Somos zombis de permiso
El nuevo mito del muerto viviente es un paradigma aleg¨®rico de resistencia frente a poderes, estructuras y sociedades que racializan, marginan, discriminan y oprimen
1. Muertos vivos
Al contrario que casi todos los dem¨¢s monstruos que forman parte del acervo de la cultura popular, los zombis no surgen a partir de un texto literario, sino de estudios antropol¨®gicos sobre las creencias y supersticiones de pueblos de ?frica Occidental que los esclavos desarrollaron en el Caribe. Simplificando, el zombi es originalmente un muerto reanimado por procedimientos m¨¢gicos (vud¨²), un esclavo de quien los invoca o conjura. Aunque hay quien hace remontar sus or¨ªgenes cinematogr¨¢ficos al ¡°son¨¢mbulo¡± Cesare (Conrad Veidt) de El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920), lo cierto es que el zombi logra definitiva carta de naturaleza f¨ªlmica en Yo anduve con un zombi (Jacques Tourneur, 1943), una pel¨ªcula de ambiente haitiano en la que ya aparece la mayor¨ªa de sus motivos posteriores (racismo incluido) y en la que se aprecia la influencia de la novela g¨®tica Jane Eyre (1847), de Charlotte Bront?. El zombi contempor¨¢neo, como una especie de heraldo del apocalipsis (consumista, nuclear, medioambiental, totalitario, racista), surge a partir de la c¨¦lebre pel¨ªcula de George Romero La noche de los muertos vivientes, una cinta de escas¨ªsimo presupuesto estrenada sintom¨¢ticamente en 1968 y, desde entonces, aceptada como referencia del moderno muerto-resucitado. El ¡°nuevo¡± zombi sale de su tumba sin causa aparente y se alimenta de la carne y la sangre de los (a¨²n) vivos. Visto con cierta perspectiva, ese repugnante antih¨¦roe funciona a la perfecci¨®n en un mundo, como el nuestro, agobiado por terrores e incertidumbres apocal¨ªpticos y en el que reina lo que los alemanes llamaron Kulturpessimismus. Todo eso viene a cuento de Infected Empires, Decolonizing Zombies (Rutgers University Press), un interesant¨ªsimo ensayo de Patricia Saldarriaga y Emy Manini a¨²n no publicado en Espa?a, y en el que sus autoras analizan, a partir del an¨¢lisis de docenas de pel¨ªculas de todos los pa¨ªses, el significado simb¨®lico de la muy popular(izada) figura del zombi ¡ªque ahora aparece como nuevo sujeto pol¨ªtico¡ª y desarrollan la lectura de su mito como paradigma aleg¨®rico de resistencia frente a poderes, estructuras y sociedades que racializan, marginan, discriminan y oprimen. Una lectura sugerente y repleta de implicaciones contempor¨¢neas.
2. Modotti
Mientras, por ejemplo, mi amiga Paloma Portela pasa sus vacaciones leyendo una novela a la sombra de su tilo real o simb¨®lico, yo paso mis d¨ªas achicharr¨¢ndome en esta ciudad ardiente y pegajosa, practicando lo que los angloparlantes, con esa casi infinita maleabilidad de su lengua, han dado en llamar staycation, es decir, pasando las vacaciones en casa (por ahora). De vez en cuando, sin embargo, la ciudad ofrece ciertas ventajas. Ah¨ª tienen, sin ir m¨¢s lejos, la exposici¨®n sobre Tina Modotti (1896-1942) que el Museo Cerralbo de Madrid y PHotoEspa?a han organizado (y que permanecer¨¢ abierta al p¨²blico hasta octubre). La f¨¢brica, que public¨® en su momento la biograf¨ªa que Margaret Hooks consagr¨® a la estupenda fot¨®grafa y contumaz revolucionaria, se ha hecho cargo de Tina Modotti, el cat¨¢logo de la muestra, en el que se incluyen m¨¢s de 60 espl¨¦ndidas fotograf¨ªas realizadas en M¨¦xico entre 1923 y 1930. Nacida en ?dine, Italia, emigrante a Estados Unidos, comenz¨® a hacer fotos de la mano de Edward Weston (1886-1958), uno de los m¨¢s influyentes fot¨®grafos estadounidenses del siglo XX, con el que form¨® pareja. Fue en M¨¦xico, sin embargo, pa¨ªs en el que vivi¨® en la d¨¦cada de los veinte y en el que entr¨® en contacto con los grandes muralistas y otros artistas de vanguardia (entre los que estaban, por cierto, los poetas estridentistas, cuya huella m¨ªtica persiguen los protagonistas de Los detectives salvajes, la gran novela de Roberto Bola?o), donde cambi¨® su destino, dej¨® a un lado su fotograf¨ªa m¨¢s ¡°rom¨¢ntica¡± (seg¨²n la caracterizaci¨®n de su disc¨ªpulo Manuel ?lvarez Bravo) y adopt¨® un estilo revolucionario permeabilizado por la cultura popular mexicana. Comunista militante desde 1927, la dram¨¢tica vida de Modotti estuvo muy vinculada a los acontecimientos de su ¨¦poca. Fue amante de Vittorio Vidali (el Comandante Carlos, fundador del Quinto Regimiento), un empecinado estalinista con quien estuvo en Espa?a luchando al lado de los republicanos, y al que algunos atribuyen el asesinato (1928) del cubano, ideol¨®gicamente pr¨®ximo a la izquierda comunista, Julio Antonio Mella, con el que Modotti tambi¨¦n se relacion¨® sentimentalmente. Una vida de leyenda a la que Elena Poniatowska dedic¨® su biograf¨ªa novelada Tin¨ªsima, publicada en M¨¦xico por Era y Seix Barral y que, por uno de esos misterios que abundan en los grandes grupos, aqu¨ª nunca se ha comercializado. Vaya usted a saber.
3. Diario
Precisamente me encontraba el otro d¨ªa releyendo (la ¨²ltima vez que lo hab¨ªa hecho fue con Marta Sanz, para un ¡°bolo¡± conjunto) El hermoso verano, la mejor novela de Cesare Pavese (1908-1950), con ese ¨ªncipit que sigue poni¨¦ndome los pelos de punta (¡°En aquellos tiempos siempre era fiesta¡±), cuando un mensajero de Seix Barral me entreg¨® un paquete que conten¨ªa la reedici¨®n de El oficio de vivir, el diario de Pavese, en la antigua traducci¨®n de ?ngel Crespo. Como les pas¨® a muchos amigos m¨¢s o menos letraheridos de mi generaci¨®n (a Rafael Chirbes, sin ir m¨¢s lejos), la lectura de ese desgarrador y ultrarrom¨¢ntico monumento autobiogr¨¢fico supuso un hito en nuestra educaci¨®n literario-sentimental. CP, excelente editor, cr¨ªtico, poeta, vuelca en su diario sus reflexiones sobre el oficio de escribir, sobre sus fracasos sentimentales (el ¨²ltimo, con la actriz Constance Dowling, a quien hab¨ªa dedicado su poemario Vendr¨¢ la muerte y tendr¨¢ tus ojos), su profunda soledad y su frustrado deseo de pertenencia. Y un motivo especial recorre todas sus p¨¢ginas con intensidad obsesiva: el suicidio. Su ¨²ltima entrada (18-8-1950), redactada pocos d¨ªas antes de darse muerte en la habitaci¨®n de un hotel de Tur¨ªn, suena a¨²n como un aldabonazo: ¡°Todo esto da asco. // No palabras. Un gesto. No escribir¨¦ m¨¢s¡±.
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