Dejad que baile el forastero
Matadero Madrid inaugura ¡®Pista de baile¡¯, un proyecto de Guillermo Santom¨¤ para reflexionar sobre otra idea de comunidad posible
Hay en Matadero una nueva Pista de baile abierta al experimento y a rememorar aquellas coreograf¨ªas que, en otros tiempos, te hac¨ªan sentir que no estabas en ninguna parte, como cuando te da un escalofr¨ªo. Esa mueca ¨ªntima y emp¨¢tica que a la vez nos estira, nos deforma y nos alivia. La instalaci¨®n es de Guillermo Santom¨¤ (1984) y est¨¢ ubicada en la nave de Intermediae, justo donde Leonor Serra...
Hay en Matadero una nueva Pista de baile abierta al experimento y a rememorar aquellas coreograf¨ªas que, en otros tiempos, te hac¨ªan sentir que no estabas en ninguna parte, como cuando te da un escalofr¨ªo. Esa mueca ¨ªntima y emp¨¢tica que a la vez nos estira, nos deforma y nos alivia. La instalaci¨®n es de Guillermo Santom¨¤ (1984) y est¨¢ ubicada en la nave de Intermediae, justo donde Leonor Serrano Rivas compuso su Teatro sin fin. Es un espacio poroso, pensado como playground, una arquitectura par¨¢sita donde incubar cierto sentimiento de comunidad. Tambi¨¦n es un se?uelo: el lugar donde se desarrolla el programa Ciudad Bailar¡¤Exagerar, que durante meses se abrir¨¢ a talleres de danza, conversaciones sobre el poder subversivo del baile y un festival que rescatar¨¢ la adrenalina de cualquier idea de festividad.
La instalaci¨®n es una gran cubierta de cemento y hierro sobre una malla forrada de fieltro. Aunque no solo. Tambi¨¦n es una jaima, una maloca, una carpa para un circo futurista. Un lugar donde desfogarse. Una invitaci¨®n a volver al estado primitivo. A olvidarnos de todo. A desaparecer frente a otro horizonte. Por eso la arquitectura es tan baja. Desde fuera no se ve la gente que hay dentro. Desde dentro no se ven los de fuera. Un aforo controlado para una comunidad sin comunidad: la vida en bandada. La experiencia es rara y bonita, p¨²dica e imp¨²dica a la vez, y constata varias cosas. Una es c¨®mo lo cotidiano se ha vuelto ya dist¨®pico y c¨®mo algo tan com¨²n como un baile se convierte aqu¨ª en una hip¨¦rbole de nuestras vidas. Casi en un laboratorio que funciona a trav¨¦s de la exageraci¨®n. Otra es c¨®mo la cultura de club es ya un caso de estudio en esta era pand¨¦mica, con varios giros bidireccionales en relaci¨®n con lo festivo y lo expositivo. Pienso en las exposiciones programadas por el Berghain de Berl¨ªn, donde ahora cuelgan las obras de Wolfgang Tillmans. Pero tambi¨¦n en el proyecto curatorial tras el himno de Emma Goldman If I Can¡¯t Dance, It¡¯s Not My Revolution. Lo veremos en unos a?os. Estamos bailando por videoconferencia, redes sociales, espacios virtuales de todo tipo y fiestas online en una nueva dimensi¨®n del encuentro musical, seguramente por debajo de nuestras necesidades. Algo que dar¨¢ un giro a los modos de sociabilizar futuros.
No es la primera vez que Santom¨¤ se maneja en esas contradicciones. Muchas de sus instalaciones y objetos invitan a so?ar con arquitecturas econ¨®micas y provisionales sin renunciar al placer. Ese es su sello: una especie de no-arquitectura que se define como paisaje o como escultura, y que se construye entre lo natural y lo sint¨¦tico, entre instantes fugaces y la autoficci¨®n. No se me ocurre mejor palabra para definir el universo creativo de este artista, al que le gusta dejar las cosas en el filo, inacabadas. De esas personas que ponen en entredicho cualquier certeza, si es que las hay, y que piensa que todo final siempre es incierto, justo la esencia de lo colectivo. Pienso en la ayuda ego¨ªsta y generosa de las sociedades animales y en la catarsis festiva. Tambi¨¦n en Maurice Blanchot y La comunidad inconfesable: ¡°La extra?eza de lo que no podr¨ªa ser com¨²n es lo que funda esta comunidad, eternamente provisional¡±.
Pista de baile. Guillermo Santom¨¤. Matadero. Madrid. Hasta el 31 de junio de 2021.