El poder de las regiones y la unidad nacional
Gustavo Petro es el primer presidente de la regi¨®n Caribe en 125 a?os
Existen palabras m¨¢gicas. Esas que al pronunciarlas causan tanto agrado que al pasar el tiempo provoca evocarlas, dejarlas para siempre registradas en la memoria. Son voces que atrapan. Seducen. Conquistan. Enamoran. Sus sonidos tienen la capacidad de provocar grandes emociones, estimulan la imaginaci¨®n, activan la esperanza y disipan eficazmente toda forma de temor.
Esas palabras son conectores del coraz¨®n con el cerebro, animando a la raz¨®n capaz de crear el poder incontenible de la fuerza colectiva. Una de ellas es Regi¨®n. Todos pertenecemos a una en Colombia. Autom¨¢ticamente ...
Existen palabras m¨¢gicas. Esas que al pronunciarlas causan tanto agrado que al pasar el tiempo provoca evocarlas, dejarlas para siempre registradas en la memoria. Son voces que atrapan. Seducen. Conquistan. Enamoran. Sus sonidos tienen la capacidad de provocar grandes emociones, estimulan la imaginaci¨®n, activan la esperanza y disipan eficazmente toda forma de temor.
Esas palabras son conectores del coraz¨®n con el cerebro, animando a la raz¨®n capaz de crear el poder incontenible de la fuerza colectiva. Una de ellas es Regi¨®n. Todos pertenecemos a una en Colombia. Autom¨¢ticamente se asocia con identidad, traduce pertenencia, enmarca origen. Las regiones describen lo que somos, lo que tenemos, lo que sabemos. Su virtud est¨¢ determinada por el car¨¢cter de su gentilicio, la fortaleza de sus valores y el potencial de sus tradiciones.
Las regiones son el escenario perfecto de la diversidad, contienen el prisma de la pluralidad y nos ense?an cada d¨ªa que las diferencias en lugar de ser limitaciones pueden ser el combustible de la integraci¨®n. Una naci¨®n solo puede erigirse si reconoce la variedad regional que compone su territorio y a partir de ellas cohesiona su potencial individual a trav¨¦s de la unidad.
Otra palabra poderosa es unidad. Colombia es un pa¨ªs de regiones. Y como tal, el camino de la inclusi¨®n, el progreso, la idea de desarrollo y la superaci¨®n de sus problemas, parte desde el rescate de la unidad nacional a partir de las ideas, el compromiso y la acci¨®n social de las comunidades regionales.
El pasado 19 de junio la ciudadan¨ªa le dio un mandato claro, contundente y determinante a Gustavo Petro al elegirlo con una votaci¨®n sin precedentes en la historia electoral colombiana. Es el primer presidente de la Regi¨®n Caribe en 125 a?os. Las palabras cambio, poder, regi¨®n y unidad, contienen la potencia de un nuevo discurso que espera trascender de la idea a la realidad. De la intenci¨®n a la realizaci¨®n.
Por primera vez gana una elecci¨®n un l¨ªder de izquierda, con un resultado sorprendente. Hist¨®rico. Vivimos d¨ªas especiales, diferentes. So?ados por muchos. Sobre todo, por nuestras dos generaciones anteriores, quienes resolvieron sus diferencias con guerras.
Triunf¨® el voto de opini¨®n sobre las maquinarias. Esperemos que el presidente electo convoque efectivamente a la unidad nacional, trabaje por consolidar la sociedad, reconozca al otro y se pase en nuestro pa¨ªs de la mal acostumbrada pol¨ªtica del insulto, de la violencia y del irrespeto, a la acci¨®n propositiva. Sobre todo, a concederle al opositor el reconocimiento de su valor, de sus virtudes y sus buenas acciones.
Es la hora de invocar la conciencia social nacional que genere el encuentro de voluntades para trabajar por Colombia. Rodearse de los mejores, pero sobre todo de buenas personas sin discriminaci¨®n para gobernar. Eso, aunque parezca un ideal o una utop¨ªa, debe ser el reto y la agenda que le proponga la sociedad civil al nuevo mandatario de los colombianos.
M¨¢s temprano que tarde urge acabar con la polarizaci¨®n, el odio y la divisi¨®n en la que estamos. Pero este proceso electoral fue una fiesta de la democracia que debemos celebrar, tanto los que ganaron como los que no obtuvieron los objetivos propuestos, fortalecieron su dignidad y su coherencia.
El proceso de empalme del nuevo gobierno ser¨¢ concluyente, al igual que la configuraci¨®n del Gabinete y los primeros cien d¨ªas de Gobierno. Los cambios positivos generalmente incluyen una combinaci¨®n de conservaci¨®n con innovaci¨®n. Caras nuevas, j¨®venes, pero tambi¨¦n rostros de buenas experiencias deben integrar un gobierno de unidad nacional que pretenda trabajar para resolver los principales problemas de los colombianos.
Siempre se ha planteado el dilema sobre si se debe gobernar con los amigos o con los mejores. Lo m¨¢s sensato es que los amigos se rodeen de los mejores y que los mejores amigos sean tambi¨¦n los mejores servidores. Una relaci¨®n de apertura conecta autom¨¢ticamente con la ciudadan¨ªa.
El respaldo de Bogot¨¢, la Costa Atl¨¢ntica, el Pac¨ªfico y la Amazon¨ªa, fueron determinantes. Todas son ¡°Regiones¡± esenciales para Colombia. Sin embargo, incluir representatividad de aquellas zonas del pa¨ªs en las que no se gan¨®, ayudar¨ªa mucho a fomentar la legitimidad en el contexto nacional. Ojal¨¢ el personal t¨¦cnico sea vinculado a trav¨¦s de convocatorias o de un proceso de selecci¨®n, que involucre a la academia. Y principalmente que la idoneidad y la probidad est¨¦n marcadas por la solvencia moral en el ejercicio de las funciones p¨²blicas con formaci¨®n profesional del m¨¢ximo nivel.
Esta semana ser¨¢ clave y nos permitir¨¢ observar la capacidad de generar gobernanza estrat¨¦gica del nuevo Gobierno. Los d¨ªas que siguen mostrar¨¢n un poco c¨®mo se aproximar¨¢ a garantizar la gobernabilidad. Y si alejar¨¢n o no los fantasmas del miedo que experimenta todav¨ªa un alto sector de la poblaci¨®n colombiana que est¨¢ pendiente a la reacci¨®n del mercado.
Un Gobierno de unidad nacional tiene la posibilidad hist¨®rica de valorar el esfuerzo de sus electores, sus aliados y sus cercanos, pero a la vez puede fortalecer su talante democr¨¢tico incluyendo otros sectores de la pol¨ªtica y la sociedad civil. Los desaf¨ªos sociales de Colombia son inmensos y la consigna deber¨ªa ser: Inclusi¨®n sin exclusi¨®n. En este tiempo est¨¢n m¨¢s vigentes las palabras de Sim¨®n Bol¨ªvar: ¡°La uni¨®n debe salvarnos, como nos destruir¨¢ la divisi¨®n si llega a introducirse entre nosotros¡±. Al igual que la voz de Francisco de Paula Santander: ¡°La moderaci¨®n, la tolerancia y la justicia rigen el coraz¨®n y desarman el descontento¡±. Ellos, aunque no pudieron cimentar el poder de la unidad, ni activar la capacidad de la regi¨®n, entendieron la magia de las palabras y legaron un sue?o de Rep¨²blica que a¨²n espera escribir las mejores p¨¢ginas de su historia: Es la hora de las regiones para conseguir la unidad nacional. Una tarea que qued¨® pendiente hace muchas d¨¦cadas.
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