¡®Lurigancho: el musical¡¯: la obra de los presos de la c¨¢rcel m¨¢s hacinada de Latinoam¨¦rica
Con hip hop y salsa como tel¨®n de fondo, 70 reos en escena protagonizan un musical que retrata la crudeza de la c¨¢rcel y la esperanza de que el arte puede darles otra vida cuando cumplan su condena
En el auditorio del penal de Lurigancho, una cancha de losa bajo un techo de calamina, un muchacho fornido de camisa floreada acaba de clavarle un sable en el est¨®mago a un interno que hab¨ªa tratado de cogotearlo. Furibundo, ahora ha agarrado un rev¨®lver y est¨¢ apunt¨¢ndole en la frente a otro sujeto que ven¨ªa a atacarlo. Los rodean otros pistoleros que disparan al aire. La c¨¢rcel se desangra y de los agentes de la penitenciar¨ªa ni rastro. Un esc¨¢ndalo que, indudablemente, ser¨¢ tendencia y acaparar¨¢ los dominicales. Pero no, por fortuna no se trata de ninguna reyerta, sino del ensayo de ...
En el auditorio del penal de Lurigancho, una cancha de losa bajo un techo de calamina, un muchacho fornido de camisa floreada acaba de clavarle un sable en el est¨®mago a un interno que hab¨ªa tratado de cogotearlo. Furibundo, ahora ha agarrado un rev¨®lver y est¨¢ apunt¨¢ndole en la frente a otro sujeto que ven¨ªa a atacarlo. Los rodean otros pistoleros que disparan al aire. La c¨¢rcel se desangra y de los agentes de la penitenciar¨ªa ni rastro. Un esc¨¢ndalo que, indudablemente, ser¨¢ tendencia y acaparar¨¢ los dominicales. Pero no, por fortuna no se trata de ninguna reyerta, sino del ensayo de Lurigancho: el musical, una pieza teatral gestada por los mismos reos detr¨¢s de los barrotes del penal m¨¢s grande del Per¨², con una poblaci¨®n que suele bordear los 9.500 internos, cuando inicialmente fue creado para 2.500. Es decir, un lugar donde no hay cama pa¡¯ tanta gente.
Como en otros presidios, hay quienes entran y salen, atrapados en una puerta giratoria sin fin; otros prefieren estar adentro porque encuentran la manera de conservar su poder o estar a salvo de las venganzas de sus enemigos o simplemente, porque est¨¢n convencidos de que no tienen nada que hacer afuera: no tienen familia o si la tienen la perdieron para siempre; otros, los m¨¢s optimistas, se permiten la sensibilidad y aprenden a darle otro uso a sus manos: bordar una tela, hacer cer¨¢mica, reparar zapatos, preparar pan, tocar un instrumento. Pero todos se enfrentan al dilema universal de qu¨¦ hacer con el tiempo. Aprovecharlo o dejarlo pasar. De esa decisi¨®n depender¨¢ su actitud al abandonar la prisi¨®n. Hallar un sentido, aferrarse a un destello, empezar a ser libres.
No es casual que el creador del musical haya sido un exinterno de apellido Paz. Pr¨®fugo durante varios a?os, por la muerte de una treintena de j¨®venes carbonizados y asfixiados en una discoteca llamada Utop¨ªa de la cual era due?o, el empresario ?dgar Paz Ravines escribi¨® instintivamente un par de libros y esta pieza teatral durante su breve estancia en esta c¨¢rcel al noroeste de Lima. En sus primeros a?os solo fue una obra interna, pero desde el 2022 adquiri¨® otro vuelo al darle la direcci¨®n a Yashim Bahamonde, un reconocido guionista de televisi¨®n, cine y teatro, con dos d¨¦cadas de experiencia dise?ando montajes en penales. Es el hombre barbudo, de mo?o, que cada vez que da una indicaci¨®n concita la atenci¨®n absoluta de los internos. ¡°Yo les hablo en el mismo idioma. Ni como profesor, ni como psic¨®logo, ni como autoridad, sino como un voluntario que cree en ellos¡±, dir¨¢ durante el receso.
La obra, que cuenta con el soporte musical de una orquesta dirigida por maestros venezolanos, sali¨® de los muros de Lurigancho por primera vez a mediados de diciembre del 2023, present¨¢ndose ante quinientas personas en el Teatro Segura, en el Centro Hist¨®rico de Lima. Las gratas impresiones que despertaron y su buena conducta les valieron para conseguir dos funciones en el auditorio central de la Universidad de Lima en junio pasado. Todo estaba preparado para que el 20 de agosto dieran el salto hasta el escenario m¨¢s importante del pa¨ªs: el Gran Teatro Nacional y sus mil quinientas butacas, pero el destino les puso una zancadilla: una huelga sindical del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) trunc¨® la presentaci¨®n pues no hab¨ªa personal que los resguardara y, finalmente, deber¨¢n esperar hasta el primero de noviembre para demostrarle a la gente que tambi¨¦n tienen talento para producir arte y que contemplar la vida desde otro costado es posible.
¡°El teatro me ha ayudado a darme cuenta que la delincuencia no era lo m¨ªo, que mi mundo es este, actuar y cantar¡±, dice Arturo Moreno Mi?o ¡ªcabeza afeitada a los lados, rulos prominentes, cicatriz de veinticinco puntos encima del ojo derecho¡ª, el joven que hace media hora acuchill¨® a un interno con un sable de pl¨¢stico, amenaz¨® a otro con una pistola de utiler¨ªa y luego se cant¨® una salsa. El protagonista del musical, quien interpreta a Omar Negr¨®n, el l¨ªder de Los bravos temerarios, una banda que ha asaltado a varios bancos y joyer¨ªas y que niegan ser unos matones, sino unos ¡°adictos a la adrenalina¡±. A trav¨¦s de este personaje se muestra la crudeza de la c¨¢rcel, esa que se manifiesta cuando la prensa no est¨¢ de visita: c¨®mo debe pagarse un cupo obligatorio para recibir protecci¨®n de los taytas (padre en quechua) de los pabellones, as¨ª como para acceder a una comida diaria y tan siquiera a un colch¨®n. Sin dinero, la c¨¢rcel puede ser un infierno. Una verdad conocida, pero que poqu¨ªsimas veces es contada ¡ªy bailada¡ª por los propios internos a ritmo de rock y hip hop.
Moreno Mi?o naci¨® en Buenos Aires, Argentina, pero fue abandonado por sus padres a los ocho meses. Creci¨® en Lima con su abuela paterna, una anciana criada a la antigua, cari?osa y severa en partes iguales, que le ense?¨® a cocinar, pero que se march¨® muy pronto de este mundo, antes de que cumpliera la mayor¨ªa de edad. Con ella se fue la alegr¨ªa y lleg¨® la soledad. Los malos pasos. Coger lo ajeno. El actor principal de ¡°Lurigancho: el musical¡± ingres¨® a la prisi¨®n por robo agravado a mediados del 2020 y a¨²n le quedan dos a?os de condena. ¡°Voy a salir como cantante y actor¡±, dice con una sonrisa. Ha adquirido herramientas valiosas. Yashim Bahamonde, el director, le ha ense?ado a llorar usando su memoria emotiva. Cada vez que la escena lo amerita, piensa en su abuela y en cu¨¢nto le gustar¨ªa que pudiese ver c¨®mo est¨¢ ahora. Abrazarla, llenarla de besos y darle las gracias.
Desde una esquina del auditorio, las trompetas, el teclado y las congas ambientan la ma?ana. El ensayo prosigue con la disciplina y el profesionalismo de cualquier otro elenco. A quienes no les toca entrar en escena guardan silencio y a los que s¨ª, aceptan las observaciones del core¨®grafo y repiten lo que haya que repetir sin poner mala cara. Entre cantantes, bailarines y m¨²sicos son cuarenta personas. A ellos se suman otros cinco que son m¨²sicos del penal Castro Castro y una veintena de internas del penal femenino de Santa M¨®nica, quienes conforman el coro. Varias de las canciones son autor¨ªa de ?dgar Paz Ravines y tambi¨¦n del coprotagonista, la versi¨®n madura de Omar Negr¨®n: Juli¨¢n Izquierdo Ferreira, un moreno cincuent¨®n cuyo aspecto f¨ªsico y saoco al cantar se asemejan al del sonero dominicano Cuco Valoy. Por gusto no integr¨® algunas orquestas de salsa. Es su tercera temporada en Lurigancho, y esta vez lo condenaron a diecis¨¦is a?os por un delito en el que no desea entrar en detalles. Todav¨ªa le queda una d¨¦cada. Se ha animado a componer y en la obra destaca su tema ¡°El Rufo¡±, como se conoce en prisi¨®n a quienes pierden la dignidad y las ganas de vivir.
¡°Yo puedo estar libre o entre cuatro paredes, pero si sigo metido en el vicio, voy a seguir preso toda mi vida. Llevo tres a?os y medio sin drogarme. Me dar¨ªa mucha pena que despu¨¦s de haberme aplaudido por lo que soy capaz de hacer en los escenarios, me vuelvan a ver destruido. Le pido a Dios que no me ocurra de nuevo¡±, dice Izquierdo Ferreira ¡ªuna cruz de metal colg¨¢ndole en el pecho, un drag¨®n deste?ido en el brazo izquierdo, cicatrices por doquier y una peculiar dedicatoria a su esposa fallecida en el antebrazo izquierdo: ¡°mi negra cochina¡±¡ª. Su m¨¢xima ilusi¨®n es que alguno de sus siete hijos vayan a verlo en el musical. Pero tambi¨¦n comprende sus ausencias. ¡°Son incr¨¦dulos y no les falta raz¨®n. Uno ha mentido mucho. As¨ª que hay que ganarse nuevamente a la familia. Toma tiempo¡±, dice Izquierdo cuyas mayores influencias musicales son los boricuas Andy Monta?ez y el Cano Estremera.
Otra aparici¨®n destacable en el montaje es la de Aldana Earl G¨®mez, una chica trans que, adem¨¢s de contagiar su picard¨ªa y su ritmo al menearse, interpreta tres papeles: pareja de uno de los cabecillas de la banda Los bravos temerarios, madre del protagonista Omar Negr¨®n y, por si fuera poco, es la hija de Negr¨®n en su versi¨®n madura que vive en Espa?a. Su determinaci¨®n le ha valido las felicitaciones de la actriz Denisse Dib¨®s, directora y productora de una asociaci¨®n cultural que apuesta por los musicales en el Per¨². ¡°He descubierto mis dotes de actuaci¨®n. Solo me faltan tres a?os. Y estoy mentalizada en dedicarme a esto cuando salga. Quiero brillar¡±, cuenta Aldana, quien se siente protegida entre sus compa?eros del elenco.
Dedicarse al arte despu¨¦s de haber purgado prisi¨®n es una posibilidad real. Yashim Bahamonde ha fogueado a varios exinternos en las teleseries y novelas donde trabaja. Adem¨¢s ha fundado una asociaci¨®n cultural llamada 2da funci¨®n que est¨¢ conformada ¨ªntegramente por los alumnos que han llevado sus talleres privados de la libertad. Su visi¨®n trasciende a la escena local, planea filmar un cortometraje de ¡°Lurigancho: el musical¡± y enviarlo a festivales internacionales. ¡°Mi sue?o es que cuando recuperen su libertad podamos viajar juntos a Berl¨ªn, a Venecia. Que puedan conocer el mundo¡±, expresa y luego lanza un suspiro. Las grandes ligas. El director del penal, V¨ªctor Santos Huapaya, se suma al entusiasmo: ¡°Llevo veintis¨¦is a?os de servicio en c¨¢rceles y no ha habido un proyecto similar. Es bueno que la poblaci¨®n sepa que Lurigancho no solo es hacinamiento, sino tambi¨¦n resocializaci¨®n¡±. Las paredes del auditorio, plagadas de escudos de equipos de f¨²tbol, dan el mensaje final de la jornada, en medio de un beat de hip hop: ¡°el pasado muere, el presente vive, el recuerdo queda y la vida sigue¡±.