Amor, un m¨²sculo que se ejercita todos los d¨ªas
Apostar a temprana edad por la formaci¨®n deportiva de nuestros hijos puede ser una apuesta intimidante, pesada y compleja. Pero cuando el amor, los valores correctos y la pasi¨®n deportiva se unen forman una ecuaci¨®n para toda la vida
De acuerdo con el consenso neurol¨®gico y cient¨ªfico de las ¨²ltimas d¨¦cadas, se entiende que los seres humanos, especialmente durante los primeros a?os de vida en casa al lado de nuestros padres, nos formamos primordialmente de relaciones neuronales en pr¨¢cticamente todos los ¨¢mbitos de nuestra vida: nuestra consciencia, lo que pensamos, sentimos, percibimos o hacemos llega a trav¨¦s de un ¨®ptimo funcionamiento cerebral donde radica la capacidad de aprender nuevas cosas todo el tiempo. Esto incluye invariablemente la pasi¨®n por un deporte o los valores que ser¨¢n los pilares desde los cuales veamos la vida.
Imaginemos ese proceso cerebral como reacciones en cadena y pensamientos positivos que nos van llevando m¨¢s y m¨¢s lejos. La mayor¨ªa de las veces es mam¨¢ quien nos ayuda a dar los primeros pasos, a no caernos o si lo hacemos, levantarnos e intentarlo de nuevo. Sin embargo, al interior de la familia de Karla Zaragoza (41 a?os), madre de tres hijos, la apuesta por una temprana carrera deportiva profesional de uno de ellos, Juli¨¢n Alcocer (13 a?os), ha representado un trabajo en conjunto en mancuerna con su marido, quien tuvo la iniciativa de introducir al peque?o Juli¨¢n al mundo del futbol con tan s¨®lo 4 a?os de edad.
Karla recuerda con cari?o y detalle que la pasi¨®n y gusto por el futbol de su marido fue transmitida de forma natural a su hijo, quien desde muy peque?o demostr¨® inter¨¦s, gusto y entrega por el bal¨®npie de forma constante. El proceso fue d¨¢ndose de forma paulatina, pero cada vez m¨¢s serie y demandante.
¡°Todo empez¨® en el colegio, en donde ten¨ªan equipos representativos y una selecci¨®n, Juli¨¢n Alcocer empez¨® ah¨ª, y a la par lo metimos en una escuela peque?a de futbol. Empez¨® a gustarle m¨¢s y m¨¢s, hasta que hubo un momento en donde un profesor de la escuela nos dijo que era momento de invertir m¨¢s si quer¨ªamos que Juli¨¢n llegara un poco lejos en cuanto a su nivel y desempe?o como atleta¡±, cuenta Karla Zaragoza.
Inversiones, decisiones y motivaciones
Tras unos primeros encuentros en una escuela perteneciente al club del equipo Atlas y con el apoyo del profesor que atin¨® a compartir el potencial de Jul¨ªan, quien lo llev¨® a visorias (pruebas) al club Gallos Blancos, en donde desde la primera recibi¨® al entonces joven talento de 12 a?os de edad.
Esta evoluci¨®n natural ha cambiado la din¨¢mica no s¨®lo de Juli¨¢n como estudiante, ni?o y profesional deportivo, aprendiendo de forma temprana una disciplina, constancia y valores f¨¦rreos para su vida personal, sino que ha hilvanado los tiempos y espacios de toda la familia en funci¨®n a una apuesta importante por su desarrollo. Hoy, la familia completa de Karla Zaragoza es concebida como un equipo que trabaja en funci¨®n de la vida deportiva de Juli¨¢n.
Dicha apuesta, nos cuenta Karla, si bien est¨¢ llena de amor, emoci¨®n y correspondencia con el talento de su hijo de ahora 13 a?os y ocho meses, no ha estado exenta de desvelos, sacrificios e inversiones importantes de tiempo, distancia y recursos por todos los integrantes de la familia.
¡°?l se encarga de su uniforme y se concentra en su desempe?o como estudiante y deportista. Nosotros lo llevamos, lo traemos, le preparamos sus alimentos especiales en horarios especiales, cuando sale de entrenar se dedica a ponerse al corriente de sus tareas, pero tambi¨¦n ha tenido que hacer ciertos sacrificios, no ir con nosotros en las vacaciones, llegar tarde o no acudir a fiestas; no sale porque est¨¢ concentrado en el deporte. Es un proceso bastante largo, en el que tienes que invertir mucho tiempo, especialmente ellos, pero todos colaboramos, hay mucha disciplina. Y Juli¨¢n es un ni?o muy disciplinado,
La mam¨¢ de Juli¨¢n recuerda que una de las primeras transformaciones vino en el ¨¢mbito escolar, en donde ¨¦l y su esposo se encontraron con una imperante falta de apoyo a la vida deportiva temprana en muchos colegios. Hasta que encontraron una escuela que le permite entrar a un horario determinado, ir a entrenar, reponer y seguir al corriente con el resto de las tareas.
La buena recepci¨®n de Juli¨¢n como parte de un equipo profesional local fue tan buena, que esto se ha convertido tambi¨¦n en un motivante para toda la familia. Y pese a que la pandemia gener¨® una pausa en esta historia, la activaci¨®n ha vuelto y sigue pasando filtros. Recientemente lo volvieron a llamar y ha permanecido constante en el equipo. Hoy mismo, Juli¨¢n Alcocer Zapata, de 13 a?os y ocho meses de edad se encuentra en promoci¨®n para entrar a la categor¨ªa Sub 14, que es el esca?o en donde se le considera como un jugador semiprofesional o fuerzas b¨¢sicas del equipo.
Karla reconoce que en esta historia llena de amor, apoyo incondicional, esfuerzos y goles, la parte m¨¢s dura no han sido los entrenamientos en lugares lejanos, los partidos a una hora muy temprana, o los cambios abruptos de entrenamiento o rutina, sino m¨¢s bien una incertidumbre temprana, en donde el talento de su hijo puede despegar en cualquier momento.
¡°En casa sabemos que primero est¨¢ el deporte y luego nos organizamos con todo lo dem¨¢s, incluso los hermanos, porque luego le toca a su hermana ir a recogerlo cuando nosotros no podemos. Pero como mam¨¢ me cuesta soltarlo porque te lo dicen desde el principio, que un d¨ªa puede venir un equipo desde sus 14 a?os y llev¨¢rselo a otra ciudad. Eso, las visorias, pruebas y partidos van haciendo que el tiempo que pasamos con ¨¦l sea cada vez menor¡±, confiesa.
Aprendizaje mutuo
M¨¢s all¨¢ de la cancha y la preparaci¨®n f¨ªsica de Juli¨¢n como joven promesa, el futbol ha sido una presencia valiosa para toda la familia Alcocer Zaragoza. Karla nos cuenta: ¡°El deporte le ayuda mucho a Juli¨¢n tambi¨¦n para su crecimiento personal, a desarrollarse de forma independiente y tambi¨¦n con el equipo, a asumir compromisos. Pero yo he aprendido mucho de ¨¦l tambi¨¦n, a incorporar constancia y disciplina a mi vida, pero sobre todo a perseguir el sue?o propio. Eso nos ha dado las bases del deporte¡±, afirma.
Consciente de que esta historia de amor, empuje y el equilibrio de todas las ¨¢reas de nuestra vida demanda, Karla Zaragoza, su marido y sus tres hijos hoy apuestan por una luz ligada a la pasi¨®n, el trabajo y los procesos evolutivos de un aprendizaje de vida para toda la familia.
Al final del d¨ªa, Karla reconoce que la mayor satisfacci¨®n es ver a Juli¨¢n jugar, ¡°que est¨¢ contento y hace lo que le gusta. Sabemos que adaptarnos a la vida de un deportista es parte de su desarrollo¡±.