Mes¨ªas ¡®queer¡¯ de la Transici¨®n: Oca?a
¡®Oca?a. El eterno brillo del sol de Cantillana¡¯, editado por Carlos Barea, propone una relectura de la cultura de la Transici¨®n espa?ola que incorpora la contracultura a trav¨¦s de la figura del sevillano Jos¨¦ P¨¦rez Oca?a
Al presentarse como ¡°La Pasionaria de las mariquitas¡± aquella noche, Oca?a dio otra vuelta de tuerca a la estrategia de subversi¨®n que defini¨® su intervenci¨®n art¨ªstica: la reapropiaci¨®n. La funci¨®n carnavalesca del personaje, que fue su mejor obra, ahora ya puede interpretarse porque disponemos de los discursos cr¨ªticos que permiten comprender su funci¨®n liberadora: una relectura de la cultura de la Transici¨®n espa?ola que incorpora la contracultura y la ...
Al presentarse como ¡°La Pasionaria de las mariquitas¡± aquella noche, Oca?a dio otra vuelta de tuerca a la estrategia de subversi¨®n que defini¨® su intervenci¨®n art¨ªstica: la reapropiaci¨®n. La funci¨®n carnavalesca del personaje, que fue su mejor obra, ahora ya puede interpretarse porque disponemos de los discursos cr¨ªticos que permiten comprender su funci¨®n liberadora: una relectura de la cultura de la Transici¨®n espa?ola que incorpora la contracultura y la teor¨ªa queer a trav¨¦s de la cual la transgresi¨®n adquiere una significaci¨®n biopol¨ªtica.
Esa es la visi¨®n que propone el volumen colectivo subtitulado El eterno brillo del sol de Cantillana. Efectivamente Jos¨¦ P¨¦rez Oca?a naci¨® en esa poblaci¨®n sevillana en 1947 y su sensibilidad, de alguna manera nunca se fue de all¨ª, aunque s¨ª se metamorfose¨®. En 1971 lleg¨® a Barcelona para trabajar como pintor de paredes con su hermano. Entr¨® en contacto con los c¨ªrculos del arte local cruzados con la homosexualidad. Pint¨® cuadros. No tard¨® en instalarse en el barrio g¨®tico que hab¨ªa mitificado Jean Genet y hab¨ªan recreado Juan Goytisolo o Blai Bonet. Debi¨® ser entre 1977 y 1978 cuando un grupo de Madrid vino a Barcelona para asistir a una cena de homenaje al Front d¡¯Alliberament Gai. All¨ª, vestida de violetera, apareci¨® Oca?a, divirtiendo al presentarse como ¡°La Pasionaria de las mariquitas¡±. Ventura Pons intuy¨® que era el personaje que necesitaba para empezar su trayectoria como director de cine.
Diversos de los autores que colaboran en el libro editado por Carlos Barea recuerdan la segunda escena del documental Oca?a. Retrato intermitente. ¡°En la pureza de Oca?a radica su car¨¢cter profundamente subversivo¡±, escribi¨® aqu¨ª por entonces Fernando Trueba. Ten¨ªa raz¨®n. En esa m¨ªtica escena Oca?a pasea por las Ramblas travestido y del brazo de Nazario y Camilo mientras el espectador escucha a Juanita Reina cantar una copla. En apariencia es una escena de cabar¨¦ en la calle. Es su espacio natural, all¨ª es ¨¦l y as¨ª escandaliza. ¡°Yo no tengo intimidad¡±, dec¨ªa, ¡°cuando tengo una alegr¨ªa est¨¢ en la calle, cuando tengo una tristeza est¨¢ en la calle¡±. En el minuto 4 de la pel¨ªcula se ve al grupo andando, seguido de una multitud. La c¨¢mara les enfoca de frente. Oca?a se levanta el vestido y ense?a los genitales. Dos segundos despu¨¦s se los mete entre las piernas para que el pene se transforme en un pubis. La manifestaci¨®n, al tener como centro su sexo, adquiere un nuevo significado: es una procesi¨®n donde lo sagrado es lo m¨¢s profano. Esa es la clave ¨¦tica de la reapropiaci¨®n. Lo que lo convierte, desde la perspectiva de hoy, en el Mes¨ªas queer de la Transici¨®n.
Hay un espejo en el que los autores del libro nos invitan a ver a Oca?a reflejado: Garc¨ªa Lorca. Otra reapropiaci¨®n. Hay actos y obras de Oca?a que podr¨ªan contemplarse como un Lorca desatado, grotesco, almodovariano. El m¨¢s evidente es la escena del documental en la que el performer est¨¢n en un cementerio cantando estos versos: ¡°Garc¨ªa Lorca gitano, moreno de verde luna. ?D¨®nde est¨¢ tu cuerpo santo que no tuvo sepultura?¡±. No est¨¢ adorando al mito. Lo estaba actualizando. A trav¨¦s de la vivencia heterodoxa de la imaginer¨ªa religiosa de Cantillana. A trav¨¦s del tratamiento kitsch del estereotipo andaluz. As¨ª Oca?a hizo explotar aspectos de la obra lorquiana blindados por lo oscuro, por lo reprimido. Ese esa adolescente, por ejemplo, que desea en las afueras del pueblo, con el que cant¨® canciones de Lorca y que por la ma?ana supo que se hab¨ªa pegado un tiro, una vivencia que parece una trasposici¨®n del Romancero gitano. Porque aquel arte biopol¨ªtico no era solo una broma. ¡°La performance es construir un personaje que permita ser libre y expresarse a trav¨¦s de ¨¦l¡±. Y esa libertad es un peligro.
Oca?a. El eterno brillo del sol de Cantillana?
Dos Bigotes, 2023
254 p¨¢ginas. 20,95 euros
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