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El tramo final del curso del r¨ªo Eo delinea la frontera natural entre Asturias y Galicia y conforma la marina de un espacio que en 2007 fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco. La reserva natural Oscos-Eo / Terras de Bur¨®n se extiende m¨¢s de 1.500 kil¨®metros cuadrados, albergando siete municipios gallegos y otros tantos asturianos, en los que habitan unas 34.000 personas. Del lado asturiano de esa linde, en la comarca Oscos-Eo, una zona donde caben cumbres y playas, y que posee una enorme riqueza paisaj¨ªstica y de flora y fauna, naci¨® el turismo rural en Espa?a all¨¢ por los a?os ochenta. Hoy perviven all¨ª oficios ancestrales y germinan iniciativas que, preservando el patrimonio y la cultura, alumbran los pasos de un futuro rural sostenible.
La comarca de los Oscos parece estar fuera del tiempo, un entorno id¨®neo para el senderismo y la contemplaci¨®n de arroyos y bosques, hospitalario, donde el viajero puede detenerse ante maravillas arquitect¨®nicas como el Palacio de Mon (San Mart¨ªn de Oscos), erigido a finales del siglo XVII o principios del XVIII sobre una ladera, una edificaci¨®n visitable en periodo estival en la que se entremezclan rasgos del barroco asturiano y el gallego, s¨ªmbolo inequ¨ªvoco del car¨¢cter fronterizo de la zona.
En la aldea de Mazonovo, en un valle de Santa Eulalia de Oscos, tierra de artesanos, de agua y fuego, se halla un taller de forja del siglo XVIII que sigue vivo. La fuerza del r¨ªo sirve para mover un martillo de 114 kilos con el que los lingotes de hierro se transforman en l¨¢minas que luego Friedrich Bramsteidl, sexta generaci¨®n de un linaje de herreros austriacos, que se afinc¨® en los Oscos, en el occidente asturiano, en 2006, convierte en utensilios. Un oficio ancestral que va a tener relevo: Bramsteidl ha formado a Jorge, Paz y V¨ªctor, que comparten con ¨¦l fuego y yunque.
En Villanueva de Oscos se encuentra un imponente monasterio declarado Monumento Hist¨®rico-Art¨ªstico. Se levant¨® en el 1182, alojando primero a monjes benedictinos y luego a cistercienses. Su aspecto actual se lo debe a varias remodelaciones llevadas a cabo entre los siglos XVII y XVIII. Una visita obligada en la comarca.
En los a?os 80 Taramundi afrontaba un ¨¦xodo poblacional que amenazaba con la extinci¨®n del lugar, con su abandono. El Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) estaba desarrollando una f¨®rmula para potenciar el turismo rural. Para 1985 ya exist¨ªa la marca Para¨ªso Natural en Asturias y, en 1986, una antigua casa rectoral del XVIII pas¨® a la historia al convertirse en el primer hotel rural de Espa?a. ¡°La gente pudo quedarse a vivir en el pueblo. El 80% de los programas de desarrollo espa?oles estudiaron el caso de Taramundi¡±, cuenta el responsable de La Rectoral de Taramundi, Jes¨²s Mier.
La morfolog¨ªa de San Tirso de Abres est¨¢ marcada por la ribera del Eo: frondosos bosques y unas vegas f¨¦rtiles a lo largo del valle fluvial. Es una etapa de la ruta jacobea primitiva del norte hacia Compostela y, adem¨¢s de disponer de un ¨¢rea biosaludable con una piscina entre abedules, fresnos y alisos, ofrece planes como la ruta del Ferrocarril, una senda por la v¨ªa de un antiguo tren minero, un paseo con t¨²neles, cascadas, salmones, puentes colgantes y un paisaje espectacular.
Concejo lim¨ªtrofe con Galicia, Vegadeo vive bajo el influjo de los que peregrinan a Santiago de Compostela por la ruta costera y el influjo del agua. Los afluentes del Eo, como el Suar¨®n, acogieron desde la Alta Edad Media numerosas manufacturas metal¨²rgicas hidr¨¢ulicas, algunas visitables a¨²n. Fue tambi¨¦n zona de estraperlistas, lo que ha dejado rutas de senderismo ¨²nicas. Tambi¨¦n recomendables son las visitas a los distintos conjuntos palaciegos como la Casa de los Lastra en Viaxande.
El Eo, seg¨²n se acerca a su desembocadura, se transforma en una r¨ªa declarada Zona de Especial Conservaci¨®n y Humedal de Importancia Internacional. El estuario de este r¨ªo salmonero se ha convertido en el refugio de miles de aves acu¨¢ticas, especialmente en periodo invernal.
Castropol es monte y mar, cultura y color: del valle de Obanza y la cascada del Cioyo a la r¨ªa donde se practican deportes acu¨¢ticos, se pesca y se cultivan ostras de forma ecol¨®gica. Es hogar de uno de los ¨²ltimos carpinteros navales del norte de Espa?a y lugar de arquitectura indiana y, en su casco antiguo, de se?eros palacios, adem¨¢s de acoger la villa una de las celebraciones m¨¢s apreciadas del Principado: las alfombras florales que decoran las calles durante el Corpus Christi.
Buena parte de los 99 kil¨®metros del r¨ªo Eo delinean la frontera occidental del Principado con Galicia. En su desembocadura, se encuentra la Reserva Natural Parcial de la R¨ªa del Eo, que se reparte entre los concejos de Castropol y Vegadeo. Un estuario en el que la confluencia de las aguas fluviales y las marinas generan una riqueza org¨¢nica que llena de vida el entorno y permite el delicado cultivo de las ostras. El curso completo del r¨ªo forma parte de la Reserva de la Biosfera Eo, Oscos y Terras de Bur¨®n ¨Cm¨¢s de 1588 kil¨®metros cuadrados de paisajes protegidos¨C, que da cobijo a siete municipios gallegos y siete asturianos, un lugar de cultura transfronteriza, la ¨²nica reserva que alcanza a llegar de los altos monta?osos hasta el mar. Recorrer la ribera del Eo es, en muchos sentidos, un viaje a un pasado que sigue muy vivo: aqu¨ª perviven ferreiros, cuchilleros, cesteiros y tejedoras, un entorno donde la artesan¨ªa cobra un nuevo sentido, un para¨ªso virgen por descubrir que apuesta decididamente por un turismo y desarrollo sostenibles.
Pilar Quintana
Pilar Quintana recorr¨ªa a pie cuatro kil¨®metros cada ma?ana para abrir su telar en Taramundi, en 1988. La actividad agraria hab¨ªa dejado de bastar como sustento familiar y el turismo rural empezaba a ser el camino a seguir para muchos, una senda que ella tambi¨¦n transit¨® con ¨¦xito: confeccion¨® toda la ropa de la casa que abri¨®, que ofrec¨ªa a sus hu¨¦spedes mermeladas caseras elaboradas por ella misma y leche fresca. Pero en los noventa, y contra la opini¨®n mayoritaria, que le dec¨ªa que el telar era mucho trabajo para beneficios exiguos, sus tapices de algod¨®n, lino, rafia y lana se hicieron muy populares y comenzaron a rodar por el mundo, gracias a los turistas extranjeros que la visitaban. ¡°Una vez un se?or me encarg¨® uno que tuviera un paisaje de Asturias. Al tiempo me llam¨® y me pregunt¨® c¨®mo iba, porque era para Bill Clinton y se acercaba su cumplea?os¡±, relata. Los Reyes de Espa?a tambi¨¦n tienen uno de Quintana, que recibieron como regalo de bodas por parte del Principado. ¡°Es una pieza basada en un dibujo del pintor Antonio Su¨¢rez¡±, detalla.
Hace tres a?os que se jubil¨®, pero no se ha desecho de sus telares, entre los que hay uno centenario. Sigue us¨¢ndolos cuando recibe el encargo de hacer un traje de novia o de novio y prepara una exposici¨®n de los tapices que elabor¨® junto al gijon¨¦s, fallecido en 2013, Antonio Su¨¢rez.
Como el pan reci¨¦n hecho es muy apetitoso, las mujeres de los Oscos daban a sus familias el que hab¨ªan elaborado un par de d¨ªas antes para restarle atractivo y que no se lo comieran todo. Lo cuenta Elena Amor, gu¨ªa del Ecomuseo del Pan en el ¨¢rea de Santa Eufemia, en Villanueva de Oscos. ¡°Era la ¨²nica manera de que les durase¡±, explica. En el museo se muestra a los visitantes todo el proceso para fabricar este alimento a mano. ¡°Desde que se hacen los surcos con el arado tirado por reses hasta que sale del horno. Aqu¨ª no hay maquinaria industrial, solo un molino de agua¡±, remarca esta asturiana de 51 a?os.
El pan que se elabora en esta zona, asegura, es diferente. ¡°Tiene un toque ¨¢cido debido a la masa madre, pero engancha. Y dura hasta ocho d¨ªas¡±, describe Amor, que tambi¨¦n gu¨ªa a los visitantes a trav¨¦s del Monasterio de Santa Mar¨ªa, de origen rom¨¢nico, con casi un milenio de historia. Se erigi¨® en 1182 y ha sufrido m¨²ltiples transformaciones a lo largo de los siglos. ¡°Las tropas francesas lo ocuparon a principios del siglo XIX y durante el XX se dividi¨® en viviendas familiares, almacenes y cuadras para el ganado¡±, resume la gu¨ªa. Todo lo que sabe Amor lo ha aprendido sola. ¡°Me he formado hablando con la gente mayor y buscando libros de segunda mano, porque por aqu¨ª no se consegu¨ªan de ninguna otra manera¡±, reconoce.
Elena frente al Monasterio de Santa Mar¨ªa.
El herrero austr¨ªaco Friedrich Bramsteidl en su forja.
Padre, abuelo, bisabuelo, tatarabuelo¡ seis generaciones debe remontarse Friedrich Bramsteidl para encontrar al primer herrero de su linaje. Este austriaco que creci¨® junto a las ascuas de la forja de su padre se dijo que ¨¦l no continuar¨ªa la saga y se march¨®. Viaj¨® por ?frica y, en 1989, lleg¨® a Espa?a. Vino de vacaciones, con su familia, pero algo hizo clic en ¨¦l y ya no regresaron. En Galicia, cerca de la frontera con Portugal, se dio cuenta de que este oficio ancestral formaba parte de ¨¦l y mont¨® su primera fragua. En 2006, a trav¨¦s de un amigo, un cuchillero de Taramundi, conoci¨® la fragua de Mazonovo de Santa Eulalia de Oscos, ya en Asturias, que poco despu¨¦s pas¨® a regentar. ¡°Nada m¨¢s entrar al mazo [nombre que recibe el mecanismo hidr¨¢ulico que martillea los lingotes de hierro hasta convertirlos en l¨¢minas] sientes sus 300 a?os de historia, te sientes volviendo a las ra¨ªces¡±, dice Bramsteidl.
Al poco de llegar se le fue acercando gente, quer¨ªan aprender de ¨¦l. ¡°El fuego fascina. Trabajar moldeando hierros y aceros tan duros, d¨¢ndoles forma con un martillo, es algo atractivo¡±, apunta Fritz, que lleva 15 a?os dando cursos y adoptando aprendices, y que en tiempos de m¨¢xima demanda ha llegado a tener trabajando con ¨¦l a otras tres personas que se formaron bajo su ala: Jorge, Paz y V¨ªctor. Son los que se acercan primero por curiosidad quienes despu¨¦s suelen realizarle encargos, que van desde l¨¢mparas o letreros de comercios a reparaciones en casas antiguas de aldabas, picaportes, herrajes o barandas. ¡°Mantener este mazo vivo es muy importante, y contribuye a su vez al turismo¡±.
La ovetense Yolanda Alzu vive en la ribera del Eo desde 1988. ¡°Cuando ni siquiera exist¨ªa eso que hoy llamamos turismo internacional, hab¨ªa pescadores que se desplazaban desde Italia o Francia a pescar salmones aqu¨ª¡±, explica sobre un modelo productivo ya extinto. Alzu, maestra, iba a ser la encargada de una granja escuela en San Tirso de Abres que, por distintos avatares, termin¨® derivando en un complejo agrotur¨ªstico hace ya 30 a?os. ¡°La cultura rural se transmite de generaci¨®n en generaci¨®n, y la despoblaci¨®n conlleva mucho m¨¢s que vaciar un territorio, implica la desaparici¨®n de todo este conocimiento¡±, cuenta Alzu, cuyo objetivo es paliar esa p¨¦rdida con su trabajo. Muchas familias se desplazan all¨ª con sus ni?os para que tengan la oportunidad de relacionarse con la naturaleza: recolectan de la huerta, atienden a las gallinas y se hacen m¨¢s conscientes de la vigencia de lo que Alzu denomina ¡°el c¨ªrculo de la vida¡± y de hasta qu¨¦ punto estamos imbricados los seres humanos en ello. ¡°El concepto de medioambiente que se tiene en las ciudades y en el mundo rural es distinto; aqu¨ª un gato no es una simple mascota sino que nos libra de los ratones, y seguimos debiendo procurar que la zorra no se cuele en la cerca y nos mate las gallinas¡±.
Alzu, que est¨¢ casada con un guarda forestal, Carlos Gonz¨¢lez, ofrece, adem¨¢s, planes como una ruta de senderismo que viaja a trav¨¦s de la antigua v¨ªa f¨¦rrea, llev¨¢ndote por bosques, t¨²neles y puentes colgantes, o como, en noviembre y diciembre, paseos en los que es posible contemplar a los salmones remontando una cascada.
Una de las actividades ecotur¨ªsticas de Yolanda Alzu.
Mart¨ªn Gonz¨¢lez, uno de los ¨²ltimos carpinteros de ribera, reparando una embarcaci¨®n.
Es uno de los ¨²ltimos de un oficio antiqu¨ªsimo: los carpinteros navales, los constructores de barcos de madera radicados en astilleros fluviales. Apenas quedan en todo el norte de Espa?a, donde antes abundaron. El padre de Mart¨ªn Gonz¨¢lez y su t¨ªo, conocidos como los Pachos, dieron nombre al astillero en El Esquilo, Castropol, un negocio con m¨¢s de 80 a?os de vida que ahora regenta ¨¦l. Su abuelo aprendi¨® la profesi¨®n en la misma r¨ªa de Castropol, cuando todav¨ªa era algo habitual, y todos fueron aprendiendo de ¨¦l porque, seg¨²n cuenta Gonz¨¢lez, se necesitan a?os de adiestramiento. ¡°Tienes que buscar maderas con buenas figuras para la embarcaci¨®n y, para ello, no basta con calcular y cortar as¨ª o as¨¢. Muchas se corrigen a ojo, pero no cualquier ojo, uno muy entrenado. Hay que mamarlo¡±, sentencia Gonz¨¢lez.
Asume la desaparici¨®n del oficio como algo natural, consustancial a la evoluci¨®n de lo que hace: la fibra es m¨¢s pr¨¢ctica para la construcci¨®n de embarcaciones de recreo que la madera, que requiere de reparaciones y, aun as¨ª, un bote dura 50 o 60 a?os. Todav¨ªa tiene mucho trabajo, dice, y ¨²ltimamente su labor despierta la curiosidad de turistas, pero dice Gonz¨¢lez que ser¨¢ cuesti¨®n de tiempo que se jubile y nadie recoja el testigo. Luego, quedar¨¢n las maquetas que guarda de cada barco construido, que ya se han expuesto en alguna ocasi¨®n, y da ese componente cultural de un oficio que ha moldeado la personalidad de la comarca.
Sucedi¨® en Taramundi: en 1986 se abri¨® en esta localidad del occidente asturiano el primer hotel rural espa?ol, que despu¨¦s acogi¨® tambi¨¦n la primera escuela consagrada a formar profesionales en esta ¨¢rea. ¡°Un 80% de los proyectos que se han establecido en Espa?a tienen como ejemplo La Rectoral¡±, asegura Jes¨²s Mier, experto en turismo y uno de los responsables del desarrollo de los atractivos de esta zona. La Escuela Permanente de Turismo Rural, de la que Mier fue director, cerr¨® en 2005 despu¨¦s de formar a cientos de futuros responsables de complejos de todo el pa¨ªs, pero el hotel contin¨²a abierto como ense?a local en un edificio del siglo XVIII. ¡°All¨ª vivi¨® el cura hasta los a?os ochenta y el Principado la adquiri¨® para desarrollar su primer proyecto rural. Hasta entonces, en esa zona solo veraneaban los que ten¨ªan ra¨ªces en la tierra¡±, explica Mier, de 59 a?os, que dej¨® su trabajo en la Empresa Nacional Sider¨²rgica (Ensidesa) para dedicarse a esta nueva industria. ¡°Fue un antes y un despu¨¦s: cambi¨® su fisonom¨ªa y trajo prosperidad. La actividad artesanal se ha potenciado y dignificado¡±. Este establecimiento fue el primero en recibir el sello Casonas de Asturias hace 27 a?os y, adem¨¢s del hospedaje, cuida tambi¨¦n la gastronom¨ªa, ofreciendo el caracter¨ªstico pote asturiano con nabizas (las hojas del nabo), carnes de ternera, cerdo o cabrito. ¡°Y que lo hacemos con patatines¡±, remata Mier.
Terraza de La Rectoral de Taramundi.
Nieves Berm¨²dez.
Nieves Berm¨²dez hace cuchillos, como antes los fabricara su padre, como siguen haci¨¦ndolos tambi¨¦n su hermano y su sobrino. Lo llevan en la sangre porque, al fin y al cabo, como cuenta Berm¨²dez, Taramundi es tierra de hierro. Desde hace centurias se extrae mineral en la comarca y en el siglo XVIII aparecieron las fraguas en las riberas de afluentes del Eo que, aprovechando la fuerza del agua, mov¨ªan martillos de hasta media tonelada para forjar herramientas y aperos para el campo. La artesan¨ªa ha sido hist¨®ricamente muy importante en la zona y durante la d¨¦cada de los 90 se percataron de que cuchilleiros y navalleiros se acercaban a la edad de la jubilaci¨®n sin tener un relevo por lo que, en 1998, se cre¨® una sociedad para dar impulso a la actividad, la Cuchiller¨ªa de Taramundi. A ella se incorpor¨® Nieves en 2004. ¡°Generalmente, nos conocen a partir de visitas tur¨ªsticas, pero esos que se llevan cuchillos o navajas de aqu¨ª primero como mero recuerdo suelen ser los que luego nos hacen encargos, al comprobar la calidad¡±, cuenta Berm¨²dez, que explica que los precios de una navaja de Taramundi pueden oscilar entre los diez y los 200 euros, y que el coleccionismo en el sector juega un papel importante, as¨ª como los pasos que han dado desde 2010 para incrementar las ventas directas a trav¨¦s de Internet. ¡°Entre los 17 talleres artesanos de Taramundi, este a?o, con todo lo que ha sucedido, hemos hecho unos 50.000 cuchillos¡±.
Iker Nogales y Olga Busom dejaron en 2013 sus trabajos en la producci¨®n de series de televisi¨®n para montar en Santa Eulalia de Oscos un espacio donde ense?ar a hacer pan, cerveza, jabones, forja tradicional o quesos. ¡°Queremos recuperar oficios antiguos y mostr¨¢rselos a la gente, ense?arles a elaborar sus propios productos artesanalmente¡±, expresa Nogales. Sus cursos transcurren tanto en el aula como en el entorno y su duraci¨®n var¨ªa de unas pocas horas, como el de reconocimiento de setas y el de cestas, a un fin de semana, en el caso de los talleres de apicultura, o de fabricaci¨®n de cuchillos o forja, impartido por Friederich Bramsteidl.
Los cursos ¡°no tienen un objetivo profesional¡±. ¡°La idea es que luego, en casa, puedas hacer pan o queso¡±, a?ade. Son una buena excusa para perderse por el verdor de esta poco explorada zona del occidente asturiano. ¡°Los turistas se sorprenden de la tranquilidad reinante, de la posibilidad de hacer una ruta y no cruzarse con nadie¡±, completa.
Curso de apicultura de Artesanamente.
Selecci¨®n de ostras de Acueo en la playa de Castropol.
Las ostras de Acueo, en Castropol, se cr¨ªan en sacos anclados a mesas situadas a 150 metros de la orilla del mar, que emergen cuando baja la marea. As¨ª, parte de su vida transcurre fuera del agua. ¡°Eso hace que tengan el m¨²sculo m¨¢s desarrollado y se conserven frescas durante m¨¢s tiempo¡±, asegura Eduardo Mart¨ªn, bi¨®logo y fundador de la empresa que cultiva el manjar marino de manera ecol¨®gica dentro de la Reserva Natural de la R¨ªa del Eo. Mart¨ªn lleg¨® de Madrid a la costa asturiana a principios de los a?os 90 y descubri¨® el oficio de la mano de Carmen Vinjoy, una de las ¨²ltimas cooperativistas de la zona. Tras probarlo durante dos mareas decidi¨® asociarse con ella. En 1998 Vinjoy se retir¨® y Mart¨ªn cre¨® Acueo, la iniciativa empresarial a la que poco despu¨¦s se sum¨® Nuria N¨²?ez, madrile?a que se mud¨® de Londres a este pueblo de 3.500 habitantes. ¡°Vend¨ªamos casi toda la cosecha a Francia, hasta que en 2009 pusimos en marcha la tienda electr¨®nica¡±, comenta N¨²?ez. Entonces comenzaron a recibir pedidos de toda Espa?a. ¡°Cada semana seleccionamos lo que vamos a vender la siguiente¡±, explica N¨²?ez. Las ostras que pesan 70 gramos est¨¢n listas para comercializarse y cada a?o despachan entre 150.000 y 200.000 unidades. Su m¨¦todo de cultivo es diferente al de las tradicionales bateas gallegas, ya que las ostras pasan unas horas en seco cada d¨ªa y los sacos que contienen las ostras se voltean manualmente cuando baja la marea. ¡°Es un trabajo muy f¨ªsico¡±, apostilla Mart¨ªn. Ahora disponen de una peque?a terraza en la que puedes saborearlas mientras admiras la r¨ªa y la ensenada de La Linera y Figueras y escuchas la historia sobre c¨®mo se cultivan.
Juan Seijo es ingeniero de caminos y miembro de la Asociaci¨®n de Amigos del Camino de Santiago, una de las organizaciones que ha impulsado la recuperaci¨®n de esta ruta. Conoce muy bien Vegadeo y su entorno. Ha tenido 72 a?os para recorrer y retener en su memoria cada rinc¨®n de esta zona de Asturias, pese a que diez de ellos los pas¨® en Madrid. ¡°A m¨ª me gusta la naturaleza y estar a campo abierto¡±, puntualiza. Por eso, reconoce el valor del trazado medieval de la ruta del Camino de Santiago, que va desde Vegadeo y Santiago de Abres y contin¨²a hasta Trabada y Mondo?edo, ya en la provincia de Lugo (Galicia).
¡°Es una ruta tranquila, con una suave pendiente y est¨¢ a algo m¨¢s de 180 kil¨®metros de Santiago de Compostela¡±, describe Seijo. ¡°La gente de aqu¨ª ten¨ªa la ilusi¨®n de rescatar la historia¡±, a?ade. Poco a poco, la labor organizada de vecinos y personalidades del entorno hizo que el inter¨¦s por el Camino de la Costa, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2005, escalara tambi¨¦n en las Administraciones y pudiera completarse su recuperaci¨®n para el uso de los peregrinos.
Castillo del Pividal en Santiago de Abres, donde se inici¨® la recuperaci¨®n del Camino de Santiago por el norte de Espa?a.
Fina Garc¨ªa en Casa Barbeiro.
Las estancias por las que Fina Garc¨ªa correte¨® cuando era ni?a conforman hoy su casa de comidas en el concejo de Vegadeo. Ahora se apresura de un punto a otro de Casa Barbeiro para atender las comandas de las mesas, las del bar y las de la peque?a tienda de comestibles adyacente. Y estar pendiente de la cocina. ¡°Aqu¨ª servimos men¨² con platos de los dos lados del Eo: hay cocina gallega y asturiana¡±, subraya Garc¨ªa. Entre su oferta destaca un plato poco com¨²n: la lamprea, que tambi¨¦n cocina al estilo de una orilla y de otra. ¡°En la versi¨®n asturiana va en una salsa suave y tiene una textura especial, parecida a la de la anguila¡±, describe la cocinera de 48 a?os.
Decidi¨® montar un bar y una tienda cuando regres¨® a vivir con su padre tras fallecer su madre hace un cuarto de siglo. Una d¨¦cada m¨¢s tarde a?adi¨® el restaurante. ¡°Discurr¨ª la idea como un peque?o negocio familiar para mantenernos¡±, recuerda. Lo hizo en el local donde su padre hab¨ªa tenido antes una barber¨ªa, debajo de la casa de la familia, de ah¨ª el nombre. ¡°El de barbero fue uno de sus m¨²ltiples empleos, porque tambi¨¦n trabaj¨® de pescador, de ganadero y ya jubilado aprendi¨® a hacer caf¨¦ para ayudarme en el bar¡±, a?ade Garc¨ªa.
La historia de Sof¨ªa Caraduje, de San Mart¨ªn de Oscos, podr¨ªa ejemplificar la tenacidad con que unos cuantos ayudaron al mundo rural a repensarse desde los ochenta, cuando la despoblaci¨®n parec¨ªa irrefrenable. A trav¨¦s de su amiga, la hilandera Pilar Quintana, de Taramundi, entr¨® a formar parte de la Asociaci¨®n de Mujeres Campesinas de Asturias (AMCA). En diciembre de 1989 abri¨® la primera casa rural de la comarca de los Oscos, la quinta de Asturias. Pero no coloc¨® todos los huevos en esa cesta. ¡°Diversificar riesgos¡±, lo llama Caraduje, aunque confiesa que en el impulso que la llev¨® a querer perseverar en sus quehaceres labriegos y ganaderos hab¨ªa otro convencimiento: ¡°Nos hab¨ªan hecho creer que los que nos qued¨¢bamos en los pueblos ¨¦ramos los que no val¨ªamos para ir a ning¨²n otro sitio. Yo me niego a aceptar eso. Es m¨¢s: atesoramos un conocimiento valios¨ªsimo que hemos de preservar¡±. Desde 2002 su ganader¨ªa tiene certificaci¨®n ecol¨®gica y, adem¨¢s, ha ahondado en el conocimiento de las plantas medicinales y sus propiedades, heredado de su abuela y de su bisabuela. Hay turistas a los que Caraduje ya no considera tal, pues llevan d¨¦cadas visit¨¢ndolos, y son ya amigos con los que comparten ratos en la huerta o largas sobremesas. ¡°Es un momento propicio para el regreso al mundo rural, pero para que la gente sea capaz y no abandone a los dos o tres a?os, es necesario que se empape de ese conocimiento que nosotros podemos transmitir. Aqu¨ª, no puedes desear algo y tenerlo de inmediato¡±. Una sensaci¨®n de calma y bienestar que Caraduje, al tel¨¦fono, resume as¨ª: ¡°Ahora mismo estoy con las vacas. Del otro lado est¨¢n las gallinas, los gatos remolonean por ah¨ª. Al fondo, veo el r¨ªo. Estoy a gusto aqu¨ª¡±.
Sof¨ªa Caraduje con su ganado.
Gideon y Laura en Mazo de Mon.
Gideon Kuitenbrouwer y Laura Cu¨¦llar, en 2002, hac¨ªan senderismo por una ruta que los llev¨® al Mazo de Mon, una aldea abandonada por sus ¨²ltimos pobladores en 1996, situada en un valle rec¨®ndito de San Mart¨ªn de Oscos, con un microclima que, extra?o en la zona, permite el cultivo de vid o naranjos, y donde pueden verse alcornoques o madro?os. Aquello dio un vuelco a sus vidas. Pol¨ªglotas ambos, hab¨ªan rodado por medio mundo y, de pronto, supieron que estaban ante el lugar donde quer¨ªan asentarse para vivir seg¨²n los preceptos de la permacultura, un sistema de principios seg¨²n el cual arquitectura, agricultura o fuentes de energ¨ªa deben ser no solamente sostenibles sino estar dise?adas en base a lo que el entorno ofrece.
Kuitenbrouwer es un experto artesano y Cu¨¦llar ya hab¨ªa trabajado en entornos monta?osos y rurales, como los de los Pirineos. Adquirieron varias casonas que poco a poco han ido restaurando, siempre respetando los materiales aut¨®ctonos y los modos de hacer tradicionales y, en este tiempo, han conseguido que una aldea deshabitada que no dispuso de acceso para veh¨ªculos hasta que en 2006 el Principado construy¨® una pista forestal sea ya autosuficiente energ¨¦ticamente y disfrute de agua corriente. Sus terrenos son ecol¨®gicos, tienen colmenas y ganado, e incluso abrieron una Casa de Aldea, un alojamiento para turistas a los que ofrecen rutas etnogr¨¢ficas. Para ambos es muy importante lo que denominan ¡°inserci¨®n rural¡±, la preservaci¨®n de todo ese conocimiento en severo riesgo de desaparici¨®n cuya ense?anza podr¨ªa posibilitar que en otras personas prendiera su ejemplo y pudieran continuar con la repoblaci¨®n sostenible de zonas rurales.