Alimentaci¨®n, protecci¨®n y ense?anza en estado salvaje: ellas son las ¡°jefas¡± del reino animal
Ser madre es una labor llena de amor y entrega, pero tambi¨¦n un trabajo duro. Imaginemos ahora la maternidad en la jungla o a la intemperie, huyendo de depredadores o enfrentando los estragos de la escasez de recursos d¨ªa y noche. As¨ª es la maternidad en estado salvaje
A ellas no se les festeja ni reconoce el 10 de mayo, pero su entrega, paciencia y amor est¨¢n presentes en todo momento y de forma desinteresada con sus cr¨ªas. Y aunque entre cada especie, manada y ecosistema los c¨®digos y maneras pueden cambiar de forma radical, ser mam¨¢ en el reino animal es, en esencia, igual de importante, amoroso e incondicional que en la especie humana.
Pese a los diversos puntos de vista evolucionista, teor¨ªas especistas o las m¨²ltiples perspectivas biol¨®gicas, el com¨²n denominador apunta a que todos los seres vivos (plantas, insectos y microorganismos inclu¨ªdos) sostenemos una historia en com¨²n, por lo que no es extra?o explicar nuestro propio devenir en patrones, similitudes e incluso diferencias frente al reino animal, uno en donde la figura materna es tanto o m¨¢s importante que la de los seres humanos.
Salvo en escasas excepciones, la maternidad de los mam¨ªferos siempre nos est¨¢ recordando la nuestra. En su libro Peque?o mam¨ªfero. El cachorro humano y otros lactantes (Ediciones Mart¨ªnez Roca, 2017), el neonat¨®logo del Hospital Joan XXIII de Tarragona, Espa?a, Adolfo G¨®mez Pap¨ª, afirma que las similitudes de pautas instintivas, cuidados, incluso actitudes y cualidades con las poco m¨¢s de 5.500 especies de mam¨ªferos registradas en el planeta van m¨¢s all¨¢ de lo evidente. De acuerdo con el especialista, pese a ciertas diferencias biol¨®gicas, al igual que nosotros todos los mam¨ªferos gestan y son amamantados, poseen pelo, sangre caliente y as¨ª como cuatro c¨¢maras del coraz¨®n o ciertas coincidencias en huesos craneales.
Esto nos hace reconocer la maternidad como un valor universal determinante para la vida y necesario para enfrentar al mundo, uno en donde aprender a obtener cobijo, alimento, defenderse de los peligros latentes o desarrollar ciertas habilidades para convivir en grupo), sugieren la sobrevivencia, a trav¨¦s de un trabajo de paciencia y entrega por parte de la madre para con sus cachorros. Si echamos un vistazo al reino animal descubriremos que las mam¨¢s no recibieron una capacitaci¨®n o se informaron en alg¨²n sitio para prepararse para preservar y proteger a su especie, llegando a veces a extremos incre¨ªbles.
Defensoras implacables
Si buscamos un ejemplo de protecci¨®n incondicional y de que la maternidad es tambi¨¦n un trabajo que rinde los mejores resultados en equipo o mediante una red de apoyo, los elefantes pueden ense?arnos mucho y al respecto, ya que las manadas de hembras e hijos suelen viajar juntas y en c¨ªrculo, con el miembro m¨¢s joven del grupo al interior, para cuidarlo del acecho de los depredadores. Si un beb¨¦ elefante queda hu¨¦rfano, el resto de la manada lo adoptar¨¢.
Cuando una mam¨¢ elefante pierde a su cr¨ªa, de igual forma que nosotros una madre elefante afligida se comporta deprimida durante d¨ªas, mientras la manada crea un entierro para sus muertos. Incluso se tiene registro de que a?os despu¨¦s, algunos elefantes vuelven a visitar el sitio donde uno de los suyos ha muerto.
?Recuerdan todos esos testimonios de madres en vela, durmiendo pocas horas para atender el llanto o cuidar de la salud de su beb¨¦? Las jirafas nos pueden hablar de mantenerse vigilantes para que no le pase nada malo a sus cr¨ªas. S¨®lo 30 minutos de sue?o son suficientes para las mam¨¢s jirafas en plan vigilante. Y cuando una vaya a buscar comida, las otras jirafas cuidar¨¢n a las cr¨ªas. En correspondencia, el instinto de apego por parte de los beb¨¦s es tan fuerte y evidente, que los veremos casi siempre esperar horas en el ¨²ltimo lugar donde vieron a mam¨¢, hasta que ¨¦sta llegue completamente sana y salva a casa.
Los osos polares, los leones, los leopardos, los tigres, los gorilas e incluso las ara?as tienen tambi¨¦n un fuerte instinto maternal que es igual de vital que el de los humanos desde tres objetivos primordiales para preservar la vida: proteger, alimentar y ense?ar a valerse por s¨ª mismo.
Alimento e independencia
Al igual que con los humanos, la etapa de lactancia es determinante para el desarrollo primario de las cr¨ªas. Es curioso constatar que las diferencias naturales de tiempo entre cada especie muchas veces determina el tipo de relaci¨®n con la madre o con la manera en la que se enfrentar¨¢n al mundo.
No por nada las ballenas est¨¢n consideradas como una de las matriarcas m¨¢s respetadas y asombrosas del reino animal. No sorprende que la ballena se encuentre entre las matriarcas m¨¢s grandiosas del planeta, ya que los cachalotes amamantan a sus cr¨ªas durante m¨¢s de dos a?os, lo que detona un v¨ªnculo estrecho duradero con sus hijos. El tiempo y la dedicaci¨®n de las orcas a lo largo de su vida se traducir¨¢ en una uni¨®n inigualable, ya que la cr¨ªa se separar¨¢ de su madre s¨®lo unas cuantas horas para alimentarse y aparearse.
Caso distinto es el de la foca, que es amamantada durante 12 d¨ªas seguidos sin parar, tiempo durante el cual la madre no come un solo bocado y pierde en promedio 3.18 kilogramos por d¨ªa. En contraste, la leche de foca puede contener hasta un 50% de grasa, por lo que las cr¨ªas aumentan de peso r¨¢pidamente, alrededor de 2.27 kilogramos por d¨ªa. Cuando las cr¨ªas ronden los 38 kilogramos, la madre dejar¨¢ que el beb¨¦ se las arregle solo de forma abrupta. ?ste debe ser capaz de adaptarse y sobrevivir a esta transici¨®n de forma r¨¢pida y eficaz. Apenas se les deje descubrir c¨®mo sumergirse y pescar su comida por cuenta propia, las cr¨ªas tendr¨¢n que v¨¦rselas solas.
Esta ingenier¨ªa de alimentaci¨®n y preparaci¨®n primaria dista de las especies que no echan mano de la gestaci¨®n v¨ªa ¨²tero y placenta. Los marsupiales como canguros, koalas o demonios de Tasmania son un gran ejemplo. Pese a que su periodo de gestaci¨®n es relativamente corto (en muchos casos s¨®lo semanas), las mam¨¢s brindan alimento y protecci¨®n contra los depredadores durante un largo tiempo de lactancia dentro de sus bolsas especiales, incluso casi un a?o con ciertas especies, tiempo en el que los beb¨¦s aumentan de peso hasta 2.000 veces.
Por su parte, la vertiente ov¨ªpara condensa en las paredes de sus huevos todos los nutrientes necesarios para el desarrollo de su cr¨ªa desde el d¨ªa uno. Tras la puesta de huevos por parte de la madre, algunos padres estiman culminada su labor, aunque otros siguen defendiendo los huevos y proporcionando alimentos reci¨¦n nacidos los beb¨¦s.
Entre similitudes y variaciones maternas llenas de entrega incondicional, las excepciones tambi¨¦n existen. En unas escasas especies, el macho es quien proporciona el cuidado primordial, como en el caso de los caballitos de mar, donde encontramos el embarazo masculino, un ejemplo adem¨¢s en donde la funci¨®n de cuidado de la madre caballito de mar termina una vez que ha depositado sus huevos en la bolsa del macho.
Ya sea en el reino animal o en la especie humana, estos ejemplos nos hablan de que la maternidad es compleja, poderosa, pero sobre todo diversa y esencial para la vida en pr¨¢cticamente todas sus formas.