¡®?u¡¯, la filosof¨ªa mundana que esconde la soluci¨®n a un crucigrama
En el cruce entre la novela, el ensayo y la autoficci¨®n, Pau Luque firma un libro inclasificable en el que busca soluciones, todas ellas inservibles, a su desarraigo vital
Dice Pau Luque en su nuevo libro que existen dos tipos de buena literatura: ¡°la que busca suturar heridas y la que busca abrirlas¡±. No tenemos del todo claro qu¨¦ pretende hacer el escritor catal¨¢n con un libro tan inclasificable como ?u, si cicatrizarlas o meter varios dedos en sus hendiduras. Pero s¨ª sabemos dos cosas: que se trata de un buen libro y que contiene una herida escondida en alguna parte. En el cruce entre el ensayo literario y la novela filos¨®fica ¡ªtanto monta, monta tanto¡ª, Luque firma una obra de rumiante, como...
Dice Pau Luque en su nuevo libro que existen dos tipos de buena literatura: ¡°la que busca suturar heridas y la que busca abrirlas¡±. No tenemos del todo claro qu¨¦ pretende hacer el escritor catal¨¢n con un libro tan inclasificable como ?u, si cicatrizarlas o meter varios dedos en sus hendiduras. Pero s¨ª sabemos dos cosas: que se trata de un buen libro y que contiene una herida escondida en alguna parte. En el cruce entre el ensayo literario y la novela filos¨®fica ¡ªtanto monta, monta tanto¡ª, Luque firma una obra de rumiante, como lo son los pensadores y los propios ?us, en la que mastica una segunda vez las certezas que ya ten¨ªa en el est¨®mago y las acaba desechando por inservibles. Ninguna acaba de funcionar a la hora de paliar su desarraigo en el ecuador de la vida. Lo mismo que cuando uno encuentra, al resolver un crucigrama, el nombre del b¨®vido africano que da t¨ªtulo al libro, ¡°la soluci¨®n a un problema que en realidad no tienes¡±.
Superado el abismo de los 40, Luque busca un or¨¢culo que ponga fin a su desconcierto existencial, que el autor expresa con una absoluta falta de solemnidad ¡ª¡±qu¨¦ horror, qu¨¦ grima, qu¨¦ grotesco cuando me pongo solemne¡±, escribe¡ª, pero solo encuentra caos y arbitrariedad. Deambula entre desastrosas clases de boxeo, recuerdos infantiles en un Pened¨¨s tolerablemente quinqui que narra con prodigiosa melancol¨ªa ¡ªnunca hubo un robo tan bello en un Todo a 100 ni un concurso escolar tan bien perdido¡ª, o digresiones sobre las tesis de Eva Illouz acerca del fin del amor. Persigue soluciones en simulacros de di¨¢logos socr¨¢ticos con la poeta Curiel Jordana, tan brillante y desconocida que cabe preguntarse si ella y Luque no ser¨¢n la misma persona, como Hannah Montana y Miley Cyrus, citadas por el autor para ejemplificar su confusi¨®n vital. Dejar¨¢ de buscar respuestas para ¡°lidiar con el desconcierto y la frustraci¨®n¡± al darse cuenta de lo que ya sab¨ªa: que no las hay.
Como los rom¨¢nticos, Luque divaga en un largo mon¨®logo interior sobre sus distintos estados de ¨¢nimo, aunque el escritor est¨¦ afectado por un mal du si¨¨cle mucho menos ampuloso que el de los j¨®venes decimon¨®nicos. Y su absurdismo tampoco es exactamente camusiano: ?u desprende una filosof¨ªa mundana, de andar por casa, caprichosa en el buen sentido de la palabra. El tono es similar al de sus ensayos previos, erudito pero alejado del p¨²lpito fr¨ªo de la teor¨ªa, formulado siempre con media sonrisa y lleno de iron¨ªa casanoviana, pero tal vez m¨¢s org¨¢nico, vibrante y personal que en anteriores intentos. Con los libros previos comparte, pese a todo, un aspecto estudiadamente despeinado, una sensaci¨®n ilusoria de desorden. Despu¨¦s de todo, para Luque, lo importante siempre es la imperfecci¨®n, como defendi¨® en Las cosas como son y otras fantas¨ªas, con el que gan¨® el Premio Anagrama de Ensayo en 2020.
¡®?u¡¯ desprende una filosof¨ªa mundana, de andar por casa, caprichosa en el buen sentido, erudita pero alejada del p¨²lpito fr¨ªo de la teor¨ªa
Avanzamos por ?u como en el interior de un laberinto sin salida ¡ªcomo el de Horta, en Barcelona, escenario de uno de los primeros cap¨ªtulos¡ª, salvo si uno conoce el truco m¨¢gico para no perderse, ese que le ense?¨® una novia italiana que le¨ªa la biograf¨ªa de Chaplin y fumaba tabaco de liar, de la que se enamor¨® de inmediato. Luque lo tiene siempre en mente, pese a perderse adrede varias veces, como demuestra al cerrar el c¨ªrculo del libro ¡ªque lo lleva de G¨¦nova a Barcelona y luego a Ciudad de M¨¦xico, donde reside, y vuelta a empezar¡ª con el personaje que le da comienzo: Di Bastone, ese amigo narrador de infinitas an¨¦cdotas ¡°tan inveros¨ªmiles que solo pueden ser verdad¡±. Como Curiel, la poeta clandestina que vive en un min¨²sculo pueblo llamado Torrelles de Foix, Di Bastone podr¨ªa existir o ser un doble imaginario del escritor, con quien comparte dicho af¨¢n fabulador.
En esta traviesa autoficci¨®n, Luque se representa a s¨ª mismo con el punto justo de autodesprecio y coqueter¨ªa (sin¨®nimos, despu¨¦s de todo). Tambi¨¦n como un aficionado incansable al chascarrillo, amante de hacer re¨ªr a sus amigos (?la mejor calidad que existe?) y propietario de una comicidad que oscila entre lo facil¨®n (¡°Trump es un europeo que s¨ª fue al dentista¡±) y lo tronchante (¡°Si Jeff Buckley ten¨ªa o¨ªdo absoluto, yo tengo intestino absoluto¡±). Para el autor, un buen ensayo es siempre un libro fallido, igual que una construcci¨®n que se viene abajo y se convierte en una ruina sobre la que erigir otros edificios con mayor ¨¦xito. ¡°Lo que importa a la hora de escribir es lo mismo que a la hora de vivir: dejar unas ruinas hermosas, embellecer el mundo con alg¨²n pu?adito m¨¢s de escombros¡±, escribi¨® en su libro anterior, Hipocondr¨ªa moral, firmado con Natalia Carrillo. ?u parece un s¨®lido inicio de construcci¨®n, por poco monumental que parezca su fachada, de un proyecto literario de envergadura.
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Anagrama, 2024
200 p¨¢ginas. 17,90 euros
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