De postureo para ricos a cicerone de gimnasio: ?para qu¨¦ sirve (de verdad) un entrenador personal?
Aunque meter a ¡®tu preparador¡¯ en tus conversaciones sobre salud suene bien, sus servicios no son imprescindibles. Eso s¨ª, en su justa medida pueden hacer maravillas
Hace un tiempo, dejar caer las palabras mi abogado (o mis abogados, para m¨¢s ¨ªnfulas) era una de las maneras m¨¢s r¨¢pidas de atraer la atenci¨®n en una conversaci¨®n. Poco importaba sobre qu¨¦ se estaba hablando, solo una persona importante o con una notable osad¨ªa las pronunciar¨ªa. Solo alguien importante¡ Ya no impresionan a nadie ¡ªahora, de hecho, suelen producir sonrojo¡ª pero han nacido otras f¨®rmulas que recuerdan aquella por su efecto elevador del estatus. Algunas pertenecen al cada vez m¨¢s importante universo del ejercicio f¨ªsico, en el que destacan las palabras mi entrenador. No cabe duda de que confieren prestigio instant¨¢neamente; a los buenos se los rifan en Hollywood y en el deporte de ¨¦lite. Pero es que hasta el vecino del cuarto aprovecha cada ocasi¨®n para soltarte el ¨²ltimo consejo de su entrenador en el descansillo. Y t¨² te preguntas: ?para qu¨¦ pagar a alguien que solo te pone a sudar? Si cualquiera puede atarse las zapatillas y hacer ejercicio por su cuenta...
Jos¨¦ Miguel del Castillo, entrenador personal y asesor del Consejo General de la Educaci¨®n F¨ªsica y Deportiva de Espa?a, justifica la utilidad del servicio con un sencillo argumento: ¡°Si Rafael Nadal o Pau Gasol siguen confiando en su preparador f¨ªsico, por algo ser¨¢¡±. Vale, sin objeciones. Pero t¨² no te ganas la vida haciendo deporte, ni siquiera tienes inter¨¦s en participar en la San Silvestre de tu pueblo, solo quieres estar en una forma f¨ªsica aceptable, solo buscas tener la mejor salud posible¡ ?T¨² tambi¨¦n lo necesitas?
La respuesta corta es no. ¡°No es imprescindible¡±, reconoce Del Castillo. Pero hay muchos matices que invitan a una deliberaci¨®n m¨¢s atenta: ¡°Mucha gente no sabe por d¨®nde empezar a la hora de hacer ejercicio, o hace siempre lo mismo y se aburre (y lo deja), o tiene una enfermedad, lesi¨®n o condici¨®n especial que determina que no todo valga para ellos (el monitor del gimnasio no te pedir¨¢ anal¨ªticas, pruebas de esfuerzo, un informe del fisioterapeuta¡ el preparador, s¨ª). Si a estas personas les orienta un entrenador se ahorran meses de actividades equivocadas o mal realizadas¡±. No es poca cosa: el ejercicio mal enfocado no te acerca a tus objetivos, ya sean adelgazar pasados los 40 o mejorar tu marca personal, y una rutina mal hecha bien puede conducir a una lesi¨®n.
Tener un preparador f¨ªsico no significa estar acompa?ado cada vez que haces una sentadilla, a no ser que tengas mucha prisa por alcanzar un objetivo y ninguna preocupaci¨®n por hacer un gran desembolso (?a que el vecino del cuarto nunca te ha dicho cu¨¢ntas veces al mes ve a su entrenador?). Lo que no sabe todo el mundo es que, a peque?as dosis, estos profesionales tambi¨¦n pueden ayudar mucho. Quienes son suficientemente cuidadosos para no acabar lesionados, por ejemplo, necesitan conocer bien la t¨¦cnica, y hacerlo con la compa?¨ªa de alguien que los corrija hasta que la hayan interiorizado. Las personas que no han hecho ejercicio en su vida y quieren empezar a una edad madura tambi¨¦n necesitan un gu¨ªa que se ocupe de trazar un plan de entrenamiento y descanso, aparte de calibrar la intensidad adecuada.
Luego hay quien no tiene mayor reto que mantener las lorzas a raya y el colesterol bajo control, y que muchas veces ya sabe c¨®mo hacer los ejercicios. En esos casos, el asesoramiento puntual no est¨¢ de m¨¢s. ¡°Bastar¨ªa consultar a un preparador f¨ªsico cada 4 o 6 semanas, para que le orientase sobre su entrenamiento. As¨ª se evitan un estancamiento o abandono por aburrimiento¡±. Conviene tomarse tiempo para elegir bien, pues no todos los que se ofrecen como preparadores f¨ªsicos est¨¢n adecuadamente preparados (en Espa?a, los entrenadores personales deben tener la carrera de Ciencias de la Actividad F¨ªsica y del Deporte, pero hay mucho intrusismo).
Los perfiles algo m¨¢s ambiciosos, como el de los deportistas populares con algo de experiencia, de los que bajan la guardia unos meses y luego aprietan para preparar un marat¨®n o una Spartan Race, tambi¨¦n se benefician de los servicios puntuales de un preparador f¨ªsico. En estos casos, un plan personalizado permite adecuar las rutinas a la prueba que hayan elegido. Aqu¨ª el riesgo es caer en la tentaci¨®n de reciclar planes de trabajo antiguos, lo cual es un error porque, como deportista, uno nunca es el mismo: ¡°No se trata de repetir cada a?o el mismo programa. Hay que dar algunos retoques para actualizarlo al estado del deportista e ir acomod¨¢ndolo mes a mes a su estado real¡± mientras dura el plan. Por ejemplo, si la preparaci¨®n para un marat¨®n es de 12 semanas, tres visitas deber¨ªan ser suficientes.
Eso s¨ª, en el caso de querer aprender un entrenamiento totalmente nuevo hay que volver a la casilla de salida: acompa?amiento total hasta interiorizar los nuevos ejercicios. Es importante tener en cuenta que tras la labor de los entrenadores personales hay una base cient¨ªfica importante que no todo el mundo puede comprender, y que un buen profesional actualiza constantemente (si el tuyo te dice que sigas con las lesivas abdominales de toda la vida y haciendo el superm¨¢n, quiz¨¢ debas buscarle un sustituto...).
La cabeza tambi¨¦n se entrena
En el ejercicio, como en la dieta, si hay una palabra que marca la diferencia entre quienes hacen de ellos una fuente de salud y las personas que solo consiguen frustraci¨®n es adherencia. O sea, la capacidad de incorporar un entrenamiento determinado a la rutina como un h¨¢bito de vida. En este apartado los entrenadores pueden ayudar mucho, y para las personas m¨¢s inconstantes llegan a ser determinantes.
¡°Cuando te orienta un buen profesional capacitado ves resultados, pero tambi¨¦n te sientes apoyado y tienes m¨¢s motivaci¨®n, una clave en la adherencia de un programa a largo plazo¡±, asegura Del Castillo. A quienes tienen dificultades para adherirse, tener un preparador cerca les viene bien incluso en cada visita al gimnasio. El hecho de que te ayude a entrenar tres veces a la semana no es muy determinante en el plano f¨ªsico, pero s¨ª en el psicol¨®gico. Quien pueda permit¨ªrselo tambi¨¦n tiene en la psicolog¨ªa una raz¨®n para pedirle que te visite en casa: para alguien que nunca ha pisado un gimnasio, verse rodeado de portentosos levantadores de pesas puede resultar intimidante.
Pero en cualquier centro deportivo hay monitores de sala que pueden orientarte acerca de qu¨¦ puedes hacer para lograr tus objetivos, ya sean licenciados en Ciencias de la Actividad y el Deporte o t¨¦cnicos de fitness. Eso va en la cuota del gimnasio. ?Para qu¨¦ llevarte tu propio entrenador? ¡°Si no conocen tus caracter¨ªsticas, tu condici¨®n m¨¦dica o tus necesidades, ser¨¢n consejos ¨²tiles pero m¨¢s generales. Y que una m¨¢quina cuente las repeticiones o sepamos cargarla adecuadamente no genera una gran utilidad. Si no lo personalizas, puedes estar perdiendo el tiempo. Por eso hay clientes que contratan a un entrenador personal incluso dentro del gimnasio¡±.
Por otra parte, ¡°si entrenas siempre de la misma manera no mantendr¨¢s tu estado de forma, sino que lo reducir¨¢s con el paso del tiempo", dice Del Castillo. "Un ejemplo es mi suegro Marcial ¡ªcontin¨²a¡ª. Lleva a?os haciendo exactamente el mismo recorrido para andar, a la misma hora y al mismo ritmo de marcha. Ese est¨ªmulo, en su zona de confort, cada vez le supone un menor desaf¨ªo fisiol¨®gico. Su estado de forma no solo no mejora, sino que decrece. Es un error creer que mantenerse en forma no necesita planificaci¨®n¡±, dice Del Castillo. Y lo suyo es que est¨¦ hecha a medida. Como un traje que te pones una vez al mes: ?compensa o no el gasto extra?
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