La estrategia comunicacional de Milei y sus milicias digitales: disciplinar y amedrentar
En su primer a?o de Gobierno, el presidente ultraderechista ha avanzado sobre el sistema de medios y ha liderado desde las redes sociales los ataques de sus seguidores contra periodistas y voces cr¨ªticas
Aunque suele destacarse que los resultados positivos del Gobierno de Javier Milei se circunscriben a la econom¨ªa, quiz¨¢ su mayor ¨¦xito resida en otro campo: el de la comunicaci¨®n. En su primer a?o de mandato, el presidente ha conseguido posicionarse como el protagonista central de la agenda de los debates p¨²blicos en Argentina, como el gran ordenador de los temas a discutir y de los interlocutores a intervenir. Su estrategia para lograrlo ha incluido, advierten los expertos consultados, el disciplinamiento de los grandes medios de comunicaci¨®n y constantes ataques contra periodistas y voces cr¨ªticas, ejecutados por el propio Milei, por sus funcionarios o por sus milicias digitales.
¡°Mentirosos por dinero¡±, ¡°torturadores profesionales¡±, ¡°basuras¡±, ¡°pedazos de soretes¡± son algunas de las expresiones habituales de Milei para referirse a periodistas y comunicadores, adem¨¢s de su preferida ¡°ensobrados¡±, es decir, sobornados. Desde que asumi¨® el 10 de diciembre pasado, el presidente ultraderechista avanz¨® sobre los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y privados. A los primeros los desarticul¨®, a los segundos los desfinanci¨®.
Como parte del desguace general del Estado que puso en marcha, el Gobierno de Milei dispuso la intervenci¨®n y el vaciamiento de Radio Nacional y la TV P¨²blica, despu¨¦s de ver frustrada su intenci¨®n inicial de privatizarlas. Tambi¨¦n resolvi¨® el cierre de T¨¦lam ¡ªla agencia de noticias estatal m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina, con m¨¢s de 750 trabajadores en todo el pa¨ªs¡ª; desfinanci¨® al Instituto del Cine y al ¨²nico fondo que fomentaba a los medios audiovisuales comunitarios (FOMECA), entre otras medidas. En paralelo, el Ejecutivo conform¨® una estructura propia de Comunicaci¨®n y Medios, una secretar¨ªa con 208 agentes, y otra de Prensa, con 60 agentes.
Los medios privados se vieron perjudicados por la eliminaci¨®n de la exenci¨®n del IVA que beneficiaba a peri¨®dicos, revistas y publicaciones digitales, pero m¨¢s a¨²n por la suspensi¨®n total del gasto en publicidad por parte del Estado nacional, en el contexto de una profunda recesi¨®n econ¨®mica y de una crisis de audiencias.
¡°El objetivo central de la pol¨ªtica comunicacional de Milei es el disciplinamiento de los medios tradicionales. Y lo ha logrado¡±, dice Mart¨ªn Becerra, investigador del Conicet y profesor de las universidades de Buenos Aires y de Quilmes. Mientras se suprim¨ªa la pauta publicitaria nacional, se asignaba publicidad desde otras empresas o sociedades que controla el Gobierno, como la petrolera YPF, Aerol¨ªneas Argentinas o el Banco Naci¨®n. ¡°La pauta oficial ya se distribu¨ªa de una manera muy discrecional en Argentina, pero era auditable. Con estos fondos, la rendici¨®n de cuentas es mucho m¨¢s opaca¡±, explica Becerra. Desde su perspectiva, ¡°los grandes medios han sido muy d¨®ciles ante el Gobierno¡± en parte porque este mantuvo abiertas v¨ªas de negociaci¨®n con las corporaciones que est¨¢n detr¨¢s de las empresas de comunicaci¨®n y que tienen intereses en otras ¨¢reas de la econom¨ªa, donde la predisposici¨®n del Ejecutivo es crucial.
El asedio econ¨®mico sobre las empresas de comunicaci¨®n tuvo como correlato las agresiones a periodistas y directivos de medios. El Foro de Periodismo Argentino (Fopea) registr¨®, en lo que va del a?o, 153 casos de ataques a la libertad de expresi¨®n en el pa¨ªs; el 30% de los hechos los atribuy¨® al Poder Ejecutivo y otro 6% a funcionarios nacionales. ¡°Se ha instalado en Argentina la persecuci¨®n de la cr¨ªtica¡±, advirti¨® Amnist¨ªa Internacional en una presentaci¨®n ante la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) alert¨® sobre los reiterados ataques a periodistas por parte del Gobierno y ha exhortado a Milei ¡°a mostrar tolerancia frente a la cr¨ªtica y el disenso¡±.
¡°Durante este a?o se produjo un grave deterioro de las condiciones para el debate p¨²blico y particularmente para el ejercicio del periodismo, mientras observamos una retracci¨®n del Estado en su rol de garante del derecho a la informaci¨®n y la comunicaci¨®n¡±, advierte Luis Lozano, docente e investigador que particip¨® en la elaboraci¨®n del Informe sobre libertad de expresi¨®n en Argentina 2024, a cargo de la carrera de Ciencias de la Comunicaci¨®n (UBA) y los sindicatos de prensa Fatpren y Sipreba. El informe da cuenta, por un lado, del aumento de la represi¨®n policial de las protestas sociales y, en ese marco, de la represi¨®n en particular contra decenas de periodistas, que fueron heridos o detenidos por las fuerzas de seguridad. ¡°Vimos un creciente hostigamiento contra periodistas. En algunos casos, a trav¨¦s de patotas digitales m¨¢s o menos vinculadas al Gobierno y que act¨²an en las redes sociales. Y en otros casos es directamente el presidente quien hostiga a periodistas¡±, dice Lozano. Hay medio centenar de hechos enumerados en el informe.
Las redes y la violencia
Para el presidente, los periodistas son ¡°delincuentes del micr¨®fono¡± a los que ¡°gracias a las redes sociales se les termin¨® el privilegio de casta [...] se les acab¨® el monopolio de la palabra¡±. Desde esa convicci¨®n, Milei interviene en la esfera p¨²blica con la difusi¨®n en distintas plataformas de sus discursos en actos oficiales o privados; o se expresa directamente a trav¨¦s de sus redes, en especial de X, o en entrevistas a unos pocos comunicadores afines. Cuenta con el respaldo de un ej¨¦rcito virtual, una estructura que se revel¨® durante la campa?a electoral y que luego se institucionaliz¨® en la Direcci¨®n Nacional de Comunicaci¨®n Digital, con sede en la Casa Rosada.
¡°El Gobierno y Milei en particular tienen una gran capacidad para generar eventos comunicacionales¡±, afirma Natalia Aruguete, doctora en Ciencias Sociales, profesora e investigadora del Conicet. ¡°Tanto las decisiones que toman como las expresiones de Milei, sus funcionarios o sus influencers generan conmoci¨®n en la agenda p¨²blica y medi¨¢tica. Ya eso les da una suerte de ventaja no solo para instalar los temas alrededor de los cuales el resto de los actores pol¨ªticos tienen que responder, sino tambi¨¦n para elegir a los adversarios con los que les conviene confrontar¡±.
Entre las estrategias de comunicaci¨®n que ensayan sobresale ¡°el ataque, que puede incluir o no la desinformaci¨®n. El ataque es usado como una forma de amedrentar al otro y de ubicarlo en un lugar defensivo, con lo que mantienen bastante dominio sobre el tipo de reacciones que habilitan¡±, dice Aruguete. Adem¨¢s, agrega, ¡°tienen un importante manejo de redes en t¨¦rminos de la expansi¨®n que logran¡±, gracias a ¡°un mecanismo muy aceitado de descentralizaci¨®n de la comunicaci¨®n, una suerte de externalizaci¨®n de tareas que se distribuyen en un grupo amplio de comunicadores y de seguidores que amplifican la informaci¨®n y les permite penetrar en distintas comunidades de usuarios virtuales¡±.
La agresi¨®n y la descalificaci¨®n sistem¨¢ticas como respuesta a las objeciones o cr¨ªticas al Gobierno redundan en un efecto disciplinador sobre toda la sociedad, observa Becerra. Y contribuyen a naturalizar un clima de violencia. El mes pasado, funcionarios del Gobierno y dirigentes del partido de Milei lanzaron una nueva agrupaci¨®n y, en los videos de difusi¨®n, la presentaron como ¡°el brazo armado¡±, ¡°la guardia pretoriana¡± del presidente ultraderechista. Aunque luego intentaron moderar la amenaza y aseguraron que sus armas son los tel¨¦fonos m¨®viles, el mensaje estaba instalado. ¡°El volumen de violencia que hay online no se reproduce directamente en la realidad material¡±, dice Becerra. ¡°Pero, en un pa¨ªs donde hace dos a?os la vicepresidenta [Cristina Kirchner] fue gatillada en vivo y en directo por una bandita vinculada con grupos que act¨²an en las redes, pensar que la violencia se queda ah¨ª est¨¢ desautorizado por la empiria. La realidad ya demostr¨® que eso es falso¡±.
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