Cuidar, descuidar

La argentina Laura Cukierman sit¨²a a las protagonistas de los ocho relatos de Las chicas malas no transpiran, su primer libro, en diferentes momentos significativos: una ni?a aguanta la respiraci¨®n en la piscina mientras su padre est¨¢ en coma; una anciana con alzh¨¦imer monologa frente a un doctor probablemente imaginario; una madre, en la sala de prematuros, conf¨ªa en que la muerte de un beb¨¦ permita la vida del...

La argentina Laura Cukierman sit¨²a a las protagonistas de los ocho relatos de Las chicas malas no transpiran, su primer libro, en diferentes momentos significativos: una ni?a aguanta la respiraci¨®n en la piscina mientras su padre est¨¢ en coma; una anciana con alzh¨¦imer monologa frente a un doctor probablemente imaginario; una madre, en la sala de prematuros, conf¨ªa en que la muerte de un beb¨¦ permita la vida del suyo; una mujer viaja en coche con el hombre al que va a abandonar del modo m¨¢s doloroso del que sea capaz. Adem¨¢s de la voluntad de abarcar un amplio registro de edades, Cukierman pone en duda, de un modo sistem¨¢tico, muchos roles forzosos de lo femenino: ser buenas hijas, ser unas ancianas limpias y caritativas, ser buenas madres. Para ello incide en la ambig¨¹edad moral de estas mujeres, aunque a veces de una manera mec¨¢nica y simplificada, con un non serviam arquet¨ªpico: la pertinente alternancia de lo fr¨ªvolo, lo provocador y lo vulnerable.

Los relatos se articulan, en su mayor parte, como misivas imp¨²dicas en segunda persona. A la madre: ¡°Pens¨¦ que alguna vez alguna de nosotras ten¨ªa que quedarse callada. Alguna ten¨ªa que hacerlo. Alguna ten¨ªa que dejar de sobreactuar cada reacci¨®n de la otra¡±. A la pareja: ¡°Quiero dejarte herido, solo, que sufras, que te acompa?e por el resto de tu vida el miedo de que alguien vuelva a dejarte¡±. Este desdoblamiento, uno de los aciertos de Cukierman, se?ala el trasfondo psicoanal¨ªtico de Las chicas malas no transpiran. Adem¨¢s, en un libro que se despliega en torno al cuidado (en la jerarqu¨ªa desigual de las familias y de las parejas), se repite con frecuencia un motivo: la higiene y el decoro que ocultan un desorden interior. Como en el relato ¡®Efecto lavadora¡¯: una abogada, reconvertida en limpiadora tras el corralito de 2001, lava emp¨¢tica y compulsivamente ¡°trapos ajenos¡±, meti¨¦ndose en las vidas de sus clientes, mientras indaga en su propio rechazo a la maternidad.

Las chicas malas no transpiran es un primer libro con un estilo escueto y elocuente, limitado en su f¨®rmula estructural, a veces r¨ªgido, pero con un meritorio acoso a la complejidad moral de los afectos.

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