Cristo, el apostador
El nuevo jefe de la cartera del Interior acept¨® el cargo con el prop¨®sito de recuperar su capital pol¨ªtico. Se enfrenta a grandes obst¨¢culos para lograrlo
Como cualquier apostador profesional que ve menguadas sus ganancias que fueron muchas en el pasado, Juan Fernando Cristo, otrora senador y ministro exitoso, resolvi¨® apostar la totalidad de los restos, antes una fortuna, con el prop¨®sito obvio de recuperarse. Fue as¨ª como apost¨® lo que le quedaba en el saco a una misma f¨®rmula, corriendo todos los riesgos del juego. Acept¨® posesionarse como ministro del Interior de un Gobierno que no cuenta con las mayor¨ªas con las que result¨® elegido y comprometido -ese mismo Gobierno- con un proceso denominado de la paz total, que anda manga por hombro, es decir en un estado de fracaso que para corregirlo exige un esfuerzo bastante m¨¢s arriesgado al que en condiciones normales demanda el oficio cotidiano.
Cristo es un buen tipo que sabe mucho de pol¨ªtica, con experiencia en el sector p¨²blico y est¨¢ metido en un bollo gigantesco. Al hacer p¨²blica su aceptaci¨®n del sorpresivo encargo de ministro, dijo que su mandato estaba inspirado en la necesidad de construir el tan mentado Acuerdo Nacional y en la exploraci¨®n de convocar una Asamblea Constituyente producto de unas coincidencias con los partidos representados en el Congreso, con los gremios, los empresarios y los trabajadores. Que este pa¨ªs -dice- necesita mucho que hablemos y que nos escuchemos.
El problema es que casi todos sus contertulios le han dicho que lo de la constituyente no tiene buen ambiente y que los acuerdos nacionales necesitan consensos como los que ¨¦l propone, pero requieren de transacciones entre los partidos como el que se logr¨® en la Comisi¨®n Primera del Senado con la Ley Estatutaria de la Educaci¨®n y que el Gobierno incumpli¨® por imposici¨®n de Fecode.
Es curioso que la propuesta del ministro, quien se est¨¢ resteando, sea por la negativa. No a la reelecci¨®n. No a las propuestas de tocar los periodos del Congreso ni del presidente. ?Para qu¨¦ la constituyente, entonces? ?Para qu¨¦ una constituyente de cambios que se pueden hacer por el Congreso?
El otro dolor de cabeza que afecta al apostador es el desorden en el orden p¨²blico. En varias regiones del pa¨ªs la guerra est¨¢ perdida. Las conversaciones con las organizaciones criminales cada vez empeoran m¨¢s y el gran comisionado de Paz se contenta con las respuestas de los insurgentes, que borran sus pecados con la simple manifestaci¨®n de que ¡°s¨ª desean la paz¡±.
Y como si fuera poco surgi¨® una rebeld¨ªa de amigos del Gobierno frente el ministro Cristo, de quienes se quejan de que la agenda del apostador no es la misma que la del Pacto Hist¨®rico. En el peri¨®dico El Espectador se dice que en el 2026 las grietas de la discordia se profundizar¨¢n porque desde ambos bandos se acusan de estar perdiendo el inter¨¦s por el bien general del Gobierno, por estar haciendo campa?a pol¨ªtica, ya sea para repetir curul o para hacer un salto al Legislativo.
Todo pone en peligro los restos que le quedan al ministro Apostador.
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