El Mi¨¦rcoles de Ceniza de Pablo Has¨¦l
Hay dos grandes tendencia sociales con reflejo en la industria editorial: el feminismo y la violencia pol¨ªtica
Al mismo tiempo que, por iglesias de aldeas y ciudades de todo el pa¨ªs, miles de enmascarados feligreses recib¨ªan en su mollera (antes lo hac¨ªan en la frente) la sutil ceniza penitencial que marca el inicio de la Cuaresma, algunos miembros de las fuerzas y cuerpos de la Seguridad del Estado recib¨ªan sobre sus cascos y (?ay!) cabezas los c¨²bicos y pesad¨ªsimos adoquines que les dispensaban algunos energ¨²menos reunidos para pedir la libertad de ese h¨¦roe de nuestro tiempo, ese nuevo Gramsci de la teor¨ªa revolucionaria que es ...
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1. Penitencias
Al mismo tiempo que, por iglesias de aldeas y ciudades de todo el pa¨ªs, miles de enmascarados feligreses recib¨ªan en su mollera (antes lo hac¨ªan en la frente) la sutil ceniza penitencial que marca el inicio de la Cuaresma, algunos miembros de las fuerzas y cuerpos de la Seguridad del Estado recib¨ªan sobre sus cascos y (?ay!) cabezas los c¨²bicos y pesad¨ªsimos adoquines que les dispensaban algunos energ¨²menos reunidos para pedir la libertad de ese h¨¦roe de nuestro tiempo, ese nuevo Gramsci de la teor¨ªa revolucionaria que es el rapero Pablo Has¨¦l. Las letras de sus temas y twitidos se han reproducido lo suficiente para que no tenga que insistir, repiti¨¦ndolos aqu¨ª, en que se trata de textos perge?ados desde la ternura y la empat¨ªa con las masas: quienes insisten en leerlos de otra forma son los que se equivocan, como quienes piensan (en la CUP) que la actuaci¨®n policial es la que genera violencia. Tremendo este pa¨ªs, una vez m¨¢s. Y tremenda la cretinez de una izquierda pretendidamente transformadora (me refiero a la que a¨²n se mueve, aunque exang¨¹e, en la ¨®rbita ideol¨®gica de UP y del nacionalismo de izquierda) que, tras el apoyo incondicional de los primeros d¨ªas (Echenique, el tajante Yezhov de UP, luci¨® espl¨¦ndido: ¡°Todo mi apoyo a los j¨®venes antifascistas que luchan en la calle por la libertad y la justicia¡±), se lo pens¨® un poco mejor cuando ya hab¨ªan ardido suficientes muestras de mobiliario urbano, y los h¨¦roes irredentos se hab¨ªan provisto, saqueo mediante, de suficientes productos de Versace o Nike o Uterq¨¹e, que son las marcas que aman odiar cuando no van de justicieros. Poco tiempo despu¨¦s, las ¡°matizaciones¡± a las primeras declaraciones incendiarias llegaron con simultaneidad norcoreana, confirmando barojianamente que todo est¨¢ bien si parece bien. Como muchos m¨¢s, tambi¨¦n creo que este pa¨ªs necesita profundas reformas (de los protocolos policiales, por ejemplo), y que en orden a la libertad de expresi¨®n, mejor pocos tab¨²es (los l¨ªmites los pone el C¨®digo Penal, tambi¨¦n reformable, por cierto). Pero una democracia consolidada precisa tambi¨¦n que la gente de izquierdas que la defiende reaccione sin temor y con firmeza a las tergiversaciones puestas en circulaci¨®n por los peque?os dictadorzuelos encaramados en la burocracia de organizaciones cuya influencia se basa en el chollo que les da formar parte (por ahora) de un Gobierno de coalici¨®n, y disponer de privilegiados nichos de complicidad en ciertos medios de comunicaci¨®n. En todo caso, y como sucinto apoyo bibliogr¨¢fico a este comentario, les recomiendo la compilaci¨®n Violencia pol¨ªtica (Tecnos), un reader coordinado por los investigadores Lesley-Ann Daniels y Martijn C. Vlaskamp en el que se analizan distintos tipos de violencia pol¨ªtica.
2. Eclosiones
Los m¨¢s viejos de la tribu del libro recordamos la magn¨ªfica explosi¨®n editorial que tuvo lugar en los meses anteriores y posteriores a la muerte de Franco en la cama y sin juicio. Para millares de lectores que a¨²n ten¨ªan que conseguir buena parte de su mercanc¨ªa espiritual en trastiendas prohibidas o almacenes h¨²medos y mal iluminados fue aquel un momento inolvidable en el que la pol¨ªtica editorial denotaba una aceleraci¨®n del tiempo que parec¨ªa traernos vertiginosamente, y en fascinante desorden, lo que nos hab¨ªa sido hurtado por los aparatos censores del tardofranquismo: de Marx a Fanon, de Neruda a Sartre, de Reich a los antipsiquiatras. Llegaban novelas prohibidas en ediciones deleznables, algunos pioneros textos gais, manifiestos moderadamente feministas, manuales de t¨¦cnica sexual. En aquella explosi¨®n editorial no todo era perfecto; la prisa y la competici¨®n no dejaban a menudo tiempo para el rigor o la calidad: se publicaron traducciones que venga Dios y las lea, textos mutilados, artefactos ling¨¹¨ªsticos en los que sus autores no se habr¨ªan reconocido. La gente consum¨ªa productos muy diferentes y saltaba de una preferencia a otra. No importaba: lo que contaba es que todo estuviera a nuestra disposici¨®n, ya lo asimilar¨ªamos m¨¢s tarde. Una explosi¨®n de creatividad semejante, con todos los sensores puestos en lo nuevo, no se ve¨ªa en la edici¨®n espa?ola hasta que lleg¨® el impulso del MeToo y la ¨²ltima eclosi¨®n feminista. Las obras sobre feminismo ¡ªen el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino¡ª o escritas y protagonizadas por mujeres son las reinas del mercado de la novedad, de los premios, de los debates y de los foros literarios. En el segmento destacan especialmente por su cantidad y calidad dos g¨¦neros: la novela gr¨¢fica, en el que las mujeres han irrumpido con fuerza y creatividad, y la novela llamada ¡°negra¡±, de la que siempre encontramos alguna muestra en las listas de m¨¢s vendidos.
Entre las ¨²ltimas que he tenido ocasi¨®n de leer est¨¢ Especie (Alfaguara), de Susana Mart¨ªn Gij¨®n, que he conseguido terminar sin especial entusiasmo. ?Por qu¨¦? Quiz¨¢s porque algunos de sus personajes femeninos me resultan meras contrafiguras ¡°feministas¡± de los sabuesos masculinos, pese al esfuerzo por ¡°mostrarlas¡± convenientemente liberadas y preocupadas por cuestiones sociales de actualidad. La sordidez de las historias (en este caso, el modus operandi del asesino se basa en la tortura y cruel muerte de los animales, seg¨²n se practica en la industria alimenticia) es ya algo casi habitual, desde el ¨¦xito logrado por los libros del llamado/a/os Carmen Mola. Pero lo que m¨¢s me ha cansado ha sido, posiblemente, la proliferaci¨®n de las ceremonias de interior: reuniones y reuniones en las que los sabuesos discuten y se informan, como si entre el mundo de la comisar¨ªa y el del afuera se alzara un tel¨®n. Entre los personajes merece particular respeto Evita Gallego, la ¡°nueva¡± en la brigada, quiz¨¢s el m¨¢s redondo (en el sentido que daba E. M. Forster al t¨¦rmino) de todos ellos. Sevilla ¡ªuna nueva ¡°capital negra¡±¡ª aporta un color local algo deslavazado. Ya digo, la termin¨¦, s¨ª, pero sin pena de acabarla, lo que no s¨¦ si es un elogio.