El salto al vac¨ªo de Evo Morales
La guerra abierta entre el expresidente y Luis Arce acelera la descomposici¨®n de la organizaci¨®n que domin¨® la pol¨ªtica de Bolivia por casi 20 a?os
En marzo de 2007 presenci¨¦ una conversaci¨®n en la residencia presidencial de La Paz entre el presidente Evo Morales y su ministro de Econom¨ªa, Luis Arce. Mientras miraba dos partidos de f¨²tbol europeo en simult¨¢neo, el Presidente le pidi¨® un estado de situaci¨®n del pedido de aumento salarial de maestros y trabajadores de la salud. Arce le cont¨® que unos 500 maestros rurales trabajaban 120 horas pero cobraban 104.
¡ªDame una sugeren...
En marzo de 2007 presenci¨¦ una conversaci¨®n en la residencia presidencial de La Paz entre el presidente Evo Morales y su ministro de Econom¨ªa, Luis Arce. Mientras miraba dos partidos de f¨²tbol europeo en simult¨¢neo, el Presidente le pidi¨® un estado de situaci¨®n del pedido de aumento salarial de maestros y trabajadores de la salud. Arce le cont¨® que unos 500 maestros rurales trabajaban 120 horas pero cobraban 104.
¡ªDame una sugerencia, jefe¡ª, le pidi¨® el presidente.
¡ªSe puede aumentar a 108¡ª, contest¨® el subordinado con timidez.
¡ªOfr¨¦celes 106.
Morales luego fij¨® la estrategia de primero acordar con los rurales para que los urbanos se vieran obligados a ceder. Arce, como el resto de los integrantes del Gabinete, ten¨ªa cierto pavor a sus modos en¨¦rgicos, que pod¨ªan derivar en arbitrariedades o salidas hacia el humor. En Arce, Morales ve¨ªa un buen t¨¦cnico. Cuando 10 a?os m¨¢s tarde le pregunt¨¦ durante un viaje en helic¨®ptero por sus posibles compa?eros de f¨®rmula, lo descart¨®: dijo que el economista serv¨ªa para la gesti¨®n, pero que no era pol¨ªtico. En su narraci¨®n de los grandes hitos de la presidencia -las nacionalizaciones, por caso- los pol¨ªticos (ll¨¢mese Morales) se hab¨ªan impuesto a los t¨¦cnicos, a los abogados y a los economistas (ll¨¢mese Arce).
En esa primera etapa del gobierno Bolivia conoci¨® un tiempo ¨²nico de crecimiento econ¨®mico, reducci¨®n de la pobreza, inclusi¨®n social y estabilidad en uno de los pa¨ªses m¨¢s inestables de la regi¨®n. Ese ciclo virtuoso empez¨® a truncarse cuando Morales llam¨® a un refer¨¦ndum en 2016 para continuar en el cargo, luego desconoci¨® el resultado adverso y forz¨® una nueva elecci¨®n en 2019 que termin¨® con denuncias de fraude, movilizaciones masivas en su contra que desbordaron al llamado gobierno de los movimientos sociales y, luego, un golpe de Estado con acuartelamiento policial y pedido de renuncia de las Fuerzas Armadas.
En la ciudad de M¨¦xico, su primer destino como exiliado, Morales vio c¨®mo su poder interno se licuaba y debi¨® elegir un sucesor por primera vez. Pese a las resistencias internas, opt¨® por Arce porque resaltaba los logros econ¨®micos de su presidencia, interpelaba a sectores medios urbanos extraviados del Movimiento Al Socialismo (MAS) y le garantizaba una lealtad personal. Meses m¨¢s tarde, con la campa?a en marcha en plena pandemia, el t¨¦cnico empez¨® a autonomizarse del pol¨ªtico y ni siquiera lo mencion¨® en su discurso inaugural: los nombres propios que eligi¨® fueron los de su madre, el de su entonces esposa y el del l¨ªder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz.
Esa distancia entre ambos se fue amplificando casi a diario durante los siguientes tres a?os hasta convertirse en un conflicto abierto y descarnado: se han peleado por todo lo imaginado y se han lanzado gruesas denuncias. Morales acus¨® al hijo del Presidente, el ingeniero Marcelo Arce Mosqueira, de negociar vidriosamente con enviados de Elon Musk concesiones y difundi¨® audios privados. Arce, en una conversaci¨®n a solas, le advirti¨® que con la familia no pod¨ªa meterse.
En las ¨²ltimas semanas, el Gobierno de Arce ha reactivado viejas causas judiciales en contra de Morales y una denuncia por estupro y trata de personas que termin¨® con un pedido de detenci¨®n contra el ex presidente despu¨¦s de que se negara a declarar alegando una persecuci¨®n pol¨ªtica. Cuando le preguntaron si hab¨ªa embarazado a una menor de edad pidi¨® respeto por tratarse de un tema familiar -otra vez la familia- y enmarc¨® la acusaci¨®n en el dispositivo gubernamental utilizado en su contra. Si Morales pudo captar el esp¨ªritu de una ¨¦poca cuando lleg¨® al poder en 2006, no ha calibrado las implicancias actuales de esa denuncia, su propia respuesta y el rechazo social que ha generado.
Desde el lunes de esta semana, organizaciones sociales afines iniciaron un bloqueo de carreteras con algunos pedidos para que el gobierno de Arce revierta la actual crisis econ¨®mica, aunque el 70% de la poblaci¨®n, seg¨²n una encuesta, cree que es para proteger a Morales de las denuncias judiciales.
El mi¨¦rcoles a la noche, el expresidente atendi¨® el tel¨¦fono en un punto no identificado del Chapare, su basti¨®n cocalero, en Cochabamba, el departamento del pa¨ªs donde los cortes son m¨¢s efectivos. Clandestino y al mismo tiempo imposibilitado de moverse por los cortes que promueve, encontr¨® tiempo para las minucias de la vida cotidiana. Esa ma?ana hab¨ªa hecho 1.500 abdominales (s¨ª, 1.500) antes del amanecer y evaluaba suspender la cr¨ªa de tambaqu¨ª el d¨ªa siguiente (desde que volvi¨® a Bolivia en 2020 produce ese pescado blanco) por el aguacero pronosticado. Arce -sostiene- se ha convertido en el peor presidente desde la recuperaci¨®n de la democracia en 1982. Duro e intransigente, dice que no negocia con narcotraficantes ni corruptos ni drogos (el modo que tiene de referirse a los adictos a las drogas) del Gobierno y s¨®lo queda batallar hasta el amargo final.
La raz¨®n de fondo del conflicto entre ambos es la candidatura presidencial de 2025. La ausencia de procedimiento democr¨¢ticas internos para resolver el conflicto (y la candidatura) y los fallidos intentos de mediaci¨®n internos y externos, que incluy¨® al Grupo Puebla, Luis Inacio Lula de Silva, Alberto Fern¨¢ndez y Nicol¨¢s Maduro, han llevado al inicio de la descomposici¨®n del partido que gobern¨® el pa¨ªs -salvo durante el a?o del interregno del gobierno de facto de Janine A?ez- durante casi dos d¨¦cadas. La puja entre ambos -se?ala el editor Jos¨¦ Antonio Quiroga- es lo m¨¢s pr¨®ximo a lo que los peruanos llaman una muerte cruzada: los dos contendientes pueden liquidarse rec¨ªprocamente.
En la fallida presidencia de Arce pes¨® tanto el conflicto interno como sus magros resultados econ¨®micos y de gesti¨®n. Concluido un largo ciclo de precios internacionales sostenidamente altos que favorec¨ªan las exportaciones bolivianas, en particular de hidrocarburos, la escasez de divisas era cada vez m¨¢s acuciante desde el inicio de la gesti¨®n Arce. El candidato que lleg¨® a la presidencia como economista no consigui¨® destacarse en su materia: le fall¨® la f¨®rmula y se qued¨® sin trucos ni planes B. Aunque en el ejercicio del poder presidencial no abandon¨® la tranquila mansedumbre de la expresi¨®n ni sus palabras moderadas, fue implacable en su intento de imponer su candidatura con la idea de que su adversario interno recib¨ªa un irremontable rechazo social. Consciente ahora de sus casi nulas chances de reelegirse, procura evitar la candidatura de Morales que ha crecido en las encuestas desde julio en adelante en paralelo a su propia ca¨ªda.
La postulaci¨®n de Morales, sin embargo, est¨¢ en un limbo legal por un fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional que podr¨ªa inhabilitarlo. De ser as¨ª, podr¨ªa tener que recurrir a una nueva sigla partidaria. Pese a las denuncias, Morales retiene un n¨²cleo duro, pero su techo es bajo: algunas encuestas se?alan que 60% de la sociedad quiere votar a un candidato ajeno al partido de gobierno. Tiene un escollo tambi¨¦n mayor: inspirar un programa de futuro. Est¨¢ desgastado en la reiteraci¨®n -la de su legado, de su nombre, de sus palabras, de sus recuerdos, de sus presidencias-; con el Chapare como nueva, vieja base; y una radicalizaci¨®n en todos los frentes -incluida la pol¨ªtica exterior con la defensa irrestricta del r¨¦gimen de Maduro- en un sentido contrario al que gan¨® la presidencia de 2005.
Morales forzar¨¢ todos los l¨ªmites -dice una de las personas que mejor lo conoce y m¨¢s lo ha tratado en los ¨²ltimos 20 a?os- para habilitarse como candidato y calcula que falta muy poco para que el gigantesco malestar social, real, asfixie a Arce y retroceda. En paralelo, deja que otros abran canales de negociaci¨®n porque si los bloqueos fracasan quedar¨¢ muy debilitado. A¨²n no se resigna a conseguir lo que parece imposible: que Arce vuelva a ser un buen t¨¦cnico y que vuelva a obedecerle.
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