?Covid 2021? La humanidad al borde del abismo
El antrop¨®logo Agust¨ªn Fuentes recuerda que el ser humano posee las capacidades biol¨®gicas, sociales y culturales para hallar soluciones a cualquier cat¨¢strofe, pero para ello es necesario reconocer y corregir los defectos econ¨®micos y pol¨ªticos de las sociedades que ha construido
Hace nueve meses advert¨ª en otro art¨ªculo publicado en Babelia de que el apret¨®n de manos estaba a punto de llegar a su fin. Retrospectivamente, reconozco que me qued¨¦ corto. A finales de marzo de 2020, en el mundo hab¨ªa 500.000 enfermos de covid-19 y algo menos de 75.000 muertos. Actualmente hay m¨¢s de 76 millones de contagiados y dos millones de muertos. Reflexionando acerca de los acontecimientos de 2020 a la luz de mis m¨¢s de...
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Hace nueve meses advert¨ª en otro art¨ªculo publicado en Babelia de que el apret¨®n de manos estaba a punto de llegar a su fin. Retrospectivamente, reconozco que me qued¨¦ corto. A finales de marzo de 2020, en el mundo hab¨ªa 500.000 enfermos de covid-19 y algo menos de 75.000 muertos. Actualmente hay m¨¢s de 76 millones de contagiados y dos millones de muertos. Reflexionando acerca de los acontecimientos de 2020 a la luz de mis m¨¢s de 25 a?os de estudio de la biolog¨ªa, el comportamiento y los m¨¢s de dos millones de a?os de evoluci¨®n del ser humano, una cosa queda clara: estamos al borde del abismo.
La covid-19 es catastr¨®fica, pero no tendr¨ªa que haber llegado a ser tan mala como ha sido. La desigualdad, el ego¨ªsmo y la complacencia han facilitado muchos de los horrores de 2020, y puede que lo peor todav¨ªa est¨¦ por llegar. No tiene sentido suspirar por la vieja ¡°normalidad¡±. Ya solo pertenece al pasado. Pero esta p¨¦rdida de ¡°la vida tal como era¡± no es nueva. En nuestra larga historia como especie nos hemos encontrado repetidamente con esta clase de dificultades. Solo en el siglo pasado, vivimos la pandemia de gripe de 1918, as¨ª como numerosas guerras, mundiales y civiles, y actos de pavorosa violencia que amenazaron con hacer pedazos nuestras sociedades. Y, aun as¨ª, hemos resistido. En tiempos de cat¨¢strofes y destrucciones sociales, los seres humanos hemos utilizado nuestra creatividad para imaginar nuevas posibilidades e idear nuevas estrategias combinando aspectos de las viejas sociedades con innovaciones recientes, y mediante una extraordinaria colaboraci¨®n, las hemos hecho realidad con resultados tanto positivos como negativos. No debemos olvidar que poseemos las capacidades biol¨®gicas, sociales y culturales para hallar soluciones y reconstruir los sistemas que han dejado de funcionar. Es verdad que la covid-19 plantea uno de los mayores retos a los que nos hemos enfrentado hasta ahora. Sin embargo, no tiene por qu¨¦ hacernos caer. Al reflexionar sobre las acciones e inacciones humanas, buenas y malas en 2020, veo una hoja de ruta, un camino antropol¨®gico para mantener el equilibrio y avanzar en 2021 y m¨¢s all¨¢. Empieza con el reconocimiento de lo malo que fue 2020.
La asombrosa capacidad de creatividad e innovaci¨®n, tan fundamental para lo mejor de la humanidad, tambi¨¦n incluye nuestras considerables aptitudes para la crueldad y el ego¨ªsmo. Estas caracter¨ªsticas han desempe?ado un papel central en la estructuraci¨®n de las naciones a lo largo de los ¨²ltimos siglos, y en 2020 han creado una realidad en la que muchos pa¨ªses y sociedades tienen unas desigualdades econ¨®micas y una privaci¨®n de derechos sociales que rivalizan con las de cualquier otra ¨¦poca de la historia humana, o las superan. A finales de 2019, el SARS-CoV2 entr¨® en esta realidad, se asoci¨® con ella y multiplic¨® por mil nuestros problemas. Ante la covid-19, la mayor¨ªa de los Gobiernos intentaron sin ¨¦xito comunicar, coordinarse y proporcionar informaci¨®n, asistencia y consuelo de manera eficaz, un resultado previsible pero evitable. Las l¨ªneas de fractura de la desigualdad ya existentes en las sociedades ampliaron su impacto letal a trav¨¦s de la covid-19; las din¨¢micas asociadas a la raza, la clase social, el g¨¦nero y la etnia desempe?aron un papel protagonista en la macabra tragedia estad¨ªstica. Las pol¨ªticas nacionales y locales de autoprotecci¨®n, de no alterar la marcha normal de las cosas, acabaron en decenas de miles de muertes innecesarias y en toda clase de sufrimientos f¨ªsicos y emocionales que contin¨²an a un ritmo alarmante. Para nuestra verg¨¹enza colectiva, demasiadas personas, ya fuesen extra?os, vecinos, amigos o familiares, hicieron caso omiso de su capacidad de colaboraci¨®n y compasi¨®n, y actuaron por ego¨ªsmo. Millones de personas antepusieron irreflexivamente su propio disfrute y buscaron momentos de autojustificaci¨®n y gratificaci¨®n por encima de la salud, el bienestar y la vida de sus comunidades.
Y las vacunas no nos salvar¨¢n. Es verdad que, en los pr¨®ximos dos a?os, las vacunas cambiar¨¢n nuestra convivencia con la covid-19, pero no por s¨ª solas. Cuando la mayor¨ªa de la gente est¨¦ vacunada, podremos compartir espacios, pasar tiempo en grupos m¨¢s grandes, disfrutar de los dem¨¢s en persona y no a trav¨¦s de una pantalla. Pero las vacunas solo funcionar¨¢n si se distribuyen de manera justa y eficaz, y si todos los que tienen acceso a ellas se las ponen. Que esto vaya a pasar ya es dudoso. Los pa¨ªses m¨¢s ricos del planeta han comprado la mayor¨ªa de las dosis hasta principios de 2022, dejando aproximadamente al 70% del mundo sin vacunas suficientes. La distribuci¨®n del preparado en un pa¨ªs, sea cual sea, ser¨¢ infructuosa si no abordamos la desconfianza en los gobiernos y las fracturas de desigualdad econ¨®mica y racial. Si, despu¨¦s de la vacunaci¨®n, queremos tener una sociedad operativa de la que disfrutar, al mismo tiempo que se desarrolla la inmunizaci¨®n tenemos que hacer frente a la falta de infraestructuras financieras y de voluntad pol¨ªtica de proteger y apoyar a las comunidades marginales, a las peque?as empresas, y a los que se encuentran en los niveles m¨¢s bajos de la escala econ¨®mica. Si no llevamos a cabo estos cambios en paralelo a los programas de vacunaci¨®n, independientemente de cu¨¢les sean los beneficios del tratamiento, el mundo no ser¨¢ mejor ni m¨¢s seguro.
Pero en 2020 hicimos algunas cosas bien.
En todo el planeta, la gente descubri¨® nuevas formas de relacionarse con los dem¨¢s, de conversar, debatir, sonre¨ªr, coquetear y re¨ªr juntos mientras se manten¨ªa una distancia f¨ªsica socialmente responsable. Los nuevos rituales de saludo ?inclinaciones de cabeza o del cuerpo, entrechocar de codos, gui?os y gestos con la mano? ya han penetrado en algunas culturas, y se est¨¢n incorporando, expandiendo y normalizando en muchas m¨¢s. Llevar mascarilla en todos los espacios p¨²blicos es algo normal, aunque algunos segmentos de la poblaci¨®n se opongan a ello. M¨¢s que una simple protecci¨®n, las mascarillas se est¨¢n convirtiendo en una declaraci¨®n de estilo, un distintivo personal, una expresi¨®n art¨ªstica y una se?al de cuidado y respeto mutuo. En un cambio cultural, indicativo de lo considerados que podemos ser los humanos, millones de personas se esfuerzan por formar ¡°burbujas¡± familiares, de amistades y de vecinos que se respetan unas a otras, son sinceras en cuanto a sus movimientos y sus contactos, y saben cu¨¢ndo es seguro dar un abrazo y cu¨¢ndo no, y cu¨¢ndo un gesto con la mano y una ¡°sonrisa con los ojos¡± mandan tanto amor como un beso. La mayor¨ªa de las personas han tomado conciencia de sus manos y de su respiraci¨®n, y tienen cuidado de dejar un poco m¨¢s de espacio cuando hacen cola o se cruzan en el mercado. Millones de ciudadanos se han vuelto expertos en teleconferencias por m¨®vil, port¨¢til y tableta, y comparten historias, risas, l¨¢grimas y sue?os a trav¨¦s de la distancia digital. En todos los pa¨ªses, la humanidad ha echado mano de aquello en lo que los seres humanos hemos sobresalido a lo largo de innumerables milenios: el esfuerzo, creativo y eficaz, por mantener viva nuestra dimensi¨®n social.
La capacidad de cuidado desarrollada por la humanidad y nuestra facilidad para la colaboraci¨®n tambi¨¦n han saltado a la vista. Las enfermeras, los m¨¦dicos y los trabajadores de emergencias en primera l¨ªnea nos han ense?ado el significado de la compasi¨®n, el valor y el compromiso atendiendo al tsunami de enfermos y moribundos. Los miembros de la comunidad cient¨ªfica tambi¨¦n han surgido como h¨¦roes. Dejando de lado las rivalidades, colaborando, compartiendo datos y haciendo todo el esfuerzo humanamente posible, se han creado nuevos tratamientos para reducir las tasas de mortalidad y se han desarrollado y experimentado vacunas que ahora, a menos de un a?o de las primeras se?ales de la pandemia, se est¨¢n ofreciendo a los trabajadores en primera l¨ªnea, a los ancianos y a quienes m¨¢s las necesitan.
Hace nueve meses apunt¨¦ que, para superar con ¨¦xito esta pandemia y conservar la salud f¨ªsica y mental, ten¨ªamos que mantener viva nuestra dimensi¨®n social dentro de la distancia social mientras trabaj¨¢bamos para privar al SARS-CoV2 de espacios en los que vivir, moverse y reproducirse. Eso no ha sido suficiente. Tenemos que dar un paso m¨¢s y reconocer que lo que tiene que cambiar no son solo las interacciones sociales, sino tambi¨¦n nuestra manera de ver y utilizar el espacio, as¨ª como los defectos econ¨®micos y pol¨ªticos espec¨ªficos de los sistemas y las sociedades que hemos construido. Si, al final de 2021, las brechas sociales de desigualdad y prejuicios, de ego¨ªsmo y crueldad, son las mismas que a principios de 2020, las rupturas que provoquen ser¨¢n peores, y nos precipitaremos al abismo.
Agust¨ªn Fuentes es antrop¨®logo evolucionista, profesor de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y autor de La chispa creativa. C¨®mo la imaginaci¨®n nos hizo humanos (Ariel).
Traducci¨®n de News Clips.