?Todav¨ªa educan los museos?
Coincidiendo con el D¨ªa Internacional de los Museos, que se celebra el martes, siete voces especializadas reflexionan sobre el reto de llegar a un p¨²blico deslocalizado tras la pandemia
La pandemia ha vuelto a plantear la necesidad de interrogarse sobre el papel de la educaci¨®n en las instituciones culturales, c¨®mo trabajar con un p¨²blico deslocalizado y de qu¨¦ modo llegar a esas escuelas que han dejado de visitar el museo. El debate est¨¢ abierto. ?C¨®mo hacer fuerte al departamento m¨¢s d¨¦bil de los museos? ?Cu¨¢les son los retos pendientes y qu¨¦ funci¨®n tendr¨¢n las colecciones a partir de ahora? Coincidiendo con el D¨ªa Internacional de los Museos, que se celebra el m...
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La pandemia ha vuelto a plantear la necesidad de interrogarse sobre el papel de la educaci¨®n en las instituciones culturales, c¨®mo trabajar con un p¨²blico deslocalizado y de qu¨¦ modo llegar a esas escuelas que han dejado de visitar el museo. El debate est¨¢ abierto. ?C¨®mo hacer fuerte al departamento m¨¢s d¨¦bil de los museos? ?Cu¨¢les son los retos pendientes y qu¨¦ funci¨®n tendr¨¢n las colecciones a partir de ahora? Coincidiendo con el D¨ªa Internacional de los Museos, que se celebra el martes, siete voces especializadas hablan de los pr¨®ximos pasos a seguir en esta ¨¢rea.
Mar¨ªa Acaso
Jefa del ¨¢rea de educaci¨®n del Museo Reina Sof¨ªa (Madrid)
Los departamentos de educaci¨®n en los museos sirven para establecer v¨ªnculos entre las personas que acuden a ellos y las obras de arte. Se trata de crear relaciones con los distintos p¨²blicos que nos visitan para generar conocimiento sobre las obras de arte que albergamos. Entendiendo las administraciones p¨²blicas como mecanismos de igualaci¨®n social, los museos tienen la misi¨®n de contribuir a la creaci¨®n de una sociedad en la que el arte sea una herramienta de pensamiento cr¨ªtico, que llegue a todos los rincones, a trav¨¦s del dise?o de programas y proyectos que beneficien e integren a las comunidades m¨¢s alejadas del mundo del arte. Ese es nuestro reto.
Partiendo de ese principio y de la idea de que la obra de arte siempre la termina su espectador, los proyectos educativos que se desarrollan en los museos tienen el deber social de establecer modos de relaci¨®n con el visitante en los que el conocimiento se construya de manera democr¨¢tica. Solo podemos llevar a la pr¨¢ctica este trabajo estableciendo relaciones de larga duraci¨®n, contactos que se repitan, que duren cada vez m¨¢s tiempo y a los que prestemos m¨¢s atenci¨®n que a todas esas im¨¢genes que pueblan las redes sociales. Se trata de aprender a mirar y de dejar que las im¨¢genes que crean los y las artistas nos afecten. Eso solo puede conseguirse a trav¨¦s de los tiempos largos, de una atenci¨®n sostenida que posibilite una transformaci¨®n. Las relaciones creadas con el p¨²blico de un museo son v¨ªnculos compensadores y herramientas pol¨ªticas que pueden y deber cambiar la sociedad hasta alcanzar vidas que merezcan ser vividas.
En este momento de pospandemia, el escenario de trabajo ha cambiado. Hay un debate sobre la educaci¨®n online como simulacro, pero sabemos que ha llegado para quedarse. El v¨ªnculo por venir en la educaci¨®n art¨ªstica ser¨¢ virtual y saldr¨¢ del museo, aunque jam¨¢s podr¨¢ sustituir la participaci¨®n presencial.
Aida S¨¢nchez de Serdio
Investigadora y educadora en el campo de las pr¨¢cticas art¨ªsticas
El debate sobre el papel y la situaci¨®n de los departamentos de educaci¨®n de los museos no es nuevo. A pesar de su creciente profesionalizaci¨®n y relativo reconocimiento impulsado en buena medida por la lucha y la reflexividad cr¨ªtica de los propios educadores, la pandemia ha demostrado hasta qu¨¦ punto eran fr¨¢giles estos logros. En abril de 2020, diversos museos (entre ellos el MoMA, el MOCA de Los ?ngeles, el MoCA de Massachusetts y la Fundaci¨®n Serralves) anunciaron el despido o no renovaci¨®n de los contratos de sus educadores debido al cierre al p¨²blico ocasionado por la covid-19. En Espa?a, como se?alaba la asociaci¨®n de mediadoras culturales de Madrid Amecum, se produjo una interrupci¨®n de la actividad y una reducci¨®n dr¨¢stica de ingresos de muchas personas y colectivos dedicados a prestar servicios educativos en instituciones culturales. En cambio, en 2016, las huelgas de educadores junto con acomodadores, gu¨ªas, vigilantes o personal de taquillas hicieron cerrar museos y auditorios por todo el pa¨ªs, demostrando que su labor era imprescindible.
Estas dos situaciones pr¨®ximas en el tiempo y aparentemente opuestas evidencian el lugar parad¨®jico que ocupa la educaci¨®n en los museos, considerada a la vez prescindible y esencial. Esta tensi¨®n intr¨ªnseca se ve acentuada por su posici¨®n liminal entre el interior y el exterior de la instituci¨®n, puesto que su tarea principal es poner en relaci¨®n m¨²ltiples discursos y colectivos propios y ajenos al museo. Esta funci¨®n de constante negociaci¨®n con lo impuro ha hecho que a menudo se perciba la actividad de los departamentos de educaci¨®n como algo pueril, de baja calidad o simplificador de los discursos cr¨ªticos y comisariales. Pero si concebimos la liminalidad como el lugar de transformaci¨®n y cuestionamiento, la educaci¨®n deviene un lugar clave en una instituci¨®n que no tiene m¨¢s remedio que repensarse radicalmente en el contexto contempor¨¢neo.
Antonio Ballester Moreno
Artista
Cuando hablamos de educaci¨®n en general, y en el campo del arte en particular, lo primero que habr¨ªa que pensar es en la idea de democracia, no como un sistema pol¨ªtico, sino como una manera de convivir en el respeto, en un proyecto com¨²n, donde el mensaje del arte no va en una sola direcci¨®n, autoritaria, sino que se alimenta gracias a la pluralidad, y donde se tienen en cuenta muchas voces y modos de sentir. A partir de ah¨ª, habr¨ªa que preguntarse si el arte es democr¨¢tico. Precisamente, los programas p¨²blicos y los departamentos de mediaci¨®n de los museos son los que se dedican paliar ese d¨¦ficit. Con el arte hay que tratar de romper l¨ªmites. Con los museos tambi¨¦n. Ah¨ª est¨¢ uno de sus mayores retos. Por muchos y muy buenos programas educativos que tengan, los museos parecen seguir comunic¨¢ndose en una sola direcci¨®n. Todav¨ªa hoy, se dice que lo que all¨ª se muestra es ¡°digno de admirar¡±, es ¡°incuestionable¡±, o una parte de ¡°historia¡± de la que el espectador parece no participar. La figura del mediador cultural puede darte pautas sobre el contexto hist¨®rico, puede guiarte sobre c¨®mo se hizo la obra, pero no te va a hacer sentir parte de ese espacio. El arte es algo que todav¨ªa est¨¢ dirigido a una ¨¦lite intelectual y hasta que no se desmonte eso no podremos hablar de una verdadera revoluci¨®n en el mundo del arte. El problema del arte en Espa?a est¨¢ en la base, que es la ense?anza. Si el arte fuera democr¨¢tico, no necesitar¨ªa de mediaci¨®n porque ser¨ªa educativo per se.
As¨ª pues, el problema que actualmente tenemos no es de los museos, ni mucho menos de los mediadores, ni de los departamentos de educaci¨®n, sino del propio arte, que no est¨¢ posicion¨¢ndose como una pr¨¢ctica participativa. No transmite mensajes emancipadores ni entiende la creatividad como una cualidad generalizada. Al contrario, deviene a menudo elitista, herm¨¦tico y anal¨ªtico, y esta postura no ayuda a la realizaci¨®n de un proyecto com¨²n.
Pablo Mart¨ªnez
Jefe de Programas P¨²blicos del Macba (Barcelona)
Si el museo quiere ser algo m¨¢s que un reclamo tur¨ªstico y aspira a construir una sociedad igualitaria, libre y justa, tendr¨ªa que incorporar a su misi¨®n fundacional la preservaci¨®n y protecci¨®n de la vida en su sentido m¨¢s amplio y apostar por una educaci¨®n encaminada a la transformaci¨®n. Un museo que fuera consciente del tipo de vidas que produce dentro y fuera de sus paredes y en el que la educaci¨®n nunca pudiera ser considerada un servicio susceptible de ser externalizado. En este museo, la burocracia y la gesti¨®n administrativa se reducir¨ªan a lo esencial para dejar paso a la pr¨¢ctica deliberativa, la creaci¨®n colectiva, el fomento del apoyo mutuo, la colaboraci¨®n comunitaria y la activaci¨®n de la imaginaci¨®n. Para ello, deber¨ªa conseguirse que las administraciones considerasen la excepcionalidad de la naturaleza del trabajo art¨ªstico, protegiesen a sus agentes independientes mediante una renta b¨¢sica, y entendiesen que la realidad de la producci¨®n cultural no puede responder al mismo rigor burocr¨¢tico que la realizaci¨®n de una obra p¨²blica.
En esa aspiraci¨®n transformadora, el museo podr¨ªa apostar por un arte y una educaci¨®n ¡°para cambiar la vida¡±, como propuso Arthur Rimbaud. Una apuesta que hoy deber¨ªa ir encaminada hacia la activaci¨®n de un deseo alejado de la pulsi¨®n ciega de consumo y hacia la redefinici¨®n de las nociones de libertad, igualdad, redistribuci¨®n y l¨ªmite. Si, como dijo el pensador alem¨¢n Ernst Bloch, el miedo y la esperanza son estructuras afectivas anticipatorias, en estos momentos de crisis de civilizaci¨®n, con un planeta exhausto y con las fuerzas reactivas en las instituciones democr¨¢ticas de nuestro pa¨ªs, la esperanza habr¨ªa de ser el primero de los afectos por activar. Por ello, necesitamos m¨¢s que nunca que el trabajo en arte y educaci¨®n pierda su condici¨®n precaria para dirigir toda la energ¨ªa a activar una imaginaci¨®n que prefigure con esperanza los mundos por venir.
Desmusea
Colectivo de mediaci¨®n de Clara Harguindey y Daniel Pecharrom¨¢n
Como colectivo de mediaci¨®n digital, nuestro trabajo necesariamente parte de una perspectiva del museo que supera su dimensi¨®n f¨ªsica. M¨¢s all¨¢ de su colecci¨®n y del edificio que la acoge, el museo es todo el conocimiento que conserva y difunde. En este sentido, su versi¨®n online es igualmente museo. Algunas de las tensiones vividas desde la pandemia por los departamentos de educaci¨®n no han tenido la misma repercusi¨®n para nosotros, que trabajamos en colaboraci¨®n con ellos, pero sin formar parte estructural de la instituci¨®n.
De hecho, este contexto ha puesto de manifiesto que la virtualidad es un terreno especialmente fecundo para la experimentaci¨®n en mediaci¨®n cultural, y esta necesidad de poner lo digital en el centro ha dado m¨¢s sentido a nuestro trabajo. Cuando el museo se traslada a la pantalla queda atravesado por sus l¨®gicas, y los proyectos educativos deben ser coherentes con los c¨®digos propios de este marco. Aunque crear un proyecto educativo exclusivamente pensado para internet parece un proceso radicalmente alejado del dise?o de contenidos vinculados al aula, la sala o el taller, lo cierto es que las l¨®gicas de la virtualidad nos aproximan conceptualmente a muchas cuestiones que los educadores vienen proponiendo desde hace tiempo, que pretenden que la relaci¨®n con el museo sea m¨¢s accesible y honesta. As¨ª, en internet, pasamos del ¡°no tocar¡± a la pantalla t¨¢ctil, del cuerpo r¨ªgido al scroll. El relato lineal y cronol¨®gico se vuelve rizom¨¢tico a trav¨¦s de hiperv¨ªnculos; los p¨²blicos pueden descargar las obras y renombrar el archivo, hacer zoom y captura de pantalla. En este sentido, el papel de la mediaci¨®n cultural digital ser¨¢ el de generar veh¨ªculos de aprendizaje que, a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa, legitimen la mirada propia e impulsen formas aut¨®nomas de conocimiento. Una mirada que expanda la cartela de artista, t¨¦cnica, fecha, y acoja lo emocional y presente, la incertidumbre y la duda.
Chus Mart¨ªnez
Directora de la Academia de Arte y Dise?o de Basilea (Suiza)
Este ¨²ltimo a?o he estado trabajando en un proyecto con una nueva red de museos dedicados a la literatura infantil de Escandinavia. Mediante una convocatoria abierta, hemos formado un consejo de una docena de comisarios de 10 a 12 a?os que van a trabajar conmigo y con los equipos de educaci¨®n de cada museo. La misi¨®n es hacer que sus personajes preferidos de Tove Jansson (creadora de Los Mumin), Astrid Lindgren (autora de Pippi Langstrumpf) o Hans Christian Andersen dialoguen con nosotros sobre los oc¨¦anos, los valores de la tierra y la ecolog¨ªa. El proceso de cocreaci¨®n ¡ªexposici¨®n de las colecciones de esos museos, creaci¨®n de nuevas historias y dibujos, dise?o de exposici¨®n y el t¨ªtulo, lenguaje para la comunicaci¨®n¡ª es emocionante y plantea muchos de los retos del museo futuro. El verdadero patrimonio ¡ªen mi pol¨¦mica opini¨®n¡ª no son las cosas, que tambi¨¦n, sino el conocimiento mismo. El museo es un lugar maravilloso y es posible imaginar esas salas activadas de m¨²ltiples maneras, dilatadas por los distintos modos de ocupaci¨®n. Es posible pensar la coexistencia de exposiciones y estudios, espacios de uso para jugar, hablar de ciencia y hacer los deberes¡ Es un gran problema que la situaci¨®n actual comprima las posibilidades y no veamos que la transformaci¨®n ecol¨®gica y educativa de nuestros museos nos ayudar¨¢ a pensar en otro uso del territorio, pensar en viajeros y no en turistas, en cocreadores y no en visitantes, en la ciencia como una forma pl¨¢stica y en el arte como la gran sustancia social que acoge con amor todos estos impulsos de cambio y posibilidad para las futuras generaciones. Habr¨¢ quien se pregunte: ?y las grandes colecciones? Las colecciones ser¨¢n a¨²n m¨¢s grandes y sabias si se dejan abrazar por los ni?os y si ejercen, discretamente, de impulsoras a un nuevo mundo. Me entristece que la educaci¨®n no parezca lo suficientemente importante, poderosa, pero lo es. No hay otro camino para el cambio.
Nicol¨¢s Paris
Artista
Reflexionar en torno a los procesos en los museos, sus din¨¢micas, enfoques y estrategias es una b¨²squeda recurrente en mi propio trabajo. Al mismo tiempo, los percibo como ¨¢reas totalmente desconocidas e inestables, espacios casi ocultos, que suceden entre l¨ªneas y entre salas. Cualquier idea de futuro en relaci¨®n con la educaci¨®n pasa por reinventar. Pensar que el arte es aquello que todav¨ªa no ha sucedido, y el museo, ese entorno donde se piensa sin objetivo acad¨¦mico. Un espectro de posibilidades. Por otro lado, urge pensar qu¨¦ es la escuela. En su origen (schola) tiene la idea de un lugar para instruirnos en una curiosidad ociosa, algo que a menudo se olvida en las aulas.
Con estos frentes abiertos, lo que propongo es habitar el museo como un sal¨®n de clase, como otra habitaci¨®n m¨¢s de nuestro proceso de aprendizaje donde podamos decidir en qu¨¦ queremos profundizar, qu¨¦ deseamos aprender y qu¨¦ objetivos conseguir. La libertad debe ser absoluta. Ese es el reto: un museo que pueda llegar a guiarnos como un tercer maestro, pero desde la inestabilidad. Ah¨ª es donde creo que podemos conseguir su nuevo potencial, en la idea de entender el museo como un lugar que tiene la responsabilidad de ampliarse y bifurcarse, que pueda plantear otras simetr¨ªas y nuevos centros. Un ambiente en potencia para ser diferentes y descubrir nuevas formas de estar juntos. Una superficie para contemplar y contemplarnos en la acci¨®n, en la diversi¨®n y en la libre ocupaci¨®n. Por ese motivo me atrevo a afirmar que esa m¨¢xima de que el museo educa es contradictoria. M¨¢s bien dir¨ªa que en el museo podemos encontrar otros aprendizajes posibles, nuevas estrategias para vigorizar y subvertir los modelos pedag¨®gicos existentes. El museo no es un contenedor, sino un estado que revela el vac¨ªo. El museo es un lugar sin salidas, sin entradas, sin horizontes, sin puesta de sol. Un aula. Un sistema de pensamiento sin punto de llegada.
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