Perd¨®nalos, se?or
El presidente Petro tramita una reforma a la salud que podr¨ªa desembocar en una debacle de la salud en el pa¨ªs
?Realmente sabemos qu¨¦ har¨¢ con la salud la reforma que hace tr¨¢nsito por la C¨¢mara de Representantes? El Ministerio de Hacienda dice que s¨ª, y para demostrarlo public¨® un c¨¢lculo de los costos y las fuentes para cubrirlos. En opini¨®n de Hacienda, hay un hueco grande en las cuentas de la salud, que se cerrar¨ªa en 2028. Hacienda no dio concepto fiscal favorable, como s¨ª lo hab¨ªa hecho con la reforma pensional.
Esos n¨²meros de los efectos de la reforma a la salud hacen un supuesto fundamental: que los costos de tratamientos, servicios m¨¦dicos, medicamentos, administraci¨®n del sistema, ser...
?Realmente sabemos qu¨¦ har¨¢ con la salud la reforma que hace tr¨¢nsito por la C¨¢mara de Representantes? El Ministerio de Hacienda dice que s¨ª, y para demostrarlo public¨® un c¨¢lculo de los costos y las fuentes para cubrirlos. En opini¨®n de Hacienda, hay un hueco grande en las cuentas de la salud, que se cerrar¨ªa en 2028. Hacienda no dio concepto fiscal favorable, como s¨ª lo hab¨ªa hecho con la reforma pensional.
Esos n¨²meros de los efectos de la reforma a la salud hacen un supuesto fundamental: que los costos de tratamientos, servicios m¨¦dicos, medicamentos, administraci¨®n del sistema, servicios hospitalarios y hoteler¨ªa en centros de salud, etc., son predecibles una vez pase la reforma.
Es un supuesto heroico. La reforma de salud apunta a un cambio de rector¨ªa y gobernanza del sistema tan profundo e impredecible, que relaja todos los controles de costos existentes.
Estamos abocados a inflaci¨®n de costos, deterioro de calidad en otorgamiento de citas, merma en la atenci¨®n, reducci¨®n de calidad e incumplimiento con la promesa de servicio de tal magnitud que no se sabe qu¨¦ ser¨¢ realmente lo que se llamar¨¢ ¡°servicio de salud¡± despu¨¦s de aprobada la reforma. No se conocen cu¨¢les ser¨¢n los precios clave y por ende los costos totales.
Por eso, los congresistas no entienden a fondo (ni siquiera superficialmente) las consecuencias de los que est¨¢n aprobando, sumergidos como est¨¢n en barriles de mermelada que no los deja sacar la cabeza para respirar. Mucho menos para pensar.
Pong¨¢moslo de forma gr¨¢fica. Si el Gobierno, ahora tan entusiasmado con la carne, dejara en manos de los gobernadores y alcaldes el manejo de la oferta de carne del pa¨ªs, la fijaci¨®n de los precios a los que van a comprar la carne, y los costos a los cuales la van a procesar para que llegue a las familias, luego de semejante intervenci¨®n ser¨ªa incierto c¨®mo funcionar¨ªa la oferta y cu¨¢les ser¨ªan los precios de la carne. Ni los alcaldes ni los gobernadores saben de la industria de carne, ni sus administraciones est¨¢n entrenadas para ese desaf¨ªo, y surgir¨¢n incentivos tan perversos, que f¨¢cilmente los 1,120 alcaldes y los 32 gobernadores pronto se volver¨ªan los mayores ganaderos del pa¨ªs.
De ese tama?o es la equivocaci¨®n que se cometer¨ªa al encargarles el manejo de la carne para los colombianos. Ahora, por favor, en el p¨¢rrafo anterior, cambie la palabra carne por la palabra salud.
La reforma a la salud est¨¢ sujeta a la cr¨ªtica que volvi¨® famoso al recientemente fallecido premio Nobel de econom¨ªa Robert Lucas. Lucas argument¨® que muchas intervenciones del Gobierno alteran de manera tan profunda la realidad econ¨®mica, que el conocimiento del pasado pierde validez para predecir el futuro; y, en particular, para predecir los efectos de la intervenci¨®n que se busca estudiar.
Lo que hoy llamamos ¡°servicios de salud¡±, ¡°sistema de salud¡± o ¡°costos de salud¡±, no sirve para referirse a los mismos hechos en un par de a?os. Entraremos en un mundo desconocido, de deterioro en calidad y cantidad, y aumentos en precios imposibles de predecir.
Eso, pues, el Gobierno busca crear todo lo contrario a un mercado de salud propiamente dicho. Esa es la m¨¦dula del asunto. Al Gobierno le fastidia que se pueda de hablar de un ¡°mercado de los servicios de salud¡±. El Gobierno quiere hablar de la provisi¨®n p¨²blica de los mismos. Quiere ser recordado por que deje de ser el mercado y en su lugar pasen a ser el alcalde, el gobernador y el funcionario del ministerio los que gobiernan el sistema.
Por ende, cuando produce unas cifras hasta 2033, el Ministerio de Hacienda lo ¨²nico que sabe es que sus t¨¦cnicos hicieron unos c¨¢lculos en una hoja de Excel, tomando en cuenta los costos actuales de atender la salud de 51 millones de colombianos, sumaron unas cosas del proyecto de ley, calcularon las entradas y salidas de plata al sistema, y ya, mandaron eso al Congreso.
Ni los congresistas, ni el ministro de Salud, ni Hacienda, ni Petro, ni Robert Lucas (q.e.p.d.), ni los expertos sabemos qu¨¦ se est¨¢ aprobando, porque lo que se llama salud hoy y por lo que se paga la UPC (Unidad de Pago por Capitaci¨®n), va a cambiar tanto con la reforma que esas l¨ªneas en los gr¨¢ficos y esas cifras significar¨¢n poco.
La necedad consiste en no saber lo que uno hace y, sin embargo, empe?arse en hacerlo. Aprobar neciamente un texto con el pomposo nombre de Reforma de Salud no implica que los que la est¨¢n por aprobarla sepan verdaderamente lo que hacen, ni qu¨¦ ser¨¢ lo que nombraremos con la palabra salud despu¨¦s de ella.
Los precios, las cantidades pagadas y las calidades de los servicios cambiar¨¢n de forma tan dr¨¢stica e impredecible, que lo que se diga hoy al respecto no pasa de ser una necedad.
Ch¨¢vez tambi¨¦n llam¨® reforma a la salud, la destrucci¨®n de la salud de Venezuela. Ch¨¢vez tambi¨¦n llam¨® reforma de PDVSA a la destrucci¨®n de PDVSA. Ch¨¢vez tambi¨¦n llam¨® socialismo del siglo XXI la cat¨¢strofe de la econom¨ªa venezolana. Ch¨¢vez tambi¨¦n llam¨® prosperidad al desastre social que ha llevado a siete millones de venezolanos a abandonar su pa¨ªs para poder dar de comer a sus hijos. Maduro a¨²n llama democracia a esa pantomima de que la gente deposite votos para elegirlo eternamente.
El Congreso de Colombia no puede mantener la farsa de que aprueba una destrucci¨®n del sistema de salud y la llama reforma.
Al momento de votar o hacer quorum, los congresistas debieran pensar que sus parientes, sus hijos y sus padres se enfermar¨¢n, al igual que el resto de los colombianos, y que en las colas de espera para una cita o una atenci¨®n, la falta de gasa, aspirina o cirug¨ªas recordaremos que ellos fueron los necios habilitadores de esa debacle de la salud colombiana. Perd¨®nalos, se?or, pues no saben lo que hacen. Creo que a los pacientes del futuro no les quedar¨¢ f¨¢cil perdonarlos.
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