En Ucrania la miel sabe a p¨®lvora
Hoy sale a la venta ¡®Abejas grises¡¯, la ¨²ltima novela del escritor ruso-ucranio Andrei Kurkov, cuyos libros est¨¢n prohibidos por el r¨¦gimen de Vlad¨ªmir Putin. ¡®Babelia¡¯ adelanta el ep¨ªlogo del volumen
Hace siete a?os, en 2013, el intento fallido de Vlad¨ªmir Putin de arrancar Ucrania de Europa e incorporarla a su ¡°familia de pueblos fraternales¡± (esto es, a su versi¨®n resucitada de la Uni¨®n Sovi¨¦tica) acab¨® en revoluci¨®n. Como resultado de ese levantamiento popular que terminar¨ªa por llamarse Euromaid¨¢n, las ¨¦lites pol¨ªticas prorrusas de la naci¨®n, lideradas por el entonces presidente V¨ªktor Yanuk¨®vich, se vieron obligadas a huir de Kiev a Mosc¨². En 2014, mientras el poder pasaba a manos de fuerzas proeuropeas, Rusia logr¨® tomar la pen¨ªnsula ucraniana de Crimea y envi¨® a oficiales, voluntari...
Hace siete a?os, en 2013, el intento fallido de Vlad¨ªmir Putin de arrancar Ucrania de Europa e incorporarla a su ¡°familia de pueblos fraternales¡± (esto es, a su versi¨®n resucitada de la Uni¨®n Sovi¨¦tica) acab¨® en revoluci¨®n. Como resultado de ese levantamiento popular que terminar¨ªa por llamarse Euromaid¨¢n, las ¨¦lites pol¨ªticas prorrusas de la naci¨®n, lideradas por el entonces presidente V¨ªktor Yanuk¨®vich, se vieron obligadas a huir de Kiev a Mosc¨². En 2014, mientras el poder pasaba a manos de fuerzas proeuropeas, Rusia logr¨® tomar la pen¨ªnsula ucraniana de Crimea y envi¨® a oficiales, voluntarios y activistas a Donetsk, Lugansk, J¨¢rkov, Odesa y otras ciudades del este y del sur del pa¨ªs con el objetivo de fomentar revueltas contrarias a Kiev. Se inici¨® as¨ª una guerra que Rusia no est¨¢ dispuesta a terminar y que reaviva cada dos por tres con personal militar y miles de toneladas de equipamiento y munici¨®n. Los c¨¢lculos de Putin son sencillos: ni Europa ni el resto del mundo dar¨¢n una acogida plena a Ucrania mientras su regi¨®n oriental est¨¦ sumida en una guerra permanente.
Y, de hecho, el mundo se ha olvidado en gran medida de Ucrania y de su guerra, como se olvida siempre de los conflictos ¡°silenciosos¡± e inconclusos. El frente que ocupan las tropas ucranianas y los separatistas prorrusos en las ¡°rep¨²blicas populares¡± escindidas de Donetsk y de Lugansk, en el este, cubre cuatrocientos cincuenta kil¨®metros. Y la ¡°zona gris¡± situada entre ambos bandos tiene esa misma longitud, aunque su anchura oscila entre centenas de metros y centenas de kil¨®metros, seg¨²n la intensidad de las hostilidades y el paisaje de cada tramo en concreto. Los habitantes de los pueblos y de las ciudades de la zona gris se marcharon, en su mayor¨ªa, al inicio del conflicto; abandonaron sus pisos y sus casas, sus frutales y sus granjas. Algunos huyeron a Rusia, otros se mudaron a las regiones pac¨ªficas de Ucrania y otros m¨¢s se unieron a los separatistas. Sin embargo, aqu¨ª y all¨¢ quedaron algunos residentes tozudos que se negaron a desplazarse. No se movieron de donde estaban: en mitad de una guerra, escuchando el silbido de los proyectiles que les pasaban por encima y, de vez en cuando, retirando metralla de los patios de sus casas. A algunas de esas personas de la resistencia las han matado, pero otras han aguantado en esa nueva realidad, extra?a y dura, en pueblos que en otros tiempos estuvieron densamente poblados y que ahora permanecen desprovistos de vida, en los que tiendas, oficinas de correos y comisar¨ªas han cerrado a cal y canto. Nadie sabe con exactitud cu¨¢nta gente contin¨²a en la zona gris, en el seno de la guerra. Los ¨²nicos visitantes que reciben son soldados ucranianos y separatistas armados, que van all¨ª a buscar al enemigo o sencillamente por curiosidad, para ver si alguien sigue con vida. Y los lugare?os, cuyo principal objetivo es sobrevivir, tratan a ambos bandos con el mayor grado de diplomacia y de humilde cortes¨ªa.
Desde el invierno de 2015, menos de un a?o despu¨¦s de la anexi¨®n de Crimea por parte de Rusia y del inicio del conflicto, he hecho tres viajes por el Donb¨¢s, la regi¨®n oriental en la que se ubican Donetsk, Lugansk y la zona gris. All¨ª presenci¨¦ c¨®mo el miedo de la poblaci¨®n a la guerra y a una posible muerte se transformaba poco a poco en apat¨ªa. Vi c¨®mo la guerra se convert¨ªa en la norma, vi a personas intentar obviarla, aprender a vivir con ella como con un vecino alborotador y borracho. Todo eso me dej¨® una honda impresi¨®n, tan honda que decid¨ª escribir una novela. El libro se centrar¨ªa no en operaciones militares ni en soldados heroicos, sino en gente normal a la que la guerra no hab¨ªa conseguido expulsar de sus casas.
Esas personas tienen ciertas cosas en com¨²n. Intentan pasar siempre desapercibidas, casi como si no tuvieran rostro, en parte para que la guerra no repare en ellas. Aunque en el Donb¨¢s, tierra de minas de carb¨®n y plantas metal¨²rgicas, las cosas siempre han sido as¨ª. En ¨¦poca sovi¨¦tica, sus habitantes se enorgullec¨ªan de desempe?ar un papel discreto en el ¡°gran todo industrial¡±, y los rusos llegaron a acu?ar una designaci¨®n especial para ellos: ¡°el pueblo del Donb¨¢s¡±, como si fuesen hijos de las minas y de las pilas de desechos, sin ninguna ra¨ªz ¨¦tnica.
El protagonista de mi libro, Sergueich, un jubilado discapacitado y devoto apicultor, pertenece a ese ¡°pueblo del Donb¨¢s¡±. Los vientos del destino lo llevan hasta Crimea, donde el hombre espera procurarles unas vacaciones decentes a sus abejas. Sin embargo, la estancia meridional de Sergueich resultar¨¢ ser un suplicio. Por mucho que lo intente, no podr¨¢ permanecer por completo neutral ante la constante opresi¨®n sufrida por los t¨¢rtaros de Crimea a manos de las nuevas autoridades. Sus simpat¨ªas hacia ese pueblo musulm¨¢n levantan las sospechas del Servicio Federal de Seguridad ruso, el famoso FSB, y (quiz¨¢ lo m¨¢s alarmante) ponen en peligro a sus queridas abejas.
Mi familia y yo visitamos por ¨²ltima vez Crimea en enero de 2014. Incluso antes de la anexi¨®n, hab¨ªa banderas rusas ondeando en Sebastopol, por todas partes. La segunda mitad de esta novela es, en cierto modo, mi despedida personal de una Crimea que quiz¨¢ nunca vuelva a existir. Tampoco s¨¦ cu¨¢ndo regresar¨¦ al este de Ucrania, ni cu¨¢ndo acabar¨¢ el conflicto. Sea como fuere, conf¨ªo sinceramente en que la guerra deje tranquilos a los habitantes de la zona gris: que se marche, y que la miel fabricada por las abejas del Donb¨¢s pierda su amargo regusto a p¨®lvora.
Andr¨¦i Kurkov. Kiev, 2020.
Abejas grises
Autor: Andr¨¦i Kurkov.
Traducci¨®n: Esther Cruz Santaella.
Editorial: Alfaguara, 2022.
Formato: tapa blanda (416 p¨¢ginas. 20,81 euros), e-book (10,44 euros) y audiolibro (19,79 euros).
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