Sillas de siete millones para los congresistas
Son cerca de 20.000 millones de pesos los que contrat¨® la direcci¨®n administrativa de la C¨¢mara de Representantes para la compra de los muebles y enseres de m¨¢s de 160 oficinas en el edificio del Congreso
Austeridad es esa palabra manoseada por los ¨²ltimos tres o cuatro gobiernos para decirle al p¨²blico en general que existe conciencia de que en el Estado hay gastos exagerados y que ante esa realidad se debe buscar una moderaci¨®n de estos. Hipocres¨ªa es la palabra que se me viene a la cabeza cuando los gobiernos hablan de austeridad, pero miran para otro lado cuando se paga el doble por unos carrotanques, ...
Austeridad es esa palabra manoseada por los ¨²ltimos tres o cuatro gobiernos para decirle al p¨²blico en general que existe conciencia de que en el Estado hay gastos exagerados y que ante esa realidad se debe buscar una moderaci¨®n de estos. Hipocres¨ªa es la palabra que se me viene a la cabeza cuando los gobiernos hablan de austeridad, pero miran para otro lado cuando se paga el doble por unos carrotanques, como en la Unidad de Gesti¨®n del Riesgo; se hacen contratos con familiares y amigos en entidades p¨²blicas, como en RTVC; o se gasta el dinero de la ciencia en emprendimientos caseros como las morcillitas o el aguardiente ancestral como est¨¢ ocurriendo en el Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa.
En el caso del Gobierno (o, mejor, los gobiernos, porque ninguno se salva), austeridad es la fachada y derroche es la realidad. En el caso del Congreso, no hay necesidad de sostener una falacia, no hay urgencia alguna en ocultar lo evidente, el gasto superfluo y los lujos absurdos son la norma. Ellos, los congresistas, se creen elegidos por los dioses (y no por los colombianos) que merecen todo tipo de prebendas, atenciones y consideraciones, como el no trabajar en Semana Santa porque como dijo en La W la senadora Martha Peralta: ¡°trabajamos m¨¢s que ustedes¡±.
Eso s¨ª, a la senadora se le olvid¨® se?alar que aquellos que ella llama ¡°ustedes¡± no tienen carro con escolta y chofer, no reciben un salario que es m¨¢s de treinta veces el salario m¨ªnimo, no tienen vacaciones de tres meses al a?o... en fin, est¨¢n muy lejos de ser como ellos a pesar del extenuante trabajo legislativo.
Tal vez por esos mismos argumentos ser¨¢ que mientras los congresistas se dedican a descansar en destinos paradisiacos inigualables durante esta Semana Santa, unos cuantos colombianos de aquellos que la senadora Peralta llama ¡°ustedes¡± estar¨¢n trabajando, incluso los d¨ªas festivos, en la remodelaci¨®n de algunas oficinas del Congreso de la Rep¨²blica. ?Vaya iron¨ªa!
En total son cerca de 20.000 millones de pesos los que contrat¨® la direcci¨®n administrativa de la C¨¢mara de Representantes con la Bolsa Mercantil para que esta a su vez haga la compra de los muebles y enseres de m¨¢s de 160 oficinas en el edificio del Congreso. Dicha contrataci¨®n no pasar¨ªa de ser una m¨¢s de tantas que cada a?o se hacen en el Congreso de no ser porque esta trae llamativas compras como escritorios de seis millones de pesos, archivadores de siete millones de pesos y unas sorprendentes sillas de oficina de siete millones de pesos por unidad. A esto hay que sumar el costo que cobran por la instalaci¨®n de cada silla, cada escritorio, cada mesa, cada caj¨®n, pues seg¨²n el contrato firmado con la Bolsa Mercantil se pagar¨¢ cerca de 600.000 pesos por la instalada de cada silla. Igual cifra por cada escritorio. Igual cifra por cada cosa. ?Imagine la fortuna del contratista! Un patr¨®n as¨ª de generoso es algo nunca antes visto.
Sin embargo, me quiero quedar con las sillas porque son el reflejo de nuestros congresistas. Seg¨²n las im¨¢genes que se conocieron, estas ser¨ªan uno de los modelos m¨¢s costosos de la reconocida casa de dise?o estadounidense Herman Miller, es decir, lo mejor de lo mejor. Algo que un empresario promedio no se puede costear. Algo que un colombiano de a pie jam¨¢s tendr¨¢. Solo en esas sillas se van m¨¢s de 1.000 millones de pesos de nuestros impuestos. Una prueba m¨¢s de la forma en que los pol¨ªticos se burlan de nosotros diciendo que trabajan por ¡°el pueblo¡± mientras asientan sus posaderas sobre ¨¦l.
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