara?a de obst¨¢culos burocr¨¢ticos y legislativos para hacer negocios. La historia tiene, sin embargo, m¨¢s eslabones de complejidad.
Mientras en Colombia, despu¨¦s de 2015, muchos se frotaban las manos por el advenimiento del anunciado Dorado verde, los resultados de los primeros planes de cultivo de cannabis en el campo solo presagiaban tropiezos. En una de las muchas compa?¨ªas que despu¨¦s entraron en banca rota, a las afueras de Medell¨ªn, las plantas se infectaron de hongos varias veces, tambi¨¦n de par¨¢sitos, y el truncado proceso de estabilizaci¨®n oblig¨® a los empresarios a replantear las cosas m¨¢s de una vez.
Eran los primeros a?os, cuando el cannabis apenas se convert¨ªa en la droga que revolucionaba la pol¨ªtica tradicional de antinarc¨®ticos a escala mundial. Un nuevo paradigma tras a?os de enfoque policivo o militar. Especialmente para un pa¨ªs que pretend¨ªa despojar de su condici¨®n, asociada al mundo del crimen y los tiempos de Pablo Escobar, a una sustancia que ya se consum¨ªa hace ocho milenios en China. Pero el enfoque del negocio, seg¨²n el m¨¦dico psiquiatra Pablo Zuleta, arranc¨® descarrilado. En su opini¨®n se sigui¨® una l¨ªnea centrada en el estudio y comercializaci¨®n del cannabis terap¨¦utico, a trav¨¦s del uso de aceites farmacol¨®gicos, en contra de la evidencia ya recogida en el mundo desarrollado donde los modelos m¨¢s avanzados ven¨ªan utilizando directamente la flor.
Desde un comienzo, asegura Alejandro Gaviria, exministro de Salud en aquellos d¨ªas de expectaci¨®n, hubo dudas sobre el camino a seguir. ¡°Hab¨ªa una discusi¨®n t¨¦cnica sobre si se deb¨ªa poner un ¨¦nfasis farmacol¨®gico o fitosanitario. Otros pensaban que deb¨ªa encajar dentro de lo que llaman industria del bienestar¡±, remata. Zuleta a?ade que los empresarios locales difundieron la idea de que el cannabis medicinal en Colombia tendr¨ªa unos ¡°niveles de calidad por encima de lo que exist¨ªa en pa¨ªses con normas establecidas como Estados Unidos, Canad¨¢ o Israel¡±.
¡°Hoy los ¨²nicos productos que hay en el mercado son las gotas¡±, contin¨²a Zuleta, director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes. ¡°Y tienen todas las limitaciones con respecto al resto de indicaciones y tipos de usos que hay¡±, a?ade. Tras a?os de solicitudes del empresariado ante las autoridades, solo hasta junio del a?o pasado se exportaron los primeros 600 kilos de flor seca de cannabis sembrada en La Mesa de los Santos (Santander) con destino a Suiza y Estados Unidos.
En el caso de otros productos como las cremas con cannabidiol, a diferencia de los aceites, Zuleta aclara que est¨¢n registradas como cosm¨¦ticos ante el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA). No como f¨¢rmacos. Pero las dificultades, adem¨¢s, tienen ra¨ªz en un factor com¨²n en todo el mundo: se sobredimension¨® el potencial de la industria. Se lleg¨® a etiquetar por entonces como el pr¨®ximo oro verde. Y en Colombia se lleg¨® a decir que acabar¨ªa con el narcotr¨¢fico. O que sus plantaciones sustituir¨ªan a las de la coca en una regi¨®n como el Cauca (suroriente). Pero el mercado no respaldaba esas expectativas.
Gaviria, tambi¨¦n exministro de Educaci¨®n del actual Gobierno, recuerda que las proyecciones auguraban que se sobrepasar¨ªan las exportaciones de banano y flores sumadas. Admite que los estudios de prefactibilidad que se desarrollaron en el pa¨ªs ¡°fueron exagerados en cualquier escenario regulatorio¡±. Y la evidencia, agrega Pablo Zuleta, sugiere que la marihuana ha tenido siempre un uso bastante limitado: ¡°Los estudios en Norteam¨¦rica mostraban que un porcentaje peque?o de los estadounidenses fum¨® alguna vez en su vida. Un grupo minoritario. Y que de ese porcentaje un grupo m¨¢s reducido afirmaba que el consumo hab¨ªa tenido un impacto de salud p¨²blica observable en cierto tipo de elementos¡±.
Hoy, de acuerdo con cifras de la Asociaci¨®n Colombiana de Industrias de Cannabis (Asocolcanna), hay unas 1.200 compa?¨ªas licenciadas. Pero el n¨²mero de hect¨¢reas cultivadas se ha desplomado a menos de un centenar, seg¨²n c¨¢lculos privados. Una fuente del sector asegura que el 95% de las empresas se encuentran sin capital suficiente, sin mercado de destino o con ventas marginales. Miguel Samper, presidente del gremio, asegur¨® a la BBC: ¡°La industria del cannabis en Colombia est¨¢ en cuidados intensivos¡±.
Las cosas pueden empeorar. Durante el Gobierno del conservador Iv¨¢n Duque (2018-2022), las entidades promotoras en salud (EPS), las compa?¨ªas p¨²blico-privadas que gestionan el sistema, dejaron de reembolsar las f¨®rmulas magistrales de derivados de cannabis. Un hecho que se corrigi¨® parcialmente en enero de este a?o durante la nueva administraci¨®n del presidente Gustavo Petro. Una sola entidad lleg¨® a un acuerdo con pacientes diagnosticados con dolor cr¨®nico, entre otras condiciones, para entregar productos a una poblaci¨®n cercana al mill¨®n de personas en Bogot¨¢ y sus alrededores.
En esta historia tambi¨¦n han pesado, resulta innegable, los frenos pol¨ªticos y los tr¨¢mites burocr¨¢ticos que se exigen. Al expresidente Duque, y parte de su entorno, la marihuana le parec¨ªa peligrosa y estaba lejos de ser una de sus prioridades. ¡°Luigi Echeverri, uno de los aliados m¨¢s cercanos a Duque siempre le dijo: ¡®No se meta en eso¡¯. Eso es un vicio¡±, recuerda Alejandro Gaviria, ¡°hab¨ªa un prejuicio ideol¨®gico a nivel de partido de Gobierno y un sesgo personal del presidente¡±.
Y asegura que, si bien es cierto que el pa¨ªs ha ido inform¨¢ndose mejor sobre al asunto, en el Congreso persiste un gran rezago cultural que se ejemplifica en el reciente fracaso legislativo para regularizar el marco legal para el uso recreativo en adultos, donde la mayor¨ªa de expertos detectan el verdadero potencial del negocio. No en la medicina. Pablo Zuleta recuerda que durante las discusiones, un parlamentario sostuvo que la ¡°marihuana tiene los mismos componentes cancer¨ªgenos que el tabaco¡±. ¡°?No hay nada m¨¢s falso!¡±, se queja el experto.
Por otro lado, Juli¨¢n Wilches, empresario de la compa?¨ªa Clever Leaves, dice que ¡°la idea con la ley de cannabis medicinal era que los pacientes accedieran a los medicamentos. Pero no se cre¨® el mercado local, lo cual demor¨® la creaci¨®n de capacidades para la exportaci¨®n¡±.
Los productos colombianos hasta ahora empiezan a acceder, a cuentagotas, a mercados en Alemania, Australia o Suiza, entre otros. Pablo Zuleta subraya que desde el principio del proyecto can¨¢bico en Colombia ha habido un desprecio latente por el ¡°conocimiento¡±. Cuenta que muchos floricultores incursionaron sin apenas marcar la diferencia entre sus cultivos tradicionales y los de marihuana: ¡°Comenzaron simulando que segu¨ªan en la industria de flores. Y desconocieron que se trata de un ejercicio de precisi¨®n, con otros requisitos industriales y un conocimiento diferente de los equilibrios ambientales para tratar con semillas que, en principio, eran importadas¡±.
Alejandro Gaviria apela al t¨ªtulo de un libro de Laura Restrepo para caracterizar este caso: Historia de un entusiasmo. Reconoce que se trata de una situaci¨®n con patrones similares en casi todo el mundo. Pero tambi¨¦n que toda la energ¨ªa se moviliz¨® en la parte comercial y que Colombia margin¨® el conocimiento propio. Desde una noci¨®n hist¨®rica y regional de los cultivos en el Cauca o en la Sierra Nevada de Santa Marta hasta el papel de diversos actores durante la llamada bonanza marimbera. Un fen¨®meno parad¨®jico . Y que corre en paralelo con el auge de los alucin¨®genos, que, a diferencia del cannabis, han arrojado resultados m¨¢s s¨®lidos en ensayos cl¨ªnicos para tratar trastornos depresivos y otras dolencias del alma.
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