Esta es una novela perfecta
La autora de ¡®Gente normal¡¯ relata su fascinaci¨®n por ¡®Todos nuestros ayeres¡¯, de Natalia Ginzburg, cuya escritura considera ¡°un secreto important¨ªsimo que yo llevaba toda la vida esperando descubrir¡±. ¡®Babelia¡¯ adelanta el pr¨®logo a la obra de la escritora italiana, que Lumen reedita esta semana

Cuando le¨ª por primera vez la obra de Natalia Ginzburg hace unos cuantos a?os fue como leer algo que hubiesen escrito para m¨ª, algo que hubiesen escrito casi en mi propia cabeza, o en mi coraz¨®n. No consegu¨ªa entender c¨®mo no me hab¨ªa topado antes con la obra de Ginzburg: que nadie, conoci¨¦ndome, me hubiese hablado jam¨¢s de sus libros. Como si su escritura fuese un secreto important¨ªsimo que yo llevaba toda la vida esperando a descubrir. Sus palabras, mucho m¨¢s que nada de lo que yo misma hubiese escrito, o hubiese intentado escribir siquiera, parec¨ªan expresar algo completamente cierto acerca de mi experiencia de la vida, de la vida en s¨ª. Para m¨ª, este tipo de encuentros transformadores con un libro son muy inusuales; un momento de contacto con lo que da la impresi¨®n de ser la esencia de la existencia humana. Este es el motivo por el que quise escribir unas l¨ªneas sobre Natalia Ginzburg y su novela Todos nuestros ayeres. Y me gustar¨ªa dirigirme en particular a esos otros lectores que, lo sepan o no, est¨¢n ahora mismo aguardando un primer y especial encuentro con su obra.
Ginzburg, cuyo nombre de soltera era Natalia Levi, naci¨® en 1916 en Sicilia, hija de padre jud¨ªo y madre cat¨®lica. Ella, su hermana y sus tres hermanos se criaron en Tur¨ªn, en el norte de Italia, en un hogar laico e intelectualmente estimulante. En 1938, a los veintid¨®s a?os, Natalia se cas¨® con el militante jud¨ªo antifascista Leone Ginzburg, con el que tuvo tres hijos. En 1942 public¨® su primera novela, La strada che va in citt¨¤ (El camino que va a la ciudad ). Para eludir las trabas legales que el gobierno fascista hab¨ªa impuesto a las publicaciones de autores jud¨ªos, la novela se public¨® bajo el pseud¨®nimo de Alessandra Tornimparte. Durante la guerra, debido a las actividades pol¨ªticas de Leone, los Ginzburg tuvieron que exiliarse en el sur de Italia, pero viajaron a Roma en secreto para seguir trabajando en un peri¨®dico antifascista. En 1944, las fuerzas del r¨¦gimen fascista detuvieron a Leone y lo torturaron hasta la muerte. La guerra termin¨® un a?o despu¨¦s, cuando Ginzburg, ahora viuda y madre de tres hijos peque?os, segu¨ªa en la veintena. Estas experiencias ¡ªsu educaci¨®n, su matrimonio, su maternidad, la muerte de su marido y la cat¨¢strofe pol¨ªtica y moral que supuso la Segunda Guerra Mundial¡ª definir¨ªan la escritura de Ginzburg el resto de su vida.
En 1944 los fascistas detuvieron a su marido y lo torturaron hasta la muerte. Ser viuda veintea?era y madre de tres hijos marc¨® su escritura
Todos nuestros ayeres, su tercera novela, se public¨® por primera vez en Italia en 1952, con el t¨ªtulo Tutti i nostri ieri. Comienza en un pueblecito del norte de Italia, en los a?os previos a la guerra, con una familia: un viudo entrado en a?os, sus cuatro hijos y la se?ora Maria, una especie de ama de llaves. Al otro lado de la calle, en ¡°la casa de enfrente¡±, vive el due?o de la f¨¢brica de jab¨®n del pueblo, junto con su esposa, sus hijos y ¡°uno que no se entend¨ªa bien qui¨¦n era¡±, llamado Franz. Progresivamente, va emergiendo, en ese revuelo c¨®mico y fren¨¦tico de los primeros cap¨ªtulos, una protagonista: Anna, la hija m¨¢s peque?a del viudo. La novela pasa entonces a seguir las relaciones de Anna, antes y durante la guerra, con su familia, con los habitantes de ¡°la casa de enfrente¡± y con un amigo de la familia, mayor que ella, llamado Cenzo Rena.
Pero esa posici¨®n de Anna como protagonista es en todo momento parcial y contingente. El narrador nos aleja a menudo de ella sin previo aviso, y entonces relata sucesos que Anna no ha presenciado, o describe con s¨²bita compasi¨®n los pensamientos y sentimientos de otras figuras aparentemente secundarias: sus deseos, sue?os y desenga?os. La gran potencia emocional de la novela nace de la hondura y la autenticidad de cada uno de sus personajes. Como lectores, terminamos conociendo y amando profundamente a Anna, pero, al mismo tiempo, no podemos dejar de amar al cascarrabias de su padre; a su hermano Ippolito, hermoso y melanc¨®lico; a la sufridora se?ora Maria, y al resto de personas interesantes y complejas que pueblan el universo del libro.
Como lectores, terminamos conociendo y amando profundamente a Anna, pero, al mismo tiempo, no podemos dejar de amar al cascarrabias de su padre
Tras la muerte del padre de Anna, al poco de empezar la novela, Ippolito traba amistad con Emanuele, uno de los chicos de la casa de enfrente. Se enzarzan ambos ¡°en grandes discusiones, pero no se sab¨ªa sobre qu¨¦, porque cuando hab¨ªa alguien delante, se pon¨ªan a hablar en alem¨¢n¡±. Pronto se les suma Danilo, pretendiente de la hermana de Anna, Concettina, y los tres j¨®venes empiezan a encerrase a menudo en el sal¨®n, a charlar. La Anna adolescente est¨¢ perpleja ante este giro inesperado: ?es que Emanuele y Danilo est¨¢n los dos enamorados de su hermana? ?Por qu¨¦ pasan tanto tiempo con Ippolito hablando en alem¨¢n? Y entonces su hermano Giustino le susurra una palabra al o¨ªdo, una palabra que cambiar¨¢ el curso de la novela y el de la vida de Anna: Pol¨ªtica.
¡°Pol¨ªtica¡±, pens¨® Anna. Paseaba por el jard¨ªn, entre los rosales de la se?ora Maria y repet¨ªa para s¨ª aquella palabra. Era una chiquilla regordeta, p¨¢lida y perezosa vestida con una falda plisada y un jersey azul descolorido, un poco baja para tener catorce a?os. ¡°Pol¨ªtica¡± repet¨ªa despacito, y por fin de repente le pareci¨® entender.

Ippolito, Emanuele y Danilo, descubrimos, son disidentes antifascistas, y se re¨²nen en secreto para compartir textos pol¨ªticos prohibidos y debatir sobre ellos. Danilo acaba pronto detenido y Emanuele e Ippolito le piden ayuda a Anna para quemar los peri¨®dicos y libros que han ido escondiendo detr¨¢s del piano. Cuando estalla la guerra en Europa, el universo moral de la novela va cayendo bajo la sombra de la brutalidad del fascismo y los horrores inenarrables del Holocausto. La ocupaci¨®n alemana de Polonia sume a Ippolito en una malsana depresi¨®n, con ¡°aquellos alemanes que se llevaban a la gente a morir en los lager, y dec¨ªa que se le quitaban las ganas de vivir cuando pensaba en aquellos lager, donde los alemanes apagaban sus cigarrillos contra la frente de los prisioneros¡±.
La pol¨ªtica ya no es una enso?aci¨®n entre rosales, sino una cuesti¨®n de suprema urgencia moral.
En la segunda parte de la novela, Italia ha entrado en guerra. Anna es ya una mujer casada, una joven madre que ayuda a esconder a los fugitivos del r¨¦gimen fascista en el s¨®tano de su casa. En una larga frase que vuelve y vuelve sobre s¨ª misma, escrita desde el punto de vista del hombre que se ha convertido en el marido de Anna, Ginzburg evoca el desmoronamiento catastr¨®fico de la vida cotidiana:
Miraba desde la ventana a los refugiados de N¨¢poles que ahora iban y ven¨ªan por las callejuelas del pueblo cargados de ni?os y de colchones, los miraba y dec¨ªa que qu¨¦ cosa tan triste era ver todos aquellos colchones rodando por Italia de ac¨¢ para all¨¢, toda Italia se hab¨ªa puesto a vomitar colchones de las casas despedazadas.
La pol¨ªtica ya no es, para Anna, una enso?aci¨®n entre rosales, sino una cuesti¨®n de suprema urgencia moral. En tiempos de crisis, aprende ¡ªy aprendemos nosotros con ella¡ª, no puede existir una ¨¦tica sin pol¨ªtica.

La obra de Ginzburg se ocupa, me parece a m¨ª, m¨¢s que de ninguna otra cosa, de la distinci¨®n entre lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal. Todos nuestros ayeres aborda esta cuesti¨®n desde una perspectiva intelectual e ideol¨®gica, con atenci¨®n al desarrollo de las teor¨ªas morales y los sistemas de creencias; pero tambi¨¦n, en igual medida, desde un punto de vista pr¨¢ctico y humano. En otras palabras, plantea dos preguntas con la misma relevancia. En primer lugar, ?c¨®mo podemos saber qu¨¦ es lo que est¨¢ bien? Y, en segundo lugar, ?c¨®mo podemos vivir conforme a ese conocimiento? Leyendo la novela, llegamos a conocer a sus personajes como si fuesen amigos nuestros, nosotros mismos, incluso. Muchos de ellos se esfuerzan de maneras diversas por determinar qu¨¦ es lo correcto y por oponerse a lo que no. A medida que la guerra se va infiltrando en sus vidas, algunos se ven obligados a hacer concesiones terribles por pura supervivencia, y otros, directamente, no logran sobrevivir. Pero nosotros, como lectores, tenemos la oportunidad de ver a algunas de estas personas, sometidas a una presi¨®n inimaginable, rodeadas de caos y de violencia por todas partes, responder con una belleza moral transcendente e imposible de olvidar. No son personas que hayan nacido con unos atributos morales especiales; personas para las sea f¨¢cil actuar con honor y valent¨ªa. Las conocemos: sabemos de sobra que son tan irritables, ego¨ªstas y perezosas como nosotros. Como le dice a Anna su marido: ¡°Nadie se encontraba con el valor como un regalo en el bolsillo, el valor hab¨ªa que trabaj¨¢rselo poco a poco, era una historia larga y duraba casi toda la vida¡±. Ginzburg nos muestra que ese valor es posible, da testimonio de tal posibilidad y, leyendo su obra, lo sabemos y lo creemos nosotros tambi¨¦n.
La obra de Ginzburg se ocupa, me parece a m¨ª, m¨¢s que de ninguna otra cosa, de la distinci¨®n entre lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal
Esta no es una novela que evite mirar al mal de frente. Como cualquier relato de la Segunda Guerra Mundial, contiene un dolor, una p¨¦rdida, una violencia y una injusticia casi insoportables. Pero es un relato que trata tambi¨¦n de la posibilidad de saber qu¨¦ es lo correcto, y de vivir guiados por ese conocimiento, sean cuales sean las consecuencias. Como lectores, comprendemos y amamos a los personajes de la novela abrazando toda su humanidad; y por un momento, o dos, su valent¨ªa parece iluminar, con una r¨¢faga radiante, el sentido de la vida. Y, sin embargo, al final de la novela, cuando la guerra ya ha terminado, Ginzburg se cuida de se?alar la dif¨ªcil tarea que tienen por delante quienes han sobrevivido. Un personaje que se ha pasado la guerra editando una publicaci¨®n antifascista lucha por adaptarse a sus nuevas condiciones de trabajo:
Entend¨ªa de peri¨®dicos clandestinos, pero los no clandestinos no iban con ¨¦l. Hacer peri¨®dicos clandestinos era muy f¨¢cil, qu¨¦ f¨¢cil y qu¨¦ hermoso era, Dios m¨ªo, pero los peri¨®dicos que ten¨ªan que salir todos los d¨ªas y a la luz del sol, sin pasar miedo y peligros, esos eran otra cosa. Hab¨ªa que jorobarse encima de una mesa, sin arriesgar ya nada, sin pasar miedo, y sal¨ªan palabras ignominiosas y uno se daba cuenta de que lo eran y sent¨ªa odio contra s¨ª mismo por haberlas escrito, pero no se tachaban porque hab¨ªa prisa por sacar aquel peri¨®dico que la gente estaba esperando. Y parec¨ªa incre¨ªble que en cambio el miedo y el peligro no engancharan nunca palabras ignominiosas sino siempre verdaderas, arrancadas de lo m¨¢s hondo.
Su discurso apunta tan alto como la crisis m¨¢s catastr¨®fica del siglo XX y tan bajo como el matrimonio de una muchacha joven, el destino del perro de una familia
Son personajes a los que la guerra les ha arrebatado mucho, pr¨¢cticamente todo, pero el desaf¨ªo que les espera al final es el de encontrarle sentido a un mundo que ya no est¨¢ en guerra, un mundo en el que los actos heroicos de coraje han dejado de ser necesarios o incluso posibles, un mundo en el que los peri¨®dicos tienen que ¡°salir todos los d¨ªas y a la luz del sol¡±. Todos nuestros ayeres se public¨® siete a?os despu¨¦s del fin de la guerra y cuesta no o¨ªr la voz de la propia Ginzburg resonando en este pasaje, encorvada en la mesa, ¡°sin arriesgar ya nada, sin pasar miedo¡±, intentando dotar de sentido a lo que queda.
Para m¨ª, Todos nuestros ayeres es una novela perfecta; o, dicho de otro modo, es completamente lo que pretende ser, y nada m¨¢s. Es un libro que muestra con prosa inteligente y sencilla lo grande y lo peque?a que deber¨ªa ser una novela. Su discurso apunta tan alto como la crisis m¨¢s catastr¨®fica del siglo XX y tan bajo como el matrimonio de una muchacha joven, el destino del perro de una familia. Como lectores, nos lleva a ver y sentir las relaciones inextricables entre el mundo interior y exterior de las personas. Las novelas de Ginzburg logran no solo incorporar, sino establecer una relaci¨®n significativa entre la vida ¨ªntima de los personajes ficticios y los cambios radicales, sociales y pol¨ªticos, que se van desarrollando en torno a ellos. Un logro que es posible gracias a la extraordinaria comprensi¨®n que ten¨ªa Ginzburg del alma humana, a su genialidad como estilista de la prosa y, por encima de todo, a una lucidez moral incomparable. Todos nuestros ayeres se cuenta entre las mayores novelas de su siglo, y Ginzburg, entre las mayores novelistas. En lo que a m¨ª respecta, como lectora, como escritora y como persona, su obra ha impactado y transformado mi vida. Espero que le deis la oportunidad de impactar y transformar tambi¨¦n la vuestra.
Traducci¨®n de Inga Pellisa.
Sally Rooney es autora de los libros como ¡®Conversaciones entre amigos¡¯, ¡®Gente normal¡¯ y ¡®D¨®nde est¨¢s, mundo bello¡¯.
¡®Una novela perfecta¡¯ es el pr¨®logo de Sally Rooney a ¡®Todos nuestros ayeres¡¯, de Natalia Ginzburg, que Lumen publica este jueves en la traducci¨®n de Carmen Mart¨ªn Gaite. El texto se public¨® originalmente en ¡®The Guardian¡¯ el 30 de junio de 2022.
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