Mussolini ya es el Duce
En la segunda entrega de su novela sobre el dictador italiano, Antonio Scurati narra con brillantez sus primeros a?os en el poder
Aquel iluminado desp¨®tico y ¨¦mulo gui?olesco de C¨¦sar Augusto, el aut¨®crata que aglutin¨® el descontento y encendi¨® un fatuo fuego de artificio en su marcha desafiante sobre Roma en 1922, va convirti¨¦ndose, en esta segunda entrega de la megal¨®mana y celebrada ¡°novela documental¡± de Scurati, en el Duce empecinado en que su pa¨ªs sea el espejo que refleje la oscuridad de su figura. Se refieren los entresijos de la construcci¨®n del Estado del imbroglio y la represi¨®n permanente, de una Italia que ejerce de escenario en el que act¨²a un arrogante actor ulceroso y sifil¨ªtico, que ans¨ªa la glori...
Aquel iluminado desp¨®tico y ¨¦mulo gui?olesco de C¨¦sar Augusto, el aut¨®crata que aglutin¨® el descontento y encendi¨® un fatuo fuego de artificio en su marcha desafiante sobre Roma en 1922, va convirti¨¦ndose, en esta segunda entrega de la megal¨®mana y celebrada ¡°novela documental¡± de Scurati, en el Duce empecinado en que su pa¨ªs sea el espejo que refleje la oscuridad de su figura. Se refieren los entresijos de la construcci¨®n del Estado del imbroglio y la represi¨®n permanente, de una Italia que ejerce de escenario en el que act¨²a un arrogante actor ulceroso y sifil¨ªtico, que ans¨ªa la gloria eterna y una corona de laureles que con el tiempo se convertir¨¢n en espinas. Las flaquezas humanas y las miserias divinas de un hombre menguado y de un ¨ªdolo con pies de barro en cuya corte de opereta ¨¢brense y ci¨¦rranse puertas que atraviesa una infame turba de secuaces, amantes y fantoches.
Suena jazz en los gram¨®fonos e inquietud en las conciencias, Weimar agoniza mientras triunfa la vanguardia de Bart¨®k y Chagall, y el surrealismo de Ernst o de Man Ray parece inspirar una pol¨ªtica delirante, enardecida y exc¨¦ntrica, que denuncia ¡°la calumnia de los impotentes¡± y huye hacia adelante sirvi¨¦ndose de la represalia y de la embriagadora teatralidad del fascismo. En un hervidero de conjuras y de amenazas, y cuando el imperialismo de poca monta de Mussolini toma forma, Marinetti deja caer ese verso suyo ic¨®nico que asegura que ¡°ya no hay belleza si no es en la lucha¡±, en una suerte de end¨¦mica y viril necesidad de combatir enarbolando la ret¨®rica del miedo, incluso cuando el derrotado es el desvalido y fan¨¢tico pueblo de Libia, y pese a que fue por entonces cuando Faulkner proclam¨® en El ruido y la furia que ¡°el campo de batalla solo le revela al hombre su propia estupidez, y la victoria es una ilusi¨®n de fil¨®sofos e imb¨¦ciles¡±. El malogro africano es la prueba fehaciente de esa vana ilusi¨®n, que corre paralela a las epidemias de tuberculosis y alcoholismo al ritmo al que se suceden los fallidos atentados al Duce, hijo de la providencia. Gas mostaza en la colonia africana, 20 a?os de c¨¢rcel para Gramsci, fiestas de forzada sonrisa con imitadores de Rodolfo Valentino, aeroplanos sobrevolando el dilema entre brutalidad e inmoralidad, y la acerba soledad de un poder absoluto que explica que no se asomen tantas noticias de prensa a este relato caleidosc¨®pico. No se exhibe a¨²n en su ostentoso Lancia Astura, pero ya se ha complacido en afrentar a un joven Hitler que tiene determinado el Anschluss y pretende su complicidad.
Se exhibe con orgullo una profusa documentaci¨®n, pero por encima de inevitables controversias en torno a las lindes entre ficci¨®n e historia ¡ª¡±el texto hist¨®rico como artefacto literario¡±, advierte Hayden White, y el texto literario como artefacto hist¨®rico, propone Scurati¡ª interesa su estilo inspirado en la precisa y r¨ªtmica naturalidad del antifascista Fenoglio, en la propensi¨®n cron¨ªstica de Curzio Malaparte o en el sobrio neorrealismo de Pratolini, persuadidos de que en literatura jam¨¢s se trata de los datos, sino de las palabras y del orden en que se disponen. M. El hombre de la providencia es una novela hipn¨®tica, pero seguramente retrata con mayor fidelidad la figura de don Benito que los trabajos de Andrew Roberts sobre Churchill, de Joachim Fest sobre Hitler o de Giorgio Pini en su biograf¨ªa del Duce de 1926. Y La mia vita, del propio Mussolini, concebida en 1928, es una fuente literaria de Scurati de la que no mana agua. Seguro que D¡¯Annunzio se hubiese apresurado a asegurar que M es el testimonio incontestable de que ¡°todo hombre alimenta un desenfrenado deseo de placer y de ego¨ªsmo¡±.
M. El hombre de la providencia
Autor: Antonio Scurati. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
Editorial: Alfaguara, 2021.
Formato: 587 p¨¢ginas. 22,90 euros.
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