Neige Sinno, la escritora que sali¨® del infierno del incesto, agita el debate sobre las agresiones en Francia
La autora relata en ¡®Triste tigre¡¯ los abusos sexuales que sufri¨® por parte de su padrastro. El libro no es solo un testimonio, sino tambi¨¦n una historia cultural y pol¨ªtica de la violaci¨®n a la luz del cambio impulsado por el MeToo
Violeta, viol¨ªn, viola, violonchelo, ravioli. Las palabras que contienen una s¨ªlaba emparentada con violaci¨®n provocan en Neige Sinno (Vars, Francia, 1977) un rechazo instintivo. Dice que el cuerpo se le tensa como en un acto reflejo. Antes sent¨ªa una descarga el¨¦ctrica. Ahora es solo un malestar temporal. El motivo de su desasosiego es que, entre los siete y los 14 a?os, la escritora francesa fue v¨ªctima de repetidas agresiones sexuales por parte de su padrastro, un gu¨ªa de senderismo en alta monta?a, alto,...
Violeta, viol¨ªn, viola, violonchelo, ravioli. Las palabras que contienen una s¨ªlaba emparentada con violaci¨®n provocan en Neige Sinno (Vars, Francia, 1977) un rechazo instintivo. Dice que el cuerpo se le tensa como en un acto reflejo. Antes sent¨ªa una descarga el¨¦ctrica. Ahora es solo un malestar temporal. El motivo de su desasosiego es que, entre los siete y los 14 a?os, la escritora francesa fue v¨ªctima de repetidas agresiones sexuales por parte de su padrastro, un gu¨ªa de senderismo en alta monta?a, alto, fuerte y simp¨¢tico, fan de Johnny Hallyday y con ¡°un agudo sentido de la injusticia¡±, o eso juraba ¨¦l. Sinno present¨® una denuncia en el a?o 2000 junto a su madre. Ser¨ªa condenado a nueve a?os de c¨¢rcel. Durante mucho tiempo, la autora prefiri¨® no poner por escrito esta experiencia. Ten¨ªa aversi¨®n por lo autobiogr¨¢fico desde que le encontraron un diario ¨ªntimo de adolescente, que acab¨® quemando en la hoguera. Y se negaba a escribir literatura usando su historia, a componer una obra est¨¦tica a partir de la violencia sufrida, porque le parec¨ªa una falta de rigor art¨ªstico.
Lo acab¨® haciendo con su tercer libro, Triste tigre (Anagrama), un testimonio desgarrador sobre lo indecible, pero tambi¨¦n una especie de historia cultural del incesto y las agresiones a menores, que explora la violaci¨®n como tema literario y pol¨ªtico en una sociedad que no siempre la ha considerado especialmente grave. ¡°Es muy complicado asumir esa violencia, el hecho de que mi autobiograf¨ªa se base en haber sido v¨ªctima de incesto¡±, responde Sinno, envuelta en un rebozo mexicano, en su casa de Gu¨¦thary, en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, donde se acaba de instalar tras casi 20 a?os viviendo en el Estado de Michoac¨¢n. ¡°Es normal que este proceso me haya llevado a?os. Me ha permitido encontrar y forjar mis armas a trav¨¦s de la escritura para no dejarme aplastar por la violencia de ese material. Quienes han escrito sobre la tortura o sobre los campos de concentraci¨®n tambi¨¦n necesitaron tiempo¡±, dice en una mezcla de franc¨¦s y espa?ol perfecto (ella misma ha traducido su libro al castellano).
El regreso a su pa¨ªs natal no le est¨¢ resultando f¨¢cil, pese al magn¨ªfico jard¨ªn que circunda su reci¨¦n estrenado hogar, con vistas sobre el oc¨¦ano. Sus encuentros con desconocidos le parecen adulterados por el peso de su nueva fama en Francia, donde el libro ha vendido casi 300.000 ejemplares, en medio de un gran debate nacional sobre las agresiones que ha puesto fin a una funesta excepci¨®n cultural francesa. ¡°Es un pa¨ªs que se ha vuelto desconocido para m¨ª. Lo veo como un lugar crispado, tenso, con un rechazo brutal a los extranjeros. Por otra parte, tengo una hija de 12 a?os y quiero que pueda crecer con la libertad que tuve yo. En Michoac¨¢n es m¨¢s dif¨ªcil ser adolescente¡±, dice para justificar su regreso, tras haber trabajado durante a?os como profesora de literatura y traducci¨®n en la Universidad de Morelia. Nos encontramos a pocos kil¨®metros de Biarritz, en la llamada California francesa, epicentro de la cultura surfera, donde grupos de j¨®venes aprovechan las ¨²ltimas olas del verano y hasta los ancianos visten ropa de sport, como si esto fuera un remake de Cocoon en la costa vasca. Una estrella literaria como Fr¨¦d¨¦ric Beigbeder vive a la vuelta de la esquina. En medio de este lugar, Sinno parece una extra?a, una chamana l¨²cida y doliente, una especie de fantasma.
¡°Necesit¨¦ tiempo antes de escribir, como quienes han hablado de la tortura y los campos de concentraci¨®n¡±
Cree posible que el libro no hubiera existido sin la emergencia del Me Too. Incluso con ella fue dif¨ªcil. ¡°Ya tuve bastantes dificultades para publicarlo el a?o pasado. Tard¨¦ un a?o en encontrar un editor y recib¨ª 20 cartas de rechazo. Me dec¨ªan que ya hab¨ªa muchos textos sobre el mismo tema¡±. En efecto, Triste tigre llega en la estela de una serie de libros que han explorado las agresiones sexuales y las relaciones con menores en una sociedad que fue relativamente permisiva con ellas. Retrocedamos hasta 1977. Un grupo de intelectuales de primer nivel public¨® una tribuna en la prensa francesa para exigir que se derogaran las leyes que imped¨ªan las relaciones sexuales entre adultos y menores. Entre los firmantes estaban Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Roland Barthes, Louis Aragon, Gilles Deleuze, Andr¨¦ Glucksmann, Michel Foucault y Fran?oise Dolto, pionera del psicoan¨¢lisis infantil.
En los ¨²ltimos a?os, una serie de textos de gran repercusi¨®n social en Francia, que es el pa¨ªs de los derechos humanos pero tambi¨¦n el de Gis¨¨le Pelicot, rompieron con la ley del silencio. Por ejemplo, La familia grande, de Camille Kouchner, que revel¨® el incesto que su padrastro, el polit¨®logo y antiguo diputado socialista Olivier Duhamel, impuso a su hermano. O El consentimiento, de Vanessa Springora, que relataba el caso de pedofilia del escritor Gabriel Matzneff, de la que fue v¨ªctima la autora cuando ten¨ªa 14 a?os. O los libros de Christine Angot, sometida a los abusos de su padre, pero acusada de distorsionar los hechos, de airear intimidades y de utilizar un lenguaje ¡°demasiado violento¡±. Tambi¨¦n est¨¢ el reciente podcast Ou peut-¨ºtre une nuit, citado por Sinno en su libro, donde Charlotte Pudlowski narra el caso de incesto entre su madre y su abuelo.
¡°La primera persona que habl¨® sobre una situaci¨®n de incesto en Francia en televisi¨®n lo hizo en 1983¡å, se?ala Sinno. ¡°Christine Angot lo hizo en sus libros a partir de los noventa, pero la respuesta social fue complicada. El problema no era su obra, sino c¨®mo la sociedad quiso hacer la vista gorda, como sucedi¨® en el caso de Nabokov¡±. La autora, hija de hippies que creci¨® en el departamento rural de los Altos Alpes, alterna su historia con una lectura cr¨ªtica de Lolita, cuya protagonista era, igual que ella, una ni?a white trash, como se autodefine en el libro. Casos como el suyo exist¨ªan desde hace d¨¦cadas en todo el mundo. Fue la mirada social la que cambi¨®, casi de un d¨ªa para otro. ¡°Tengo la impresi¨®n de que el MeToo se produjo cuando hubo una gota que colm¨® el vaso. Pero no empieza en 2016, ha sido un proceso acumulativo que ha provocado un desbordamiento¡±, sostiene Sinno. ¡°Estoy contenta, porque no estaba segura de poderlo ver en vida. Y tampoco estoy segura de que este espacio que nos damos como sociedad para repensar el patriarcado vaya a durar¡±. Por eso, la autora no cree que nos encontremos todav¨ªa en el mejor momento para abrir debates internos. ¡°Del otro lado se abalanzan en esa brecha en cuanto la abrimos. Ser¨ªa genial poder discutir sobre qui¨¦n es m¨¢s feminista que qui¨¦n, pero yo apuesto m¨¢s por las alianzas¡±.
¡°Tard¨¦ un a?o en encontrar editor y recib¨ª 20 rechazos. Dec¨ªan que ya hab¨ªa muchos textos sobre el mismo tema¡±
En su libro, Sinno desconf¨ªa de todo el mundo. Tambi¨¦n de su capacidad como narradora. ¡°S¨ª, fui muy cruel con todo el mundo, incluida yo misma. Esa crueldad es como un cuchillo que permite tocar el hueso, que es cuando las cosas se vuelven interesantes¡±. Hay en Triste tigre una tensi¨®n constante entre la experiencia vivida, el recuerdo de la misma y la interpretaci¨®n de los hechos desde el presente. La autora cuestiona las categor¨ªas binarias de v¨ªctima y verdugo, porque le parece la forma m¨¢s precisa de narrar lo que ocurri¨®. ¡°Para m¨ª, es la ¨²nica manera, porque percibo una enorme complejidad en mi propia experiencia. Es una historia dif¨ªcil de contar a los dem¨¢s. ?Con qu¨¦ enfoque narrativo debes hacerlo? Cada vez lo haces de una manera distinta. Nunca he dejado de cuestionarme sobre mi propia historia en su calidad de relato¡±, afirma Sinno, experta en teor¨ªa literaria. ¡°La puerta que se nos abre en este momento hist¨®rico provocado por el Me Too es la oportunidad de explorar esas ambivalencias. Podr¨ªa haber contado mi historia desde una superioridad moral, como persona de la que han abusado. Pero esa posici¨®n me impedir¨ªa explorar la complejidad de mi historia, que es lo que me interesaba¡±.
Sinno se march¨® de Francia antes de que terminara el juicio a su padrastro. Primero, con una beca para estudiar en Estados Unidos. Y, desde ah¨ª, a M¨¦xico, donde se encontr¨® con ¡°una sociedad en la que las relaciones humanas son lo m¨¢s importante¡±. ?Dir¨ªa que quiso huir? ¡°A posteriori, s¨ª, pero entonces no fue algo consciente. Hoy dir¨ªa que fue una forma de reinventarme en otro lugar¡±. En el relato viaja en el tiempo para adoptar, a la manera de Annie Ernaux en Memoria de chica ¡ª¡±Es como descender al abismo con los ojos abiertos¡±, ha dicho la premio Nobel sobre Triste tigre¡ª, el punto de vista de la superviviente en la que se convirti¨® tras esos abusos. Una joven hura?a, silenciosa e insolente con los adultos, que m¨¢s tarde padecer¨ªa un c¨¢ncer de ovario a los 35 a?os (Sinno cita en el libro estudios cient¨ªficos que sugieren una posible relaci¨®n entre ambos hechos). Lo m¨¢s desconcertante es que tambi¨¦n asuma la perspectiva de su padrastro en una serie de pasajes que no se olvidan f¨¢cilmente tras la lectura. ¡°El objetivo de todo el libro es deconstruir esa fascinaci¨®n por el personaje, por su personalidad, el inter¨¦s por el que ostenta el poder y ejerce el mal, una fascinaci¨®n cultural que yo tambi¨¦n compart¨ª¡±. En un cap¨ªtulo perturbador, se mete en la piel de su agresor mientras acaricia la espalda de su hija a la hora de acostarla. ¡°Es un asunto del que no tenemos derecho a hablar, ni siquiera pensar. Lo inclu¨ª por motivos de coraje literario¡±, afirma. ¡°Los ni?os viven sometidos a nuestro poder, en una situaci¨®n de vulnerabilidad absoluta. Quise plantear que todos los padres tienen momentos de ternura con sus hijos que pueden transformarse en algo absolutamente atroz¡±.
¡°Quise plantear que todos los padres tienen momentos de ternura con sus hijos que pueden transformarse en algo absolutamente atroz¡±
Triste tigre est¨¢ dirigido a un lector, y a una sociedad, capaces de escuchar. ¡°E incluso de encajar la historia con un poco de sarcasmo. Hubiera querido escribir algo todav¨ªa m¨¢s divertido y ligero, pero me sali¨® as¨ª¡±, dice Sinno. ¡°Puedo compartir algunas an¨¦cdotas de car¨¢cter m¨¢s o menos sexual para no defraudar a los lectores que han tenido la paciencia de leer estas peque?as memorias hasta aqu¨ª¡±, escribe en el libro. El humor termina pronto: acto seguido, describe la emancipaci¨®n simb¨®lica que supuso empezar a escupir el semen cuando tuvo relaciones de adulta. Su padrastro la obligaba a tragarlo.
Pese a todo lo que ha vivido (o tal vez por ello), Sinno est¨¢ en contra de las penas de c¨¢rcel, ya que cree que no resuelven el problema a escala social, incluso cuando es terapeutico para las v¨ªctimas. ¡°La justicia no tiene la misi¨®n de hacer terapia, no fue concebida para eso. No estoy en contra de la justicia: present¨¦ una denuncia como una acci¨®n colectiva, para que quedase claro que la violencia sexual contra los ni?os era un asunto social y pol¨ªtico que no me concern¨ªa solo a m¨ª¡±, explica. ¡°Una persona de cada 10 es v¨ªctima de violencia sexual en Francia, en Espa?a, en Italia y en China. Como sociedad, ?qu¨¦ soluci¨®n tenemos frente a la existencia de esos cientos de miles de agresores? Es imposible aislarlos a todos meti¨¦ndolos en la c¨¢rcel, como si los mand¨¢ramos a una isla lejana. A escala pol¨ªtica, ver la prisi¨®n como una soluci¨®n definitiva nos impide reflexionar sobre la profundidad de este problema¡±. ?Qu¨¦ propone la autora? ¡°Lamentablemente, no tengo una soluci¨®n que ofrecer¡±.
Tras el juicio, su padrastro se puso en contacto con su madre. Le propuso empezar de cero como si nada hubiera ocurrido. ¡°Durante la audiencia, empez¨® a hablar de m¨ª en tercera persona. Me di cuenta de que hab¨ªa sido un objeto en su sistema, que quiz¨¢s ni siquiera hab¨ªa existido [como persona] para ¨¦l¡±, asegura. Al salir de la c¨¢rcel, conoci¨® a una mujer 20 a?os menor, cat¨®lica devota, con la que coincidi¨® haciendo el Camino de Santiago. Tuvieron cuatro hijos m¨¢s. Sinno hubiera preferido no contarlo. ¡°Quise dejar fuera del libro a esos hijos, porque ellos no tienen nada que ver. Pero no era posible mostrar la complejidad de esta historia sin decir que ¨¦l pudo rehacer su vida¡±. Con la autora nunca se volvi¨® a poner en contacto. ¡°Hace poco, alguien me dijo que no se puede perdonar si no te piden perd¨®n. La verdad es que no s¨¦ c¨®mo habr¨ªa reaccionado si lo hubiera hecho¡±.
¡°No creo en las penas de c¨¢rcel. Verlas como soluci¨®n nos impide reflexionar sobre lo profundo del problema¡±
La autora entiende que muchas v¨ªctimas prefieran callar: hay que prepararse para perder muchas cosas cuando se toma la decisi¨®n de hablar. ¡°Destruyes a tu familia. Al ponerle palabras y hacerlo visible ante los dem¨¢s, la unidad familiar se desmorona. Y cuando la familia se viene abajo, todo se desmorona, porque pierdes lo que te proporcionaba estabilidad. Por eso, la mayor¨ªa de las v¨ªctimas prefieren sacrificarse y actuar como si todo fuera bien¡±, opina. La relaci¨®n con su familia se ha visto, por descontado, bastante perjudicada. ¡°Tengo relaci¨®n con mis hermanos y con mi madre; nos queremos, pero la violencia que arrebat¨® nuestra historia familiar es demasiado grande¡±, relata la autora. ¡°Aun as¨ª, al hablar tambi¨¦n nos desprendemos de una m¨¢scara. Vivimos de una manera m¨¢s intensa porque nos la hemos quitado¡±. Sinno pudo exiliarse en M¨¦xico y no expresarse nunca m¨¢s sobre el asunto. ¡°Pero quise hacerlo, opt¨¦ por un juicio p¨²blico, habl¨¦ de ello en mi escritura y con mi entorno. Eleg¨ª perder todas esas cosas para ganar otras¡±. ?Qu¨¦ ha ganado exactamente? ¡°No sabr¨ªa ponerle un nombre, pero s¨¦ que es algo importante¡±.
Sinno tampoco fue nunca a terapia. En su clase social, dice, a nadie se le ocurrir¨ªa hacer eso. ¡°Se pueden tener vidas ricas y felices sin haber resuelto todos nuestros traumas. Hay una doxa, una imposici¨®n de que debemos curarnos. Es importante querer sentirse mejor, pero es peligroso que se convierta en una obligaci¨®n. Si no lo logramos, nos sentimos m¨¢s culpables, porque no conseguimos sanar, porque no somos buenas v¨ªctimas que han seguido el camino correcto, como ir a ver un psic¨®logo¡±, dice la escritora. ¡°Soy una persona fuerte. De lo contrario, no habr¨ªa podido realizar todas estas entrevistas. Hay algo en m¨ª que es muy s¨®lido, pero tambi¨¦n hay algo destruido que no ser¨¢ reparado, porque me hicieron cosas imperdonables. Lo que es hermoso y consolador, y tal vez terap¨¦utico, es el v¨ªnculo que se crea con las personas que han le¨ªdo el libro. Ahora me siento menos sola. Siento que formo parte de un colectivo¡±. Dec¨ªa Antonin Artaud que uno escribe para salir del infierno. Sinno corrige esa cita c¨¦lebre con educaci¨®n: uno solo logra hacerlo cuando ha salido de ¨¦l.
Triste tigre
Traducci¨®n de la autora (tambi¨¦n disponible en catal¨¢n, traducci¨®n de Marta Marfany).
Anagrama, 2024.
256 p¨¢ginas. 19,90 euros.