Una radical desesperanza
En ¡®Como la perra¡¯ se catalogan exhaustivamente sombras y dolores de una feminidad reducida a estigma. Pero sin espacio para el claroscuro
Se supone que a m¨ª este libro me tendr¨ªa que gustar. Ese punto de partida que lo coloca entre La filosof¨ªa en el tocador, de Sade, y La mujer helada, de Annie Ernaux; ese lugar del cuerpo femenino donde entran en contradicci¨®n nuestros aprendizajes ¡ªer¨®ticos, vitales, identitarios¡ª y nuestra percepci¨®n del malestar, el helor, ¡°la sensaci¨®n de ser inconsistentes, irreales¡± me tendr¨ªa que interesar mucho. Y, de hecho, me interesa hasta que llega un momento en que me siento doblemente in...
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Se supone que a m¨ª este libro me tendr¨ªa que gustar. Ese punto de partida que lo coloca entre La filosof¨ªa en el tocador, de Sade, y La mujer helada, de Annie Ernaux; ese lugar del cuerpo femenino donde entran en contradicci¨®n nuestros aprendizajes ¡ªer¨®ticos, vitales, identitarios¡ª y nuestra percepci¨®n del malestar, el helor, ¡°la sensaci¨®n de ser inconsistentes, irreales¡± me tendr¨ªa que interesar mucho. Y, de hecho, me interesa hasta que llega un momento en que me siento doblemente inc¨®moda. Inc¨®moda porque el libro me sit¨²a en un espacio que me resulta casi ajeno por la sordidez de sus hip¨¦rboles; e inc¨®moda porque, atendiendo a mis prejuicios de lectora ideol¨®gicamente sectaria ¡ªfeminista¡ª, me siento mal por no asentir, sin fisuras, ante la proposici¨®n est¨¦tica de Como la perra. Luego, en una doble pirueta mental, me digo que precisamente ah¨ª est¨¢ la gracia: en que una lectora como yo, proclive a leer con simpat¨ªa unas p¨¢ginas como estas, busque una justificaci¨®n para su malestar. Sin embargo, decido ser honesta y trato de comprender con ustedes cu¨¢les son las razones por las que el texto de Chennevi¨¨re no acaba de encajar conmigo.
En Como la perra cada peque?a historia es una respuesta parcial a la pregunta ¡°?Qu¨¦ significa ser una mujer?¡±. Pero ni en la parcialidad ni en la diversidad queda espacio para el claroscuro. Se catalogan exhaustivamente sombras y dolores de una feminidad reducida a estigma: abuso infantil, aborto, menstruaci¨®n, esclavitud est¨¦tica, amor subyugante, lesbianismo triste, anorgasmia, malas relaciones maternofiliales, menopausia, gigol¨®s, autolesiones, anorexia, promiscuidad culpable, obsesi¨®n por una manicura perfecta, putas, perras, deseo de ser un hombre, sexo como herida, aburrimiento conyugal, excitaci¨®n en los actos violentos, comedimiento y modales burgueses, abandono de pap¨¢, deseo por el novio de mam¨¢, enfermedades ginecol¨®gicas, maltrato, silencio ante la sabidur¨ªa de un hombre que te manda callar¡
No me molesta la vulneraci¨®n de las leyes de la verosimilitud por un exceso de desgracia inmanente al hecho de ser mujer. No me preocupa que se quiebre una regla narrativa para ensanchar el ¨¢ngulo que nos permite enfocar una realidad marcada por la desigualdad y la desventaja. Lo que me inquieta es la falta de luz y del reverso de alegr¨ªa ¡ªaunque sea atenuada¡ª que nos permita abrir una puerta hacia la despatologizaci¨®n afectiva, moral, laboral de la existencia de las mujeres. Esa rendija de ox¨ªgeno sin la que no son posibles ni la vindicaci¨®n ni el cumplimiento del deseo expresado por un personaje de Como la perra: ser ¡°lo suficientemente fuerte para atreverte a todo y que te la sude¡±.
Aunque eso no signifique ni que todo valga, ni que todo funcione; tampoco en un texto en el que se opera centr¨ªfugamente multiplicando voces que solo apuntan en una direcci¨®n y que acaban siendo la misma: no una ¨²nica voz ficcional que suspender¨ªa del todo mi capacidad de creer, sino la de la autora. Se quintaesencia el lado malsano de una feminidad aprendida que se construye en el campo sem¨¢ntico de lo ¡°inmundo¡±, ¡°infecto¡±, ¡°asqueroso¡±, la ¡°mugre¡±, la ¡°suciedad¡±, ¡°el and¨¦n de la existencia¡±¡ De estas p¨¢ginas me interesa su af¨¢n de denuncia, pero no termina de gustarme ni su falsa polifon¨ªa, ni una desesperanza tan radical y tan f¨¦rreamente codificada, en un sentido ret¨®rico, que empieza a erigirse en estereotipo y lastra sus capacidades performativas. Ahora ustedes deber¨ªan dar una oportunidad a una obra acaso valiente. Porque yo puedo equivocarme y el texto tal vez sirve para dar comienzo a una conversaci¨®n.
COMO LA PERRA
Autora: Louise Chennevi¨¨re.
Traducci¨®n: Marta Nicol¨¢s Heredia.
Editorial: Dosmanos, 2020.
Formato: tapa blanda (240 p¨¢ginas, 18,90 euros).