Masculinidad ¡®urbi et orbi¡¯
Los ensayos sobre la hombr¨ªa, un campo de estudios marginal en el mundo acad¨¦mico hasta no hace mucho, inundan las librer¨ªas desde el Me Too
La culpa fue de Toni Morrison. ?ngels Carab¨ª, exprofesora em¨¦rita de Filolog¨ªa Inglesa en la Universidad de Barcelona y especialista en las cuestiones de g¨¦nero, tropez¨® con un problema inesperado al enfrentarse a la obra cumbre de la escritora estadounidense, Beloved. ¡°Los hombres de la novela eran muy complejos. Sent¨ª que ten¨ªa herramientas para analizar los personajes de mujer, pero no a los hombres¡±, recuerda Carab¨ª sobre Paul D., e...
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La culpa fue de Toni Morrison. ?ngels Carab¨ª, exprofesora em¨¦rita de Filolog¨ªa Inglesa en la Universidad de Barcelona y especialista en las cuestiones de g¨¦nero, tropez¨® con un problema inesperado al enfrentarse a la obra cumbre de la escritora estadounidense, Beloved. ¡°Los hombres de la novela eran muy complejos. Sent¨ª que ten¨ªa herramientas para analizar los personajes de mujer, pero no a los hombres¡±, recuerda Carab¨ª sobre Paul D., el antiguo esclavo que, rompiendo con la violencia heredada y los maltratos recibidos, ofrece su escucha y su empat¨ªa a la protagonista.
As¨ª fue como, en 1998, la profesora decidi¨® fundar el grupo de investigaci¨®n Construyendo Nuevas Masculinidades, el primero de este tipo en Espa?a, dedicado a estudiar el cambio del modelo de hombr¨ªa en las representaciones culturales. En 2000, Carab¨ª coedit¨® con Marta Segarra, otra especialista en las cuestiones de g¨¦nero, el ensayo Nuevas masculinidades (Icaria), antolog¨ªa pionera que propon¨ªa una teor¨ªa cr¨ªtica sobre la masculinidad nociva y suger¨ªa estrategias para erigir un modelo alternativo. En paralelo, inst¨® a sus alumnos a analizar obras como El gran Gatsby o los cuentos de Grace Paley atendiendo a los rasgos de g¨¦nero de sus varones. A su alrededor, ese giro no siempre se entendi¨®. ¡°En los estudios de g¨¦nero se cre¨ªa que lo importante era analizar a las mujeres, pero yo ten¨ªa el convencimiento de que la historia nos llevar¨ªa por este camino¡±, recuerda Carab¨ª. Es decir, que la perspectiva de g¨¦nero estaba incompleta si no ten¨ªa en cuenta que, como les sucede a las mujeres, los hombres tampoco nacen, sino que se hacen, y que muchos tambi¨¦n aspiraban a liberarse de los opresores dictados de la masculinidad hegem¨®nica.
Dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, esta ¨¢rea de estudios que fue marginal hasta no hace tanto, surgida del feminismo en los ¨²ltimos setenta como una costilla de Ad¨¢n a la inversa, se ha vuelto una preocupaci¨®n casi mainstream. ¡°Los asuntos de g¨¦nero tienen una incidencia en la cultura de masas que no ten¨ªan hace 20 a?os. El Me Too ha visibilizado la violencia masculina y eso ha puesto la masculinidad en duda. Adem¨¢s, el colectivo LGTBI ha desdibujado las categor¨ªas de g¨¦nero, y eso las ha vuelto m¨¢s porosas, menos binarias y m¨¢s aptas a ser deconstruidas¡±, opina Carab¨ª. La crisis de la masculinidad impregna pel¨ªculas como Druk (Another Round), de Thomas Vinterberg, donde un grupo de hombres a la deriva se dan al alcohol, y exposiciones como Masculinities, muestra fotogr¨¢fica que describe la hombr¨ªa como mera performance y que se puede ver ahora en Berl¨ªn tras ser inaugurada en Londres.
Antonio J. Rodr¨ªguez: ¡°Es posible que experimentemos una situaci¨®n en la que lo cambiamos todo para que todo siga igual¡±
Pero el fen¨®meno es, sobre todo, editorial. Los ensayos sobre el asunto inundan las librer¨ªas, tanto en el mundo anglosaj¨®n como en Espa?a. El m¨¢s reciente es el que firma Antonio J. Rodr¨ªguez con La nueva masculinidad de siempre (Anagrama). El autor alerta sobre un peligro: que, bajo el disfraz del progreso, este nuevo modelo sea solo ¡°un subterfugio para asegurar la supervivencia de la masculinidad hegem¨®nica¡± y ¡°una herramienta del capitalismo heteropatriarcal para asegurar su legado en tiempos de feminismo¡±. ¡°La masculinidad se caracteriza hist¨®ricamente por el estado de guerra permanente con otros hombres y la propiedad del cuerpo de la mujer como si fuera un patrimonio. En lo esencial, eso no ha cambiado¡±, apunta Rodr¨ªguez. ¡°Es posible que estemos experimentando una situaci¨®n en la que lo cambiamos todo para que todo siga igual¡±, agrega. En otras palabras, que haya m¨¢s ruido que nueces en un sistema que, como es sabido, tiende a absorber cualquier mensaje disidente para neutralizarlo. Eso podr¨ªa explicar esta reciente multiplicaci¨®n de ensayos, como ya sucedi¨® con la crisis econ¨®mica de 2008. ¡°?Capitaliza la industria editorial este discurso cr¨ªtico o hay cada vez m¨¢s autores y autoras que desarrollan un trabajo intelectual sobre este tema y aspiran a divulgar sus ideas? La respuesta est¨¢ en la intersecci¨®n de esas dos posibilidades¡±, matiza Rodr¨ªguez.
¡°Banalizaci¨®n y saturaci¨®n¡±
La fil¨®sofa Alicia Puleo, catedr¨¢tica de la Universidad de Valladolid, dirige la colecci¨®n Feminismos de la editorial C¨¢tedra, que acaba de cumplir 30 a?os. Observa el actual boom del g¨¦nero con la actitud cauta de quien tambi¨¦n ha vivido las vacas flacas, los tiempos en los que el tema no interesaba a nadie. ¡°Est¨¢ bien que se tematice la masculinidad, porque significa que el g¨¦nero ya no es solo una cuesti¨®n de mujeres y que tiene que haber un cuestionamiento de los roles mascu?linos. Pero me preocupa que se convierta en una moda que al final, por un efecto de banalizaci¨®n y de saturaci¨®n, se deje de lado con la misma velocidad con la que se adopt¨®¡±, reconoce.
Adem¨¢s, Puleo lamenta que las precursoras feministas no siempre sean citadas como merecer¨ªan. ¡°Veo una propensi¨®n a alimentarse de estudios sin mencionarlos, dentro de la tendencia al borrado de las mujeres t¨ªpica de la inercia patriarcal, pese a que en este caso sea parad¨®jico respecto a la propia propuesta¡±. Para Puleo, te¨®rica del ecofeminismo, esta evoluci¨®n responde a un cambio generacional, pero tambi¨¦n al contexto grave de la crisis clim¨¢tica. ¡°Para sobrevivir como especie, tendremos que apartarnos de las actitudes de dominio y dejar paso a las de los cuidados. Eso no ser¨¢ posible sin un cambio enorme en los roles masculinos, que siempre se han construido sobre la dominaci¨®n. A¨²n es pronto, pero veo un intento de cambio de paradigma loable y considerable¡±.