Un cuadro, un cuento

El nuevo libro de la escritora riojana Elvira Valga?¨®n es un volumen de cuentos. Nada que ver con Invierno, una novela de 2017 que dej¨® en su momento una excelente impresi¨®n. En L¨ªnea de penumbra, t¨ªtulo del libro, la autora ha decidido subordinar su imaginaci¨®n a cuadros de distintos pintores, ¨¦pocas y escuelas. Trece pinturas, trece historias a su alrededor. Los maestros van desde Domenico Ghirlandaio, Hans Memling, el Bosco o Artemisia Gentileschi hasta William Hogarth, Francis Bacon o Edward Hopper, incluida una pintura rupestre. Precisamente Valga?¨®n se?ala que las pinturas ...

El nuevo libro de la escritora riojana Elvira Valga?¨®n es un volumen de cuentos. Nada que ver con Invierno, una novela de 2017 que dej¨® en su momento una excelente impresi¨®n. En L¨ªnea de penumbra, t¨ªtulo del libro, la autora ha decidido subordinar su imaginaci¨®n a cuadros de distintos pintores, ¨¦pocas y escuelas. Trece pinturas, trece historias a su alrededor. Los maestros van desde Domenico Ghirlandaio, Hans Memling, el Bosco o Artemisia Gentileschi hasta William Hogarth, Francis Bacon o Edward Hopper, incluida una pintura rupestre. Precisamente Valga?¨®n se?ala que las pinturas rupestres, con sus bisontes, mamuts o ciervas rojas trazados con ¨®xido y carb¨®n, nunca se encuentran en las entradas de las cuevas, sino en esa ¡°l¨ªnea invisible que separa la luz de las sombras, la l¨ªnea de penumbra¡±.

Veamos c¨®mo compagina la autora pintura y narraci¨®n; aislemos por ejemplo el relato ¡®D¨ªa de mercado¡¯, inspirado en el cuadro de William Hogarth La vendedora de gambas (1745), para que el lector se haga una idea del libro. Hogarth es un pintor notablemente narrativo. Y mirando detenidamente su cuadro, vemos esa sonrisa abierta en la cara de la vendedora de gambas dif¨ªcil no solo de no transformar en una pintura, sino tambi¨¦n en literatura. Se trata de un d¨ªa de mercado, si no por qu¨¦ iba a estar esa alegre mujer con una fuente de gambas sobre la cabeza sonriendo a los que pasaban a su lado. Junto a ella est¨¢ la due?a de la taberna, que sale a comprar, el deshollinador ¡°que lagrimea porque le ha entrado humo en los ojos¡±. Tenemos de esta manera un cuadro viviente, un fragmento de vida en un siglo pasado detenido en un presente eterno. Veamos ahora la pieza ¡®Al otro lado del mar¡¯, sobre el Retrato de una infanta. Catalina de Arag¨®n (1496), de Juan de Flandes. Valga?¨®n opera el milagro de despertar nuestra curiosidad por esa ni?a de 11 a?os que un d¨ªa ser¨¢ la mujer de Enrique VIII de Inglaterra y madre de la reina Mar¨ªa I.

Cada relato es una vida. O la vida toda que los cuadros nos cuentan. Como si el instante eterno que representan tuviera movimiento, proyectos y pensamientos que hasta el momento de leerlos ignor¨¢bamos que existieran. Hermoso libro.