El triunfo de los ¡°tabernarios¡±
Sobre el derechazo en Madrid, humor pol¨ªtico y libros japoneses
La aplastante victoria de la derecha en Madrid (al d¨ªa siguiente, sus tabloides y digitaloides exultaban de gozo y revancha); la hist¨®rica derrota de la izquierda cl¨¢sica; la fuga anunciada del adalid Iglesias con el rabo jacobino y autoritario entre las piernas; la alegr¨ªa de los ¡°tabernarios¡± que celebran la ¡°excepcionalidad¡± pand¨¦mica de una ciudad abierta y convertida en el bar de copas y tapas de Europa; la (relativa) sorpresa de M¨¢s Madrid, como triunfante alternativa a...
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1. Derechazo
La aplastante victoria de la derecha en Madrid (al d¨ªa siguiente, sus tabloides y digitaloides exultaban de gozo y revancha); la hist¨®rica derrota de la izquierda cl¨¢sica; la fuga anunciada del adalid Iglesias con el rabo jacobino y autoritario entre las piernas; la alegr¨ªa de los ¡°tabernarios¡± que celebran la ¡°excepcionalidad¡± pand¨¦mica de una ciudad abierta y convertida en el bar de copas y tapas de Europa; la (relativa) sorpresa de M¨¢s Madrid, como triunfante alternativa a un socialismo demasiado satisfecho e institucionalizado, ante el que reivindica el componente populista en el sentido que quer¨ªa Laclau (como alternativa no institucional a las demandas de los excluidos); todo ello y m¨¢s pod¨ªa leerse oblicuamente en los apabullantes resultados del 4 de mayo. Parafraseando a los endemoniados del Evangelio (Marcos, 5; 1-20), D¨ªaz Ayuso, paladina de la nueva derecha cada vez m¨¢s a la derecha, podr¨ªa haber dicho en la noche de su victoria: ¡°Mi nombre es Legi¨®n, porque somos muchos¡±; solo que en esta ocasi¨®n los que agitaban banderas ante la sede de la calle de G¨¦nova no ten¨ªan pinta de ir a despe?arse por el precipicio convertidos en cerdos, al menos en los pr¨®ximos dos a?os. En cuanto a los perdedores, bienaventurados los que lloran (Gabilondo) y los que desaparecen (Bal), sobre todo si la pena y la ausencia forzosa dan paso a reflexiones audaces sobre las causas de los sofiones. Y en cuanto a Vox, el partido posfascista con m¨¢s poder pol¨ªtico de Europa, lo m¨¢s preocupante es que, a tenor de sus resultados, a sus militantes no les ha parecido suficiente el giro a la derecha del PP, bajo cuyo paraguas se refugiaban antes los ultras espa?oles. Total que, a tenor de los resultados, el centro no puede mantenerse (como dec¨ªa Yeats en El segundo advenimiento) y la seducci¨®n del autoritarismo (subt¨ªtulo del muy sugerente y discutible ensayo El ocaso de la democracia, de Anne Applebaum, Debate) est¨¢ permeabilizando, aqu¨ª como en todas partes, y desde la derecha a la izquierda, la pr¨¢ctica pol¨ªtica contempor¨¢nea.
2. Jap¨®nica
En 1964, tras un viaje a Jap¨®n acompa?ando al guitarrista Narciso Yepes, Jos¨¦ Mar¨ªa Gironella (que 10 a?os antes hab¨ªa convertido Los cipreses creen en Dios en el primer best seller millonario de posguerra) public¨® El Jap¨®n y su duende en el sello editorial de su entonces amigo Jos¨¦ Manuel Lara. Hoy podr¨ªamos considerar aquella obra como pionera de la moda japonista del mercado espa?ol del libro que, adem¨¢s, de a una editorial consagrada a ello (Satori), alimenta los cat¨¢logos de no pocas editoriales independientes. Entre las ¨²ltimas novedades, destaco la estupenda novela corta Agujero (Impedimenta), de Hiroko Oyamada, por la que obtuvo el Premio Akutagawa en 2014; como en la mayor¨ªa de novelas actuales de escritoras japonesas, las cuestiones de g¨¦nero, la sensaci¨®n de aislamiento, la frustraci¨®n laboral o la falta de comunicaci¨®n de las parejas constituyen algunos de los temas b¨¢sicos del relato. En Agujero, en la que se percibe la influencia de Kafka y Lewis Carroll, la historia est¨¢ impregnada de un surrealismo que se desliza por los intersticios de una realidad insatisfactoria: un innominado animal que cava agujeros, un extra?o familiar del que no se habla, el omnipresente estridular de las cigarras, ni?os demasiado inquietos y chillones. El folklore y los relatos de fantasmas de Jap¨®n se encuentran en el lujoso ¨¢lbum Esp¨ªritus y criaturas de Jap¨®n (Edelvives), una recopilaci¨®n del gran orientalista grecobrit¨¢nico (y, luego, nacionalizado japon¨¦s) Lafcadio Hearn (1850-1904), ilustrada por Benjamin Lacombe; y, en el terreno de la literatura gr¨¢fica, me han parecido muy interesantes las desazonadoras historias de Tokio Goodbye (Gallo Nero), de ?ji Suzuki, un dibujante tambi¨¦n atra¨ªdo por lo kafkiano y el surrealismo. Como curioso contraste y prueba de que, a su vez, los japoneses muestran un inter¨¦s especial por algunos aspectos de la cultura espa?ola, puede leerse Un tablao en otro mundo (Alianza), de David L¨®pez Canales, en el que se relata la aventura de los flamencos que, a partir de los a?os cincuenta, fueron a hacer carrera en el pa¨ªs del sol naciente: de Cristina Hoyos o Chiquito de la Calzada a Antonio Gades o Paco de Luc¨ªa, adem¨¢s de una buena cantidad de personajes aqu¨ª menos conocidos, pero all¨ª respetados, que se quedaron a vivir en Tokio o Kioto, creando academias y ense?ando a los japoneses a bailar flamenco, tocar la guitarra o cantar por buler¨ªas.
3. S¨¢tira
Desde los grafitis encontrados en las ruinas romanas, pasando por las feroces escenas dibujadas por James Gillray en el siglo XVIII, la s¨¢tira humor¨ªstica ha probado su eficacia como arma pol¨ªtica. Y por eso ha sido perseguida, censurada, proscrita, quemada por intolerantes y dictadores. Tras la muerte (en la camita, no lo olvidemos nunca) del ¨²ltimo dictador espa?ol, tan bien caricaturizado por V¨¢zquez de Sola desde el exilio, se produjo en Espa?a una edad de oro del humor pol¨ªtico. La sat¨ªrica transici¨®n (Marcial Pons), de Gerardo Vilches, es un estudio de las revistas de humor pol¨ªtico que surgieron en Espa?a entre 1975 y el final de la Transici¨®n (1982), y que se atrevieron a decir y criticar cosas que otros medios no pod¨ªan o no quer¨ªan (con dos tab¨²es: Juan Carlos I y el Ej¨¦rcito). En aquellas revistas (recuerden: Hermano Lobo, El Papus, Por Favor, El Jueves), todas m¨¢s o menos de izquierdas, escribieron y dibujaron algunos de los m¨¢s mejores o de los m¨¢s conocidos: Umbral, V¨¢zquez Montalb¨¢n, Mars¨¦, El Perich, Martinmorales, Iv¨¢, Forges, Chumy Ch¨²mez y tantos otros. Pocas mujeres, como era habitual (recuerdo a N¨²ria Pompeia, Maruja Torres, Rosa Montero). Vilches recorre el esplendor de aquellos semanarios, su decadencia, sus vicisitudes (secuestros, cierres, asaltos fascistas) y, sobre todo, las posibilidades y l¨ªmites del humor gr¨¢fico como fuente historiogr¨¢fica. Una lectura apasionante. Y un punto nost¨¢lgica, qu¨¦ quieren que les diga.
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