23-F: una larga y silenciosa noche de febrero
La adaptaci¨®n teatral de ¡®Anatom¨ªa de un instante¡¯, la novela de Cercas sobre el golpe de Tejero, se tomar¨ªa por una comedia loca si no supi¨¦ramos que sucedi¨® de verdad
Si Anatom¨ªa de un instante, la novela-cr¨®nica de Javier Cercas, no se hubiera vendido como lo hizo en su d¨ªa, ni multireeditada a lo grande, la historia de la banda de Tejero no se conocer¨ªa por quienes en 1981 ¨¦ramos o eran poco m¨¢s que adolescentes. O la adaptaci¨®n de ?lex Rigola, estrenada la semana pasada en el Lliure (y con ¨¦xito), se tomar¨ªa por una comedia loca, y un poco locuelos a sus adaptadores. ?Primero al libro y luego al teatro? Por cierto, que roza el morro lo de ¡°autor¨ªa y direcci¨®n: ?lex Rigola¡±. Pero, m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, plantar un enjambre con esas muchas historias.
Como tantos artistas, Rigola es brillante y desigual. A veces logra tensi¨®n y emoci¨®n con muy austeros elementos (Aquest pa¨ªs no descobert, 2019); otras patina y chirr¨ªa desencuadernando un cl¨¢sico (la versi¨®n de El enemigo del pueblo de Ibsen); o la intensidad de su pariente Vania resuena en una suerte de caja de madera donde se proteg¨ªan, se escuchaban, lloraban y hac¨ªan llorar. En Anatom¨ªa hay tan solo cuatro int¨¦rpretes (Pep Cruz, Enric Auquer, Xavier S¨¢ez, Roser Vilajosana) que dan voces y miradas a personajes sin nombre o se juegan dram¨¢ticamente el tipo. Pep Cruz es uno de nuestros actores m¨¢s admirables. Te deja pasmado ver de qu¨¦ manera esboza una sonrisa ir¨®nica en el momento m¨¢s duro. Pod¨ªa haber resbalado hacia el patinazo, y sin embargo parece un clown de la escuela Lecocq, siempre controlado. Quien tampoco pierde el brillo, aunque con alg¨²n exceso a lo Franco Franchi y Ciccio Ingrassia (dos en uno), es Enric Auquer. Xavi S¨¢ez, otro p¨¢jaro de alto vuelo, tiene un cierto perfil de de w¨¦stern. Y un toque de peligrosa de saloon (luego veremos su multiplicidad) es Roser Vilajosana.
Este reparto tiene, a mi juicio, uno de los posibles premios de la temporada. Contar¨¢n cinco int¨¦rpretes, y no revelo nada si les digo que a los pocos minutos brota un rey m¨ªnimo, casi un mu?eco de feria. Aqu¨ª Rigola est¨¢ al borde de hacerse el listo y es, quiz¨¢s, uno de sus pasajes m¨¢s arriesgados. O m¨¢s desaprovechados, seg¨²n como se mire. Hay que aplaudir, en cambio, el trazo de las voces narrativas: se notan los toques de Cercas. Pega: habr¨ªa deseado la breve cercan¨ªa de alg¨²n momento de peligro. Uno nunca est¨¢ contento del todo. Hacerlo a veces como lo har¨ªas t¨² pareciendo que jugabas en el patio de tu casa.
Hablando de peligro, otra idea tan sencilla como efectiva: las fotos que se convierten de golpe y alrededor en un mundo en blanco y negro. El golpe, tantos a?os despu¨¦s, tambi¨¦n pod¨ªa prestarse al ¨¢cido. Un caramelillo de ¨¢cido inventado por Max Glaenzel. Vaya que s¨ª. Saco esto a colaci¨®n porque, al contrario, era y ser¨¢ inimaginable el p¨¦treo silencio de la matanza de Atocha. Pero hay silencios t¨¦tricos y silencios que se prestan a la risa retrospectiva. Todo esto sali¨® viendo la obra, cuando brot¨® el callar de los camiones militares que nos llevaban, cruzando la noche, camino al cuartel de Ja¨¦n 25, echando un c¨®ctel de humo de Ducados, Piper y Roc¨ªo. Un poco de eso me hubiera gustado que insuflaran en el escenario del Lliure de Gr¨¤cia. Otros ratos, el juego de iluminaci¨®n casi circense de August Viladomat pasaba de la oscuridad a los globitos de colores, y funcionaba, aunque al principio ten¨ªa mis dudas. Tambi¨¦n resulta chocante el vestuario de pijamas de colores, a lo conejos de circo.
Cercas y Rigola homenajean al rey Juan Carlos luchando por la democracia. Me gust¨®, me cre¨ª el cara a cara arma en mano de Tejero y Milans del Bosch y sobre todo la valiente inmovilidad de Carrillo, Su¨¢rez y Guti¨¦rrez Melllado plantando el ment¨®n ante los golpistas. Una imagen me qued¨® entonces (bueno, al d¨ªa siguiente) y ha vuelto: cuando Su¨¢rez se sienta, inm¨®vil en mitad de un desierto de esca?os. Una imagen quieta que es todo gesto, emblema de la valent¨ªa.
Hay un juego de veloces y afiladas preguntas y respuestas. ¡°A la pregunta de ¡®c¨®mo¡¯, la respuesta que habr¨ªa debido dar la clase dirigente era ¡®con unas elecciones¡¯. En cambio, la respuesta que respondieron otros fue ¡®a cualquier precio¡¯. Otro di¨¢logo memorable: ¡°Sin comprender la ingratitud de un pa¨ªs hacia la persona que construy¨® la democracia pregunt¨® a Su¨¢rez: ¡®Dime la verdad, presidente: aparte del Rey, de ti y de m¨ª, ?hay alguien m¨¢s que est¨¦ con nosotros?¡±. Tambi¨¦n me quedo este intercambio: ¡°Quiz¨¢s ya llevaban demasiado tiempo jugando con fuego¡±. ¡°Y se activ¨® la operaci¨®n militar¡±, ¡°apoyada por una tempestad perfecta¡±. Es muy dif¨ªcil contar tantas historias, enlazarlas, tratarles de darles vida en tan poco tiempo. La ¨²ltima voz dice: ¡°Y lo que iba a tardar en contarse todo lo que faltaba¡±. Una voz que explicaba al fin con claridad los procedimientos (por llamarles as¨ª) de los procuradores franquistas.
Casi se me olvida se?alar que el montaje se representa en catal¨¢n, pero se har¨¢ tambi¨¦n en castellano y llegar¨¢ al Teatro de la Abad¨ªa de Madrid.
23 F Anatomia d¡¯un instant. Creaci¨®n y direcci¨®n: ?lex Rigola, a partir de la novela de Javier Cercas. Teatre Lliure de Gr¨¤cia. Barcelona. Hasta el 2 de mayo.
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