Lo importante es participar (tambi¨¦n en el arte)
La brasile?a Cinthia Marcelle se opone al car¨¢cter as¨¦ptico del museo y al estatus estelar del artista. Su primera retrospectiva, que se expone en el Macba de Barcelona, es un llamamiento sin concesiones a la colaboraci¨®n
En la entrada de la exposici¨®n de Cinthia Marcelle (Belo Horizonte, Brasil, 1974), el visitante puede elegir su propia aventura. Si gira a la derecha, se encontrar¨¢ con una sala llena de materiales perfectamente apilados: ladrillos, rocas, l¨¢minas de madera, papeles, cinta adhesiva y plumas de ave. Si gira a la izquierda, se topar¨¢ con una obra titulada A fam¨ªlia em desorden (2018), realizada por media docena de individuos ¡ªpersonal del museo, vecinos del Rav...
En la entrada de la exposici¨®n de Cinthia Marcelle (Belo Horizonte, Brasil, 1974), el visitante puede elegir su propia aventura. Si gira a la derecha, se encontrar¨¢ con una sala llena de materiales perfectamente apilados: ladrillos, rocas, l¨¢minas de madera, papeles, cinta adhesiva y plumas de ave. Si gira a la izquierda, se topar¨¢ con una obra titulada A fam¨ªlia em desorden (2018), realizada por media docena de individuos ¡ªpersonal del museo, vecinos del Raval, estudiantes de arte¡ª a los que Marcelle encerr¨® en el Macba durante cinco d¨ªas. Les endos¨® los objetos impultos de la primera sala y les inst¨® a usarlos a su antojo para crear una instalaci¨®n art¨ªstica. Solo les dio algunas directrices: el resultado no pod¨ªa ser figurativo, ni contener palabras, ni incluir objetos procedentes del exterior.
Esa obra enmara?ada es el mejor ejemplo para entender qu¨¦ pretende hacer Marcelle con el arte: aportar un toque de caos al as¨¦ptico espacio del museo, como si quisiera convertir el inmutable cubo blanco en un jard¨ªn a la inglesa en el que la naturaleza reclama sus derechos. La artista protagoniza su primera retrospectiva en Barcelona despu¨¦s de hacerse un nombre con instalaciones de gran formato que la han llevado a exponer en el PS1 de Nueva York o en la Bienal de Venecia de 2017, de la que se march¨® con premio. Escondida detr¨¢s de sus gafas de sol al comienzo de la muestra, Marcelle relata que ya ha llevado a cabo esa obra participativa en cuatro ocasiones. ¡°En cada pa¨ªs, los participantes utilizaron los materiales de una manera distinta. En Brasil, convirtieron la sala del museo en un cuarto de estar y se quedaron a dormir all¨ª. En Cambridge, la desordenaron t¨ªmidamente¡±, precisa. En Barcelona, le sorprendi¨® la locura abarrocada que desprende el resultado, que pude recordar a los delirios est¨¦ticos de los edificios modernistas en la cuadr¨ªcula racionalista del Eixample, mezcla perfecta de seny y de rauxa.
Para Marcelle, el arte no est¨¢ por encima de nada, ni el artista por encima de nadie. Cree en la creaci¨®n art¨ªstica como actividad colectiva. La autor¨ªa siempre es compartida, incluso cuando no se la reconoce como tal, una idea en auge en los ¨²ltimos a?os que ha cobrado protagonismo en la ¨²ltima Documenta de Kassel. La interactividad que propugnaron algunas de sus m¨¢s ilustres compatriotas, como Lygia Clark con sus ¡°objetos relacionales¡±, se ha visto travestida en un mundo del arte donde las obras ya son ¡°demasiado costosas para ser tocadas¡±, como apunta la comisaria de la muestra, Isobel Whitelegg. Hace tiempo que los centros de arte promueven la emergencia de un visitante aut¨®nomo y activo. Marcelle lleva esa idea a la pr¨¢ctica sin concesiones. ¡°Mi arte no existir¨ªa sin la intervenci¨®n de las personas. Mi objetivo es cambiar los espacios donde acontece el arte o, si eso no es posible, trasladarlo fuera de las paredes del museo, a los lugares donde se encuentren quienes no quieren entrar en ¨¦l¡±, dice Marcelle, que empez¨® a trabajar en 1998 con amigos, familiares y obreros con los que se encontraba por la calle.
Su trabajo en v¨ªdeo es igual de estimulante. Est¨¢ compuesto por una larga serie de cr¨ªticas, no siempre constructivas, a las derivas del capitalismo y a sus efectos en nuestras vidas, no siempre saludables. En uno de ellos, dos personajes intentan alcanzar codiciados s¨ªmbolos de la sociedad de consumo, como muebles y electrodom¨¦sticos, que desaparecen del encuadre ¡ªuna cantera que evoca el extractivismo colonial¡ª sin que tengan tiempo de atraparlos, junto a varias columnas de monedas reconfiguradas de maneras ligeramente distintas, que recuerdan al car¨¢cter circular de los ciclos econ¨®micos. O, siendo un poco m¨¢s prosaicos, a esos juegos de trilero en los que uno siempre pierde. En otros dos v¨ªdeos, tal vez lastrados por un exceso de literalidad, observamos al conductor de una excavadora dibujando cenefas en el campo y a un cami¨®n de bomberos trazando un c¨ªrculo perfecto mientras abastece una fuente artificial con sus mangueras. Marcelle dinamita el imperativo de la productividad y convierte el trabajo en una experiencia po¨¦tica, en lo que ella define como ¡°un reordenamiento emancipador¡±.
Al final del recorrido, la instalaci¨®n No Ar/On Air (2019) plantea una puesta en escena colectiva y en formato audio de dos obras teatrales: Sortil¨¦gio (1951), de Abdias do Nascimiento, fundador del teatro experimental negro en Brasil, y Une temp¨ºte (1969), reinterpretaci¨®n cr¨ªtica del cl¨¢sico de Shakespeare a cargo de Aim¨¦ C¨¦saire, donde Pr¨®spero era un negrero que explotaba a esclavos. Solo que, en lugar de escuchar los di¨¢logos, Marcelle prefiere que los visitantes los sustituyan por una canci¨®n que estos les evoquen, a trav¨¦s de una plataforma en l¨ªnea accesible en el museo pero tambi¨¦n desde casa (aarea.co). Los temas escogidos se entrecortan y se superponen, creando un di¨¢logo para besugos que subraya la naturaleza cacof¨®nica de la comunicaci¨®n en las redes: todo el mundo est¨¢ invitado a participar, aunque eso no siempre equivalga a una interacci¨®n inteligente (y ni siquiera inteligible).
En la ¨²ltima serie, Marcelle aparece camuflada entre una masa de an¨®nimos, disimulada en paisajes urbanos como un camale¨®n. Solo en una de sus obras descubre su rostro, escondida al fondo de un autob¨²s, adquiriendo la misma visibilidad que cualquier hijo de vecino. Ni m¨¢s ni menos, en su justa medida. Lo confirmar¨¢ ella misma antes de despedirse: por mucho que se esfuerce, el artista de verdad nunca tendr¨¢ los rasgos de una estrella, sino los de ¡°una persona cualquiera¡±.
¡®Cinthia Marcelle. Una conjunci¨®n de factores¡¯. MACBA. Barcelona. Hasta el 8 de enero de 2023.
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