Argentina juzga por primera vez torturas en un centro eclesi¨¢stico durante la dictadura
Los querellantes denuncian que un excura y otras dos personas estuvieron detenidos en una casa salesiana. Sus casos forman parte del juicio por la causa Guerrieri IV
El 18 de abril de 1978, el exsacerdote argentino Santiago Mac Guire pas¨® a buscar a su hijo Lucas, de cinco a?os, por el jard¨ªn de infantes y lo subi¨® a la bicicleta. Cuando estaban a pocas cuadras de casa, en la ciudad de Rosario, un autom¨®vil les cort¨® el paso y los tir¨® al suelo. Salieron de ¨¦l cuatro o cinco militares de civil que se lanzaron sobre Mac Guire, lo encapucharon y se lo llevaron tumbado en el suelo del coche, mientras dejaban al ni?o abandonado en mitad de la calle.
Lucas tiene hoy 49 a?os y se prepara para declarar como testigo en el juicio por ...
El 18 de abril de 1978, el exsacerdote argentino Santiago Mac Guire pas¨® a buscar a su hijo Lucas, de cinco a?os, por el jard¨ªn de infantes y lo subi¨® a la bicicleta. Cuando estaban a pocas cuadras de casa, en la ciudad de Rosario, un autom¨®vil les cort¨® el paso y los tir¨® al suelo. Salieron de ¨¦l cuatro o cinco militares de civil que se lanzaron sobre Mac Guire, lo encapucharon y se lo llevaron tumbado en el suelo del coche, mientras dejaban al ni?o abandonado en mitad de la calle.
Lucas tiene hoy 49 a?os y se prepara para declarar como testigo en el juicio por cr¨ªmenes de lesa humanidad que comenz¨® el pasado lunes en Rosario. El caso de su padre es uno de los 116 englobados en la causa Guerrieri IV -por Pascual Guerrieri, ex responsable de inteligencia del Ej¨¦rcito- por el que est¨¢n acusados 17 exmilitares y polic¨ªas. Sin embargo, se trata de un caso singular por la acusaci¨®n in¨¦dita que lo acompa?a: la querella sostiene que Mac Guire fue secuestrado y torturado junto a otros dos detenidos en la casa salesiana Ceferino Namuncur¨¢, a las afueras de Rosario. De confirmarse, ser¨ªa la primera vez que se prueba que una dependencia eclesi¨¢stica funcion¨® como centro clandestino de detenci¨®n durante la ¨²ltima dictadura argentina (1976-1983).
¡°Escuchaba ruidos de aviones, as¨ª que sab¨ªa que estaba m¨¢s o menos cerca del aeropuerto, que queda en la zona de Funes. Cuando lo mandan a buscar para legalizarlo [pasarlo de un centro de detenci¨®n clandestino a uno legal] lo llevan dos soldados y cuando ¨¦l les pregunta que d¨®nde estaban le dicen que vienen del Ceferino Namuncur¨¢. Ah¨ª entiende que es el retiro espiritual de los salesianos donde hab¨ªa ido muchas veces y establece la relaci¨®n¡±, cuenta Lucas por tel¨¦fono.
Mac Guire no puede prestar testimonio porque falleci¨® en 2001, pero hab¨ªa declarado en 1984 ante la Comisi¨®n Nacional sobre la Desaparici¨®n de Personas (Conadep), el organismo creado por Ricardo Alfonsin tras el regreso de Argentina a la democracia con el objetivo de investigar los cr¨ªmenes perpetrados por el terrorismo de Estado entre 1976 y 1983. Su hijo se basa en ese testimonio para responder, que forma parte tambi¨¦n del expediente judicial.
Lucas era muy peque?o para acordarse con precisi¨®n del d¨ªa en el que golpearon y secuestraron a su padre frente a ¨¦l, pero conserva la sensaci¨®n de fr¨ªo y de vac¨ªo de los primeros minutos, cuando todo el mundo se hab¨ªa escondido en sus casas por miedo. ¡°Primero apareci¨® el kioskero y despu¨¦s una mujer con una nenita que iba a mi escuela. Se acerc¨® a m¨ª, que lloraba descontrolado, y me llev¨® a mi casa¡±, reconstruye.
Como las dem¨¢s familias de desaparecidos durante la dictadura, la esposa de Mac Guire, Mar¨ªa Magdalena Carey, comenz¨® a buscarlo por todos lados. Una de las puertas que golpe¨® fue la del Obispado de Rosario. Se present¨® a pedir ayuda junto a sus cuatro hijos y no se fue hasta que la recibieron. Aunque Mac Guire, quien fue un destacado sacerdote tercermundista hasta que colg¨® los h¨¢bitos en 1972, su familia cree que sus lazos con la Iglesia fueron esenciales para salvarle la vida.
¡°A los 15 d¨ªas aproximadamente llaman a mi madre desde el Obispado para decirle que vaya al Batall¨®n 121 porque mi padre ha aparecido ah¨ª. Cuando llega se encuentra a una persona irreconocible por la cantidad de lesiones y golpes y su delgadez¡±, cuenta Lucas. En su testimonio ante la Conadep, Mac Guire relat¨® que cuando fue trasladado a ese batall¨®n lo recibi¨® [Eugenio] Zitelli, el capell¨¢n de la polic¨ªa rosarina, ¡°tomando caf¨¦ y fumando un cigarrillo con [el comandante de Gendarmer¨ªa Adolfo] Kusidonchi¡±.
Kusidonchi fue condenado en 2018 a 22 a?os de c¨¢rcel por delitos de lesa humanidad, pero Zitelli muri¨® antes de ser juzgado. ¡°Zitelli estuvo procesado por hechos de privaci¨®n, de aplicaci¨®n de tormentos y por integrar la asociaci¨®n il¨ªcita del aparato represor estatal en Rosario, pero no fue condenado porque falleci¨® pocos d¨ªas antes del inicio del juicio en el que estaba procesado¡±, afirma la abogada querellante Gabriela Durruty. ¡°El caso de Mac Guire vuelve a poner en agenda el tema de la corresponsabilidad de la Iglesia con la dictadura¡±, contin¨²a Durruty.
Seg¨²n la querella, Mac Guire estuvo detenido en la casa salesiana Ceferino Namuncur¨¢ junto a Roberto Pistacchia -secuestrado el mismo d¨ªa que ¨¦l y tambi¨¦n sobreviviente- y Eduardo Garat, que permanece desaparecido. El terreno donde se encontraba fue vendido en 1979 a la Fuerza A¨¦rea, una operaci¨®n que recuerda a la que se realiz¨® ese mismo a?o en el delta del Tigre en la conocida como quinta El Silencio. Esa propiedad de la iglesia fue vendida a los militares y alberg¨® poco despu¨¦s a algunos detenidos de la Escuela Superior de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA) para burlar la inspecci¨®n que iban a realizar los delegados de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos durante su visita a Argentina.
Lucas lamenta que el juicio haya tardado tanto en llegar y que s¨®lo haya una audiencia semanal en el Tribunal Oral Federal 1, lo que alargar¨¢ a¨²n m¨¢s el proceso. ¡°Por un lado es una sensaci¨®n liberadora [el inicio del juicio], pero por otro lado hay bastantes matices, porque muchos acusados murieron, o por enfermedad o vejez no estuvieron en la sala¡±, critica.
Amigos y activistas de derechos humanos acompa?aron el lunes a los familiares a las puertas del tribunal. Todos esperan condenas ejemplares, pero recuerdan que, adem¨¢s, cada nuevo juicio supone una nueva oportunidad para recordar los cr¨ªmenes perpetrados y que no vuelvan a repetirse. Desde que Argentina reanud¨® los juicios por delitos de lesa humanidad en 2006, m¨¢s de mil personas han sido condenadas.
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