Muere a los 96 a?os Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo

¡°?Vos sab¨¦s lo que es volar como una lib¨¦lula a los 89 a?os?¡±, dec¨ªa a EL PA?S el 22 de noviembre de 2015 Delia Giovanola. Recordaba as¨ª el d¨ªa en que le dijeron que su nieto, Mart¨ªn, estaba al otro lado del tel¨¦fono. Llevaba 39 a?os busc¨¢ndolo junto a las Abuelas de Plaza de Mayo, la organizaci¨®n que junto a otras 11 mujeres fund¨® en plena dictadura militar. ¡°Las nenas me dicen chau abuela. Estoy viviendo un sue?o¡±, se emocionaba aquella tarde de noviembre. Este martes, Giovanola ha muerto a los 96 a?os.

Cuando se produjo el golpe militar en marzo de 1976, Delia Giovanola ten¨ªa 50 a?os y era maestra. En octubre, se enter¨® de que una patota policial hab¨ªa secuestrado a su ¨²nico hijo, Jorge Ogando, y a su nuera, Stella Maris Montesano, ambos militantes del grupo guerrillero ERP. La pareja tuvo una hija en 1971, a la que llam¨® Virgina, y esperaba un ni?o cuando los militares la arroj¨® a las mazmorras del Pozo de Banfield. El 5 de diciembre de 1976 naci¨® Martin, sobre una mesa de chapa ubicada en la cocina de la sala de torturas. El beb¨¦ fue entregado en adopci¨®n. La abuela Giovanola supo de la existencia de Mart¨ªn por el testimonio de un superviviente del Pozo de Banfield, y dedic¨® su vida a buscarlo.

¡°Nunca pens¨¦ que esto iba a ser para siempre. Pens¨¦ que como Stella estaba embarazada de 8 meses la iban a liberar r¨¢pidamente. No pens¨¦ que iba a ser para siempre y que nunca m¨¢s¡±, declar¨® Giovanola en mayo del a?o pasado en un juicio por delitos de lesa humanidad. Le dijo a los jueces que aquel d¨ªa su vida ¡°cambi¨® para siempre¡±. Y record¨® como se hizo cargo de Virginia, abandonada por los represores el d¨ªa del secuestro de sus padres. Desde el primer d¨ªa, la peque?a Virginia participaba de las concentraciones en la Plaza de Mayo. ¡°No ten¨ªa con qui¨¦n dejarla, est¨¢bamos muy solas, su padre era hijo ¨²nico. Ella jugaba con las palomas. Hasta que se empez¨® a poner bravo, los militares nos amenazaban con las armas, y dej¨¦ de llevarla¡±, recordaba a EL PA?S.

Giovanola iba a la Plaza de Mayo para reunirse con otras mujeres que buscaban a sus hijos. All¨ª mismo naci¨® Abuelas, integrada por aquellas que sab¨ªan que tambi¨¦n era posible que hubiese un nieto nacido en cautiverio. ¡°Yo nac¨ª de Madres para ser una Abuela¡±, dijo durante un encuentro en el Museo de la Memoria. ¡°No exist¨ªa c¨®mo buscar un hijo, no hab¨ªa ning¨²n modelo. Autom¨¢ticamente nos encontramos un grupo de madres buscando a nuestros hijos. No nos conoc¨ªamos, ninguna sab¨ªa c¨®mo. Intercambiando ideas, probando y equivoc¨¢ndonos muchas veces seguimos adelante¡±, cont¨®.

Giovanola lleg¨® a las portadas de todo el mundo durante la guerra de Malvinas, en 1982. Durante una ronda en Plaza de Mayo, un periodista extranjero le sac¨® una foto poretando un papel con la inscripci¨®n ¡°Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos tambi¨¦n¡±. Durante un momento, hab¨ªa roto la barrera informativa de la dictadura. ¡°La ciudad de Buenos Aires estaba empapelada con calcoman¨ªas que dec¨ªan ¡®Las Malvinas son argentinas¡¯ y ¡®Los argentinos somos derechos y humanos¡¯. Fue tanta la indignaci¨®n de ver la ciudad as¨ª y que nadie hablara de las Madres y Abuelas que est¨¢bamos ah¨ª hac¨ªa seis a?os dando la vuelta a la Plaza, que llegu¨¦ a mi casa y en un cart¨®n escrib¨ª, con bronca: ¡®Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos tambi¨¦n¡±, cont¨® Delia sobre aquella foto emblem¨¢tica.

Cuando su nieta Virginia cumpli¨® 18 a?os, se sum¨® a la b¨²squeda de Martin, pero no resisti¨®. Le escribi¨® ocho cartas a su hermano perdido que muestran su desgarro, hasta que en 2011 cay¨® en una depresi¨®n y se suicid¨®. Faltaban solo cuatro a?os para el final de la b¨²squeda. Mart¨ªn viv¨ªa en Estados Unidos y hab¨ªa esperado la muerte de sus padres de adopci¨®n para acercarse a Abuelas y someterse a un ADN. Delia Giovanola estaba esper¨¢ndolo.

Abuelas de Plaza de Mayo despidi¨® hoy a una de sus fundadoras con un largo comunicado: ¡°Llena de vitalidad y de entusiasmo hasta el ¨²ltimo suspiro, graciosa, ir¨®nica, espont¨¢nea, de convicciones firmes, vecina ilustre de San Mart¨ªn, Delia repet¨ªa: ?La vida me dio y me sac¨®, me castig¨® pero fui feliz¡¯. Todav¨ªa no caemos en la cuenta de que ya no est¨¢, pero el vac¨ªo que se siente es enorme. ?Hasta siempre, querida Delia!¡±

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