Narcos, mineros ilegales y disidencias: la triple alianza que devasta a la Amazon¨ªa
En la frontera entre Per¨², Colombia y Brasil, una alianza entre disidencias colombianas, grupos de crimen organizado brasilero y narcos peruanos sobrepasa a las autoridades
Cuando la hoja de coca en la Amazon¨ªa peruana se pone verde oscura, los ind¨ªgenas que viven en comunidades regadas sobre la espesa selva del margen colombiano del r¨ªo Amazonas ya saben lo que se viene. Son tiempos de cosecha. Eso significa que varios ¡°encargados¡± peruanos atraviesan el r¨ªo ¡ª que all¨ª, y por 110 kil¨®metros es la frontera¡ª en lanchas peque?as para recoger a quienes est¨¦n dispuestos a raspar la hoja. Los llevan por las mismas aguas y luego los acompa?an a caminar cuatro o cinco horas, en trochas que van desde poblados como Islandia, Santa Rosa o Bellavista, hasta fincas que combinan hect¨¢reas repletas de cultivos de coca con cocinas en las que ¡°quimiquean¡±. ¡°La ley [por las autoridades] peruana sabe que vamos a pasar. Ah¨ª no est¨¢ el peligro¡±, dice V¨ªctor*, un ind¨ªgena colombiano de 47 a?os que recuerda haber hecho por lo menos cinco viajes desde el 2020.
¡°El peligro es si usted se pone a hablar con alguien m¨¢s en esas fincas o se mete a las cocinas, porque todas est¨¢n cuidadas por hombres armados que lo matan. Lo entierran en el lodo¡±, a?ade. Sin hablar con nadie para regresar, V¨ªctor raspa hojas durante cuatro o cinco d¨ªas en los que le dan lentejas con yuca para comer y un techo para dormir. Al final, mete las hojas en un costal que pesan los ¡°encargados¡±. Pese a estar en suelo peruano, le pagan entre 200 y 300 reales brasileros, porque buena parte de lo producido cruza la cercana frontera con ese pa¨ªs. Si no son billetes, la otra moneda de cambio es la pasta base.
¡°Somos los esclavos del polvo blanco¡±, dice parado frente a su casa de madera, mientras con sus dedos se se?ala la nariz. En su poblado, los ni?os juegan con camiones de pl¨¢stico que arrastran de una cuerda, mientras los m¨¢s j¨®venes est¨¢n casi todos pegados a las pantallas de sus celulares. Varios de ellos tambi¨¦n prueban suerte en estos viajes, a los que incluso van familias enteras. Est¨¢n preocupados porque desde la pandemia se dispararon estas traves¨ªas y tambi¨¦n el consumo de drogas en los adolescentes. En un intento por mantenerlos ocupados, han creado campeonatos de f¨²tbol, con copas y medallas. ¡°Nosotros no ¨¦ramos as¨ª¡±, comenta el l¨ªder de la comunidad, mientras mira un hilo de humo negro que sale del lado peruano de la selva. Especula con otros ind¨ªgenas. ¡°Deben estar quemando cocinas¡±, dice.
No es solo la pasta base, la coca¨ªna o la marihuana lo que se esparce ante los ojos de las autoridades militares y civiles de Colombia, Per¨² y Brasil en esta triple frontera amaz¨®nica, en el coraz¨®n de una de las selvas m¨¢s fundamentales para la regulaci¨®n clim¨¢tica del mundo. Tambi¨¦n pasa oro, maderas preciosas o mercurio que aprovecha la zona que el narcotr¨¢fico ha encontrado como santuario desde los a?os ochenta. Un tr¨¢fico que manejan las alianzas criminales que, tras la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC en 2016, se han forjado entre disidencias colombianas, narcotraficantes peruanos y grupos de crimen organizado brasile?os.
Del narcotr¨¢fico versi¨®n FARC a la ¡°triple alianza¡±
La alianza entre grupos armados colombianos y narcos y traficantes de armas brasileros es de vieja data. Aunque las extintas FARC intentaron entrar a la zona con el Frente 63 y alcanzaron a tener comisiones de finanzas, mantener tropa en esa selva tan inh¨®spita siempre les fue muy costoso y no lo ve¨ªan tan estrat¨¦gico. ¡°Al ser un departamento tan aislado y sobre todo con poca poblaci¨®n, nunca tuvo gran desarrollo, dado que la base social es fundamental en un proyecto insurgente¡±, explica un excomandante del Bloque Oriental. Pero ya negociaban con los narcos brasileros, que viajaban a Colombia a vender armas y comprar coca¨ªna. En una negociaci¨®n de ese tipo, el ej¨¦rcito colombiano captur¨® en febrero de 2001 al capo brasilero Fernandinho Beira-Mar. Se trataba de uno de los jefes del Comando Vermelho, una organizaci¨®n criminal que comenz¨® en una c¨¢rcel en R¨ªo de Janeiro y hoy es de lejos la m¨¢s poderosa de Brasil.
M¨¢s de veinte a?os despu¨¦s, la alianza entre Comando Vermelho y las ahora disidencias se ve m¨¢s fuerte. Tras la firma del acuerdo de paz de 2016, los r¨ªos Amazonas, Putumayo, Pur¨¦ y Caquet¨¢, que fluyen de las monta?as andinas en Colombia hacia Brasil, en el este, se han convertido en un epicentro del crimen transnacional. Las primeras disidencias en llegar al departamento colombiano del Amazonas fueron hombres del Frente Primero, comandado en su momento por Iv¨¢n Mordisco en 2016. Aparecieron en los resguardos Mirit¨ª-Paran¨¢ y Yaigoj¨¦ Apaporis, en esa zona selv¨¢tica del norte del departamento del Amazonas, vecina con el Guain¨ªa y cercana al Brasil, aparentemente convencidos de la presencia de multinacionales mineras a las que podr¨ªan extorsionar. Lo que sigui¨® fue la b¨²squeda de rentas criminales que aprovechan la riqueza natural, la escasa presencia estatal y la alianza con los brasileros.
Hoy son dos grupos colombianos los que tienen cuadrados sus enlaces y movimientos, y tienen estudiados los de la inteligencia peruana, brasilera y colombiana, pese a los esfuerzos de coordinaci¨®n transnacional de los tres pa¨ªses. Seg¨²n siete fuentes consultadas para este reportaje, compran funcionarios corruptos o ¡°tienen n¨®mina¡± para que todo fluya.
Uno es el Frente Carolina Ram¨ªrez, que tiene su base en el departamento del Putumayo, varios centenares de kil¨®metros m¨¢s al oeste y entre los r¨ªos Caquet¨¢ y Putumayo. Hace parte del Bloque Amazonas, cuyo jefe m¨¢ximo es Iv¨¢n Mordisco y la inteligencia militar colombiana se?ala que tienen 53 hombres en armas y 33 milicianos. Han bajado por el Caquet¨¢, que atraviesa el departamento del Amazonas hacia Brasil. Lo usan como una v¨ªa de tr¨¢fico ilegal, por la que sacan la mercanc¨ªa en canecas, de noche, burlando los controles estatales. Ese mismo bloque tiene otro pie en el departamento con el Frente Jhonier Arenas, que en los c¨¢lculos de la inteligencia militar colombiana suma 31 hombres en armas y cinco milicianos, y se mueve tambi¨¦n sobre el r¨ªo Caquet¨¢.
El otro grupo armado colombiano que participa son los Comandos de la Frontera, que han estado peleando el control de las rutas de tr¨¢fico con el Frente Carolina Ram¨ªrez. El jefe de los 618 hombres en armas y 143 milicianos que calcula la inteligencia militar colombiana es conocido como Ara?a. Tras hacer parte de la ahora fragmentada sombrilla disidente de la Segunda Marquetalia, ahora est¨¢ en la llamada Coordinadora Nacional Ej¨¦rcito Bolivariano.
En el Amazonas tiene una red de apoyo que le responder¨ªa a Jhon Fredy Garc¨ªa, Pitufo, y que avisa sobre los movimientos militares, contacta a los brasileros en lugares fronterizos como Tarapac¨¢ o La Pedrera y a los narcos peruanos en poblados ubicados sobre los r¨ªos fronterizos como Puerto Alegr¨ªa, Puerto Arica y El Encanto. Seg¨²n las fuentes de la zona, Comandos reparte ¡°sueldos¡± que oscilan de 2 a 3,5 millones de pesos (unos 400 a 800 d¨®lares) a sus miembros en los niveles m¨¢s bajos, les da ¡°vacaciones¡± y tiene claro que si alguien no quiere regresar, al d¨ªa siguiente encuentran quien lo reemplace.
Del lado brasilero, Comando Vermelho no solo recibe la producci¨®n de drogas ilegales de las disidencias colombianas, sino tambi¨¦n de narcotraficantes del Per¨², de las fincas en las que V¨ªctor y decenas de ind¨ªgenas viajan en una traves¨ªa que puede no tener tiquete de regreso. En los ¨²ltimos a?os ha crecido el procesamiento de la coca en Per¨², que antes sol¨ªa exportarla a Colombia para terminar la transformaci¨®n de la hoja en el famoso polvo blanco, como explica un estudio publicado en 2023 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la Polic¨ªa Nacional del Per¨² y la Comisi¨®n Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas. Con ello, ha surgido un ecosistema criminal de ¡°narcos¡±, due?os de fincas y ¡°encargados¡± que se entienden con sus socios brasileros.
En Islandia, una localidad peruana del distrito de Yavar¨ª con casas de madera sobre palafitos, un maderero, de cachucha y sin camisa, cuenta, mientras lija una tabla, c¨®mo agarraron a un vecino de ¨¦l hace unos meses con varios kilos de pasta base. ¡°Mucha gente de ac¨¢ de Per¨² va a raspar, pero a los que m¨¢s comprometen en ese trabajo son a los colombianos. Aqu¨ª sacan la mercanc¨ªa por los r¨ªos, de madrugada¡±.
En la comisar¨ªa de la polic¨ªa, una casa verde que se anuncia como la autoridad y en la que hay 11 uniformados, el suboficial t¨¦cnico Luis Enrique Vela Lozano, quien acaba de llegar al cargo, dice que a los uniformados los rotan cada seis o siete meses y que no tiene informaci¨®n sobre este tema. ¡°Son rumores y los que estaban antes no nos informaron. Nosotros solo patrullamos la localidad, hacemos rondas en los puentes para prevenir el consumo de marihuana en los j¨®venes¡±. Mientras hay por lo menos 20 lanchas tur¨ªsticas parqueadas en la orilla del r¨ªo esperando pasajeros, el funcionario se?ala que ellos tienen apenas dos lanchas sin motor.
Ganancias doradas
En 2016, en el Parque Nacional Natural R¨ªo Pur¨¦ -que desemboca en el r¨ªo Caquet¨¢ en territorio brasilero y que hoy est¨¢ repleto de dragas de miner¨ªa ilegal- Parques Nacionales Naturales de Colombia construy¨® una caba?a. Esa presencia estatal parece poca, pero es inusual en miles de kil¨®metros de selva y por a?os evit¨® la miner¨ªa de oro sobre esa cuenca. Pero no por siempre. El Pur¨¦ ya es otra autopista para las disidencias, que les permite conectarse con mayor facilidad con los r¨ªos Caquet¨¢ y Putumayo, y as¨ª burlar los controles fronterizos de Colombiana y Brasil en los cruces de La Pedrera, Tarapac¨¢, Villa Betancourt e Ipiranga.
En 2020, la caba?a fue vandalizada y destruida. Ese mismo a?o, personas armadas que se identificaron como miembros del Frente Carolina Ram¨ªrez, amenazaron a los funcionarios de Parques Nacionales. Tuvieron que salir y no han podido regresar. Eso interrumpi¨® el trabajo que hac¨ªan de manera coordinada con pueblos ind¨ªgenas, que ha sido fundamental para preservar la selva en el departamento m¨¢s extenso de Colombia. Desde entonces, solo pueden cuidar el r¨ªo Pur¨¦ desde el aire y a punta de im¨¢genes satelitales. Los pocos sobrevuelos que logran al a?o les muestran el tama?o de la cat¨¢strofe: por lo menos 30 dragas han remontado el r¨ªo hasta el tramo colombiano, y se suman a otras 120 del lado brasilero. Esos ¡°dragones¡± son casas flotantes que destruyen el ambiente, pues contaminan el r¨ªo con el mercurio que separa el oro de otros materiales.
¡°Me gustar¨ªa mucho que la Fiscal¨ªa y la Polic¨ªa Judicial vieran esto como un sistema¡±, dice en su oficina Edilberto Cort¨¦s, general y comandante de la Brigada 26, con sede en Leticia. ¡°La miner¨ªa ilegal necesita combustible para trabajar 24 horas, ah¨ª viven familias que comen todos los d¨ªas, que tienen StarLink, Direct TV¡ ?c¨®mo est¨¢n tranquilos?¡±. Este curtido piloto de helic¨®pteros Black Hawk no tiene ni un helic¨®ptero o avi¨®n en su unidad, encargada de supervisar miles de kil¨®metros de tupidas selvas. Debe pedirlos a Bogot¨¢ cuando los requiere, y nada le garantiza que le manden uno. El Ej¨¦rcito colombiano tiene desplegado un batall¨®n de infanter¨ªa en El Encanto con 150 hombres, 100 soldados m¨¢s en Puerto Arica, otros tantos en Tarapac¨¢ y 150 m¨¢s en La Chorrera. Pero para ir a la fuente de la econom¨ªa ilegal debe hacer operaciones a¨¦reas.
El ¡°sistema¡± del que habla Cort¨¦s amenaza al Pur¨¦, a otros r¨ªos peque?os como el Cotuh¨¦ o el Puret¨º, y a los m¨¢s grandes, el Putumayo y el Caquet¨¢. Las ganancias de la miner¨ªa ilegal son impresionantes, coinciden los expertos, aunque dif¨ªciles de precisar. Los precios fluct¨²an, los ingresos cambian con la suerte o el tiempo de trabajo.
Los c¨¢lculos gruesos parten de que un gramo de oro cuesta aproximadamente 360.000 pesos, unos 80 d¨®lares. Un ¡°drag¨®n¡± grande puede producir 150 gramos diarios, unos 54 millones de pesos o 12.000 d¨®lares. Descontando sus gastos, el Ej¨¦rcito le calcula una rentabilidad mensual de m¨¢s de 1.250 millones de pesos, casi 300.000 d¨®lares. Una draga m¨¢s peque?a, la ¡°draga caperuza¡±, puede producir 100 gramos diarios (36 millones de pesos u 8.000 d¨®lares al d¨ªa, y una rentabilidad mensual de unos 194.000 d¨®lares), y la peque?a ¡°draga buzo¡±, 2.5 gramos (900.000 pesos, unos 200 d¨®lares, para unas utilidades de 4.500 d¨®lares cada mes).
Una vez extra¨ªdo el oro, las ganancias son casi fijas porque, adem¨¢s de la dificultad que tienen las autoridades para intervenirlas, rastrear el oro es muy dif¨ªcil. ¡°?Cu¨¢ndo es ilegal? Cuando llego y lo encuentro en la draga. Si el mineral llega a Leticia, no hay nada que hacer. Me puedo subir a un avi¨®n con cinco pulseras y tres anillos de oro, llego a Bogot¨¢ y lo entrego all¨¢¡±, explica Cort¨¦s.
Para el Comando Vermelho, financiar la miner¨ªa ilegal es tambi¨¦n una forma de lavar dinero del narcotr¨¢fico. Seg¨²n International Crisis Group, tambi¨¦n le compra directamente oro a los mineros. En contraste, las disidencias colombianas exigen ¡°contribuciones voluntarias¡± o ¡°cuotas de seguridad¡±, eufemismos para sus extorsiones. Solo en ocasiones tienen dragas propias, algo que exige m¨¢s capital y log¨ªstica, pero deja mayores ganancias. ¡°Montan las dragas artesanales, contratan a la misma gente del territorio y llevan buzos, que son los que m¨¢s ganan, pelaos que se meten al r¨ªo a buscar el oro¡±, dice Elizalde, el defensor regional.
Al parecer, de todo este entramado ilegal no solo se alimentan los grupos ilegales. Bram Ebus y Rodrigo Pedroso cuentan, en un reportaje del proyecto Amazon Underworld, que en el lado brasilero los mineros les dijeron que pagan ¡°mensualmente a agentes de la Polic¨ªa Militar 30 gramos de oro por draga a cambio de protecci¨®n¡±. La instituci¨®n niega el se?alamiento.
¡°Ellos compran a muchos militares para que digan que no vieron nada y permitan la entrada de balsas, combustible y mercurio¡±, explica un funcionario colombiano que le hace seguimiento a la miner¨ªa ilegal de oro en el Pur¨¦. El general Cort¨¦s dice que no ha recibido denuncias formales de corrupci¨®n desde que lleg¨® al cargo en diciembre de 2023, pero no pone las manos en el fuego. ¡°Mal har¨ªa yo en creer que en el ambiente no haya personas que no hagan la tarea¡±.
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