Cien d¨ªas de huelga en Panrico
Trabajadores de Santa Perp¨¨tua y empresa se enrocan en un conflicto judicializado, mientras planea la amenaza de cierre de la planta
¡°Solidaritat amb els companys de Panrico¡±. 22 kil¨®metros separan esta pintada, en una tranquila calle del barrio del Guinard¨® de Barcelona, de la planta de Santa Perp¨¨tua de Mogoda (Vall¨¨s Oriental) de donde durante d¨¦cadas han salido Donuts, Bollycaos o pan de molde. La huelga de 200 de los 350 empleados de la f¨¢brica en protesta contra 154 despidos cumple este martes 100 d¨ªas. El paro va camino de superar al de 103 d¨ªas que protagonizaron los empleados de la metal¨²rgica Laforsa de Cornell¨¤ entre noviembre 1975 y febrero de 1976 y que finaliz¨® con la readmisi¨®n de todos ello.
Pese a las constantes muestras de solidaridad con los trabajadores, las donaciones a la caja de resistencia, o la de algunos despedidos que siguen acudiendo a la planta a apoyar a los piquetes, la huelga est¨¢ enconada. Hay procesos cruzados en los juzgados: Panrico ha denunciado la huelga por ilegal y los trabajadores han impugnado el ERE. Mientras tanto, la amenaza de cierre sigue planeando. Nadie cede.
Los trabajadores creen que est¨¢n pagando el pato de sucesivos errores e inversiones fallidas de varias direcciones, se consideran agraviados porque ya sufrieron despidos y una rebaja salarial el a?o pasado, y porque los despidos de Santa Perp¨¨tua suponen casi la mitad del ERE. La direcci¨®n reitera que el expediente era necesario para salvarse y que no hay nada que hablar.
Y justo cuando el d¨ªa 10 la Generalitat hab¨ªa vuelto a sentarles y les hab¨ªa citado para el lunes, un grave incidente que finaliz¨® con un miembro del comit¨¦ de huelga detenido rompi¨® de nuevo el di¨¢logo. Tampoco es buena noticia la marcha de la Generalitat a la consultora PwC de quien ha mediado durante meses en el conflicto, el secretario de Relaciones Laborales, Ramon Bonastre.
La crisis de Panrico tiene mil aristas que la hacen muy compleja. Desde la radicalidad que muestran algunos huelguistas (hay 750 denuncias presentadas contra los piquetes que intentan evitar el reparto de productos fabricados fuera de Catalu?a); hasta el poco control de la situaci¨®n actual por parte del comit¨¦ de empresa (CC?OO), cuestionado por moderado por algunos compa?eros y por radical por la direcci¨®n del sindicato
La federaci¨®n agroalimentaria de Madrid ha expedientado a la direcci¨®n del comit¨¦ de Santa Perp¨¨tua, que ha cometido errores de bulto, como no hacer constar en la firma del ERE que se opon¨ªan a lo acordado. El comit¨¦, presidido por Gin¨¦s Salmer¨®n, no ha velado por mantener a la plantilla unida: hace semanas que no se celebra una asamblea, por ejemplo. Adem¨¢s, no hay una estrategia sobre qu¨¦ hacer, y no pocos huelguistas reconocen en privado que siguen ¡°por inercia¡±.
?En Catalu?a, la c¨²pula de la organizaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de algunas cr¨ªticas al ¡°chantaje¡± de la empresa, ha mirado para otro lado. UGT est¨¢ desaparecida en este conflicto tras la brecha que caus¨® entre los empleados el refer¨¦ndum de hace dos a?os, en el que los trabajadores de las oficinas aprobaron una rebaja salarial que afectaba a la de los de producci¨®n.
En el lado de la empresa, el propietario de Panrico, el fondo Oaktree, aprieta al consejero delegado, Carlos Gila, para que cierre la f¨¢brica vallesana. Gila jug¨® a la perfecci¨®n la estrategia del ¡°divide y vencer¨¢s¡±: puso sobre la mesa de negociaci¨®n del ERE un documento con el n¨²mero de despidos por plantas, de forma que logr¨® de inmediato el voto favorable de las menos perjudicadas, que aislaron la protesta de la f¨¢brica de Santa Perp¨¨tua. Demasiado tarde para unir una plantilla que en a?os anteriores ha sido incapaz de firmar un ¨²nico convenio de empresa.
Pero pese a que Panrico ha seguido vendiendo en Catalu?a, la huelga le est¨¢ costando muy cara: es cierto que se ahorra unos costes laborales que la compa?¨ªa tacha de desmesurados, pero est¨¢ pagando los de transporte de productos desde Madrid, Valladolid y C¨®rdoba hasta Catalu?a, adem¨¢s del alquiler de almacenes en la Zona Franca y la inmovilizaci¨®n por parte de los piquetes de parte de la producci¨®n.
La direcci¨®n retir¨® la solicitud de preconcurso de acreedores la semana pasada, porque en teor¨ªa los recortes han mejorado su situaci¨®n econ¨®mica, pero sigue teniendo problemas para pagar a los proveedores, seg¨²n las mismas fuentes.
Precisamente la imposibilidad de pagar a los proveedores debido a la delicada situaci¨®n de las cuentas de Panrico est¨¢ en el origen de esta ¨²ltima crisis de la empresa. A comienzos de septiembre, el fondo Oaktree relev¨® como consejero delegado a Joan Casaponsa y en su lugar nombr¨® a Carlos Gila, conocido por la gesti¨®n de otras empresas en crisis como Sintel o La Seda. Sin deuda, pero con 700 millones de p¨¦rdidas acumuladas, el 17 de septiembre Gila anunciaba la suspensi¨®n del pago de n¨®minas para pagar a proveedores. Una semana m¨¢s tarde, el 25, presentaba un plan de reducci¨®n de 50 millones de gastos que pasaba por el despido de 1.900 personas (entre plantas y repartidores) y una rebaja salarial del 45%.
En paralelo, se acogi¨® al preconcurso, para ganar tiempo, y present¨® y negoci¨® el ERE, que se firm¨® el 26 de noviembre con una cifra final de 745 despidos. Los representantes de Santa Perp¨¨tua se levantaron de la mesa y no firmaron, pero su oposici¨®n no consta en ning¨²n papel. De forma que, negro sobre blanco, est¨¢n en huelga contra un ERE que est¨¢ formalmente firmado y cerrado.
Gila asegura que no quiere cerrar, pero que presiones de los ingleses no le faltan. Tambi¨¦n rechaza poner en venta la f¨¢brica y fuentes del mercado mantienen que no la comprar¨ªa nadie y que la necesita para que no se le disparen los costes y lo que se ahorre en personal se lo gaste en transporte. ¡°A su manera, est¨¢ haciendo un esfuerzo¡±, dice alguien que le conoce bien. A su manera ejecuta los despidos: ingresa el finiquito a los afectados, que d¨ªas despu¨¦s reciben la carta de comunicaci¨®n.
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