El acento que nunca tuvieron ni Lorca ni Lola
No existe un acento andaluz, sino hablas andaluzas. Que a ciertos o¨ªdos les parezca una misma y risible cosa es lo que da risa
El pasado mayo, una ciudadan¨ªa enclaustrada recibi¨®, a trav¨¦s de m¨®viles y ordenadores, a Garc¨ªa Lorca recitando con voz y gesto vivos su Casida de la muchacha dorada, y legiones de adeptos compartieron veloces el peque?o v¨ªdeo. La resurrecci¨®n, obra de la t¨¦cnica de inteligencia artificial deepfake, impresionaba, acaso de un modo semejante al que experimentaron los primeros espectadores de cine sonoro...
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El pasado mayo, una ciudadan¨ªa enclaustrada recibi¨®, a trav¨¦s de m¨®viles y ordenadores, a Garc¨ªa Lorca recitando con voz y gesto vivos su Casida de la muchacha dorada, y legiones de adeptos compartieron veloces el peque?o v¨ªdeo. La resurrecci¨®n, obra de la t¨¦cnica de inteligencia artificial deepfake, impresionaba, acaso de un modo semejante al que experimentaron los primeros espectadores de cine sonoro. A partir de una foto en la que el poeta ten¨ªa 33 a?os, la combinaci¨®n de tecnolog¨ªa y asistencia del cuerpo y la voz del actor Carmelo G¨®mez realiz¨® el milagro, el doble y dudoso milagro: con su aspecto de 1931, Federico declamaba de memoria un poema que no compondr¨ªa hasta 1934.
De Lorca tenemos muy pocas im¨¢genes en movimiento, todas son mudas y los registros de su voz se han extraviado. Navarro Tom¨¢s lo hab¨ªa convocado una ma?ana en el Centro de Estudios Hist¨®ricos, en cuyo Archivo de la Palabra dejar¨ªan su huella sonora personalidades como Ram¨®n y Cajal, Margarita Xirgu, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o Valle-Incl¨¢n, pero ¨¦l no se present¨®: se hab¨ªa quedado dormido. Ignoramos, pues, c¨®mo pronunciar¨ªa, aunque disponemos de algunas descripciones de su espa?ol hablado. Seg¨²n Luis Rosales, pose¨ªa ¡°una gran voz, una voz poderosa, muy grave, muy bien timbrada, sin tener ninguna matizaci¨®n met¨¢lica, una voz l¨ªquida pero ancha¡±. Moreno Villa la define, en cambio, como ¡°mala, carrasposa y sembrada de afon¨ªas, pero emotiva¡±. Y Gibson habla de cierta bifurcaci¨®n: en registro informal su modulaci¨®n era granadina, ¡°con las vocales muy abiertas¡±; en cambio, al dictar conferencias adoptar¨ªa un espa?ol est¨¢ndar. Otros testimonios acent¨²an las marcas andaluzas: fuerza, dulzura, escamoteo de s¨ªlabas, ¡°simp¨¢tico y desgarrado ceceo andaluz¡±. ?Ceceaba Lorca? Esa es, desde luego, la pauta prevalente en los pueblos que circundan Granada.
Por una parte, la bella y articulada elocuci¨®n castellana de Carmelo G¨®mez queda lejos del mosaico lorquiano; por otra, el experimento desmerece un tanto: cuando el actor-soporte se gira a un lado se distorsiona la imagen rediviva. Pero esto poco importa al devoto. Le basta la dicha de haber escuchado a su mito. Ocurre, sin embargo, que Lorca era granadino y choca que nadie valorase la posibilidad de recrear su dicci¨®n.
La historia acaba de repetirse con Lola Flores y una conocida marca de cerveza sevillana de acento holand¨¦s como protagonistas, pero la nueva venida exhibe un nivel de verosimilitud extraordinario. Esta vez se eligieron m¨¢s de 5.000 im¨¢genes de la diva, particip¨® una actriz cuyas facciones se le acercan y su hija Lolita grab¨® un guion que supone un encomio del acento, clave, seg¨²n los publicistas, del ¨¦xito internacional de la cantante y, por transferencia, de la misma vida. Y de la cerveza sevillana, colegimos. Acento compendio de pellizco, ra¨ªces, autenticidad, actitud, poder¨ªo: el c¨®ctel t¨®pico del sur, en versi¨®n solemne. ¡°El acento es tu tesoro¡±, concluye la neo-Lola. ¡°No lo pierdas nunca¡±.
Jerez de la Frontera es, como la pr¨¢ctica totalidad de C¨¢diz, ceceante, y all¨ª naci¨® y se crio Lola Flores. Su familia se mud¨® luego a Sevilla; la capital sesea. Acab¨® recalando en Madrid, donde se distingue. Y viajar¨ªa mucho por Hispanoam¨¦rica, seseante en su totalidad. Resultado: el m¨¢s delirante cacao oral de la historia folcl¨®rica. Regresemos un momento a Lorca. Su Soneto de la dulce queja, que ella sol¨ªa recitar y del que dej¨® grabaciones: ?valen estas lecturas como lecciones de acento andaluz? No, son m¨¢s bien el batiburrillo de todas las isoglosas. Un poeta menor la llam¨® ¡°torbellino de colores¡±. Mejor vendaval, tempestad f¨®nica. Hablaba como bailaba: con libertad ¨¢crata, imperiosamente, sin rey ni roque; noqueaba a la danza como a la fonolog¨ªa. Justo por eso su modelo no puede representar los diferentes dejos andaluces, porque es un no-modelo, un revoltijo no usado en ning¨²n sitio.
No existe un acento andaluz, o uno se?alado por encima del resto. Existen las hablas andaluzas. Que a ciertos o¨ªdos todo lo meridional les parezca una misma y risible cosa o que en la propia Andaluc¨ªa se ordenen jerarqu¨ªas es lo que da risa: este es el ¨²nico territorio en el que conviven las tres normas que tiene el espa?ol seg¨²n se emitan los fonemas /¦È/ y /s/: seseo, ceceo y distinci¨®n. Toda la regi¨®n emplea adem¨¢s una de las dos l¨ªneas supranacionales que despliega nuestro idioma: la atl¨¢ntica, de tendencia evolutiva (la que relaja las consonantes finales de s¨ªlaba; Granada, Veracruz, La Habana), que se opone a la denominada castellana, de direcci¨®n conservadora (que las pronuncia; Zamora, Ciudad de M¨¦xico, Bogot¨¢). El sure?o es un para¨ªso terrenal para fil¨®logos y resulta parad¨®jico que algunos ind¨ªgenas nos veamos empujados a insistir, sin tregua ni ganancia, en datos que deber¨ªa tener claros cualquier bachiller.
Est¨¢ muy bien no perder nunca el acento. Tanto como dominar un l¨¦xico rico y matizado y procurar la discreci¨®n gramatical en el habla cotidiana. Oigo a muchos andaluces hacer todo eso, cada cual en la variedad fon¨¦tica que su crianza y su terru?o le han impreso, y hacerlo acentuadamente bien.
Jos¨¦ Javier Le¨®n es doctor en Literatura Espa?ola y autor de libros sobre Lorca, el flamenco y la ense?anza del espa?ol.
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