¡®Animal negro tristeza¡¯: teatro bello, terrible e impactante
Julio Manrique hace arder el escenario en su vibrante puesta en escena del texto de la alemana Anja Hilling
Este espect¨¢culo contiene las escenas m¨¢s impactantes de lo que llevamos de temporada en Espa?a. Suceden en la parte central de la obra, cuando sus protagonistas se despiertan sobresaltados en mitad de la noche en el bosque donde han acampado despu¨¦s de disfrutar de una barbacoa, asaltados de pronto por un calor asfixiante. Al abrir los ojos comprenden que ese calor sobrevenido se debe a un incendio infernal que parece haberse originado justo donde encendieron su hoguera. Pero esa cuesti¨®n no entra en sus preocupaciones en ese momento. Lo que vemos los espectadores es c¨®mo cada uno atraviesa e...
Este espect¨¢culo contiene las escenas m¨¢s impactantes de lo que llevamos de temporada en Espa?a. Suceden en la parte central de la obra, cuando sus protagonistas se despiertan sobresaltados en mitad de la noche en el bosque donde han acampado despu¨¦s de disfrutar de una barbacoa, asaltados de pronto por un calor asfixiante. Al abrir los ojos comprenden que ese calor sobrevenido se debe a un incendio infernal que parece haberse originado justo donde encendieron su hoguera. Pero esa cuesti¨®n no entra en sus preocupaciones en ese momento. Lo que vemos los espectadores es c¨®mo cada uno atraviesa esos primeros minutos en los que toman conciencia de lo que est¨¢ pasando. C¨®mo lo experimentan f¨ªsicamente. Los pensamientos y las emociones que les asaltan de manera simult¨¢nea y desordenada. El desconcierto, la angustia, el espanto. Lo vivimos casi como si fu¨¦ramos uno de ellos. Ese instante en el que te das cuenta de que la cat¨¢strofe esta vez te ha tocado a ti. Que est¨¢ pasando de verdad. Y que puedes morir. El miedo absoluto. Y el siguiente segundo en el que el cuerpo se pone en marcha instintivamente para intentar sobrevivir.
Lo asombroso es c¨®mo todo eso se expande como un magma por el patio de butacas. Y quema. No es nada f¨¢cil conseguir que un espect¨¢culo penetre de manera tan sensorial. Ocurre aqu¨ª gracias a la simbiosis perfecta de todos los elementos que se conjugan. Las palabras, los cuerpos, la m¨²sica, los ruidos, el espacio. Las palabras las escribi¨® en 2007 la dramaturga alemana Anja Hilling. Un texto bello y terrible. Sobrio, sin una palabra de m¨¢s, pero cargado de poes¨ªa. El propio t¨ªtulo es as¨ª: Animal negro tristeza. Julio Manrique dirige esa puesta en escena en la que todo suma: la escenograf¨ªa de Alejandro And¨²jar, las coreograf¨ªas de Ferran Carvajal, los v¨ªdeos de Francesc Isern, las luces de Jaume Ventura, el sonido de Damien Bazin, el vestuario de Maria Armengol. Y los actores Mireia Aixal¨¤, Joan Amarg¨®s, M¨¤rcia Cister¨®, Norbert Mart¨ªnez, Jordi Oriol, Mima Riera, David Vert y Ernest Villegas.
Los protagonistas son dos parejas heterosexuales y una homosexual. Una de ellas lleva un beb¨¦. Antes los hemos conocido un poco. Son un grupo de urbanitas snobs que salen al campo para ¡°disfrutar de la naturaleza¡±. Una modelo, el due?o de la agencia que la representa, una fot¨®grafa, un cantante, un arquitecto y un artista. No nos caen bien. Parece que son amigos, pero cada di¨¢logo es una competici¨®n. Se lanzan dardos mientras aseguran alegrarse de estar todos juntos en ese lugar ¡°tan bonito¡±. Manrique a?ade al texto original dos narradores (M¨¤rcia Cister¨® y Norbert Mart¨ªnez) que intercalan sus intervenciones de forma tan r¨ªtmica que funcionan como una especie de conciencia sonora: ella lo hace con palabras; ¨¦l emite sonidos, m¨²sica e im¨¢genes.
En esa primera parte del espect¨¢culo la atm¨®sfera en el escenario es clara. La luz es verde, se oyen p¨¢jaros y otros sonidos de la naturaleza. En una gran pantalla al fondo se proyectan im¨¢genes de bosques sobre las que a menudo se superponen v¨ªdeos que amplifican en directo los gestos de los personajes mientras hablan. Todo parece fluido, pero hay en el ambiente algo extra?o que presagia la tragedia. Hasta las conversaciones que mantienen los protagonistas parecen augurarla. Y de pronto, todo se vuelve rojo. Ruido y furia. El tiempo se detiene para recrearse una y otra vez en los primeros minutos de la cat¨¢strofe. Para poner una lupa sobre cada personaje. Uno detr¨¢s de otro, asistimos a su batalla contra la muerte en una especie de deconstrucci¨®n f¨ªsica y emocional de su vivencia. Como si estuvi¨¦ramos viendo a c¨¢mara lenta su devastaci¨®n, que se produce de manera simult¨¢nea a la de la naturaleza. El paralelismo se revela en medio del caos como una maldici¨®n.
Es tremendo el despertar de la madre de la beb¨¦. C¨®mo lucha contra la asfixia que no le deja respirar ni moverse para llegar hasta su hija. Visualizamos perfectamente su combate cuando consigue levantarse y el resto de los actores se lanzan sobre ella, la rodean y le obstruyen el paso con una expresiva coreograf¨ªa. Todas las danzas que salpican el espect¨¢culo lo son. La puesta en escena no es realista, como tampoco lo es el texto. Entra por la vista y el o¨ªdo como la poes¨ªa.
Tercera parte: regreso a la ciudad. La pantalla de fondo se convierte en un espejo en el que nos reflejamos los espectadores. Nosotros tambi¨¦n somos culpables del fuego y hemos ardido con ¨¦l. Llegamos agotados. Quiz¨¢ por eso se hace largo este tramo del espect¨¢culo. Es tan potente el anterior que este parece que sobra. Pero no es superfluo. No contaremos aqu¨ª si los personajes se salvan. Solo diremos que aunque el cuerpo siga respirando, nunca se sobrevive a la tragedia.
Animal negro tristeza
Texto: Anja Hilling. Dirección: Julio Manrique. Reparto: Joan Amargós, Màrcia Cisteró, Mia Esteve, Norbert Martínez, Jordi Oriol, Mima Riera, David Vert y Ernest Villegas. Naves del Español en Matadero. Madrid. Hasta el 20 de mayo.
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