¡®Sirimiri¡¯, entre ETA y la hero¨ªna

Recuerdo una novela de G¨¹nter Grass, El gato y el rat¨®n, en la que sus protagonistas son unos ni?os. Me qued¨® siempre grabada la imagen de unos peque?os jugando sobre un tanque destruido. Todo pasa en Alemania en plena Segunda Guerra Mundial. La novela transcurre como si esa guerra no existiera. Grass, con gran arte, hace que la veamos en segundo plano, como si no existier...

Recuerdo una novela de G¨¹nter Grass, El gato y el rat¨®n, en la que sus protagonistas son unos ni?os. Me qued¨® siempre grabada la imagen de unos peque?os jugando sobre un tanque destruido. Todo pasa en Alemania en plena Segunda Guerra Mundial. La novela transcurre como si esa guerra no existiera. Grass, con gran arte, hace que la veamos en segundo plano, como si no existiera para esos ni?os. Me parece que algo parecido ocurre con Sirimiri, la primera novela de la escritora vasca Araceli Cobos.

La protagonista es una ni?a que vive en un barrio de un pueblo vizca¨ªno. El pueblo se llama El Valle y la gente que lo habita son trabajadores, gente sencilla con sus ilusiones inteligentemente gestionadas en el d¨ªa a d¨ªa, no buscar m¨¢s all¨¢ de lo alcanzable. La protagonista se llama Ana. Ana tiene una amiga con la que avanza en su vida diaria en la familia, la escuela y los primeros escarceos sentimentales, dolorosamente plat¨®nicos y privados, incomunicables, como suelen ser (o sol¨ªan ser) esos enamoramientos adolescentes. Ana tiene una amiga, Leire. (Esta amistad por un momento tambi¨¦n me hizo pensar en una novela de Elena Ferrante, La amiga estupenda, donde la narradora cuenta su vida en un barrio de N¨¢poles, en estrecha relaci¨®n vital con su amiga de toda la vida).

En Sirimiri la vida transcurre en dos planos. Uno en primera instancia, el esencialmente vital, emocional y familiar de Ana. Y en segundo plano: lo social, pol¨ªtico, laboral junto al opresivo y asesino mandamiento de lo ideol¨®gico. ETA, el desmantelamiento de industrias en la regi¨®n de Bizkaia, la droga como una forma de epidemia que se ceba en una juventud atrapada entre dos opciones: la locura asesina de ETA y el escapismo devastador de las drogas duras.

Araceli Cobos ha escrito una novela, en cierta manera, de formaci¨®n, en la que no se soslaya en ese proceso de aprendizaje vital, la irracionalidad y la inclemente intolerancia pol¨ªtica. Ana un d¨ªa escucha a su padre decirle que las cosas no son tan f¨¢ciles de entender, que son m¨¢s complejas. Ana le contesta que bien, pero que ella necesita expresar su rechazo a la violencia a su manera poco elaborada.

Sirimiri no es una novela sustancialmente de rechazo a la violencia, venga de donde venga. Sirimiri es una notable novela sobre la dificultad pero tambi¨¦n la dicha intransferible de aprender a entender la vida como se nos aparece sin avisar.

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