La contrarreforma del paisaje
Con la excusa de la crisis, el poder alienta el desarrollismo, la destrucci¨®n de los motivos que generan el deseo de habitar, ver, mirar y visitar un entorno
En Brasil quemaron selva, deforestaron parte de su Amazonia, sembraron soja y cosecharon semillas para producir biodi¨¦sel. Tienen tierras desiertas con polvo y latifundios uniformes sin pobladores nativos, ¨¢rboles, plantas, animales, sin la riqueza de biodiversidad y su para¨ªso.
Hace m¨¢s de tres d¨¦cadas, en Baleares, durante una de las c¨ªclicas sobredosis de desarrollismo salvador con urbanizaciones y m¨¢s oferta, un capitalista, el copropietario de la Banca March, Juan March III, advirti¨® del riesgo de la sobre explotaci¨®n compulsiva del paisaje, de la auto inmolaci¨®n. Aludi¨® al ¡°pan para hoy y hambre para ma?ana¡±.
El poder pol¨ªtico-patronal est¨¢ en su apostolado: cree que todos los parajes son minas de oro inmobiliario y tur¨ªstico, que todo cuanto se ve puede ser parcelado para hoteles, chalets, campos de golf y macro centros comerciales. Con esta mirada y ¡ªtolerancia social¡ª se arras¨® sin sentido ni mesura el borde del mar y m¨¢s all¨¢.
Los propietarios March han predicado con el ejemplo ¡ªen este campo¡ª, por privacidad e inter¨¦s no han explotado sus tierras en la costa y los montes. Juan March, el nieto, en los 80, aport¨® en vano la tesis de la moderaci¨®n sobre el apostolado del crecimiento en espiral. En lo pol¨ªtico, su casa opt¨® por la inercia del pasado y apoy¨® la alianza a la derecha del primer Gobierno auton¨®mico de Alianza Popular (PP) con Uni¨® Mallorquina (UM), con el inter¨¦s del conservador del rico Abel Matutes, sempiterno urbanizador.
El banquero March habl¨® mientras exist¨ªa la inicial amenaza de la urbanizaci¨®n de Es Trenc, la playa joya, un capital popular salvado por la presi¨®n social. Hoy el arenal gigante es atractivo para el negocio com¨²n, est¨¢ en uso masivo y siempre es acechado. Los bordes de su ¨¢rea natural sufren la fiebre de proyectos salvadores de la patria chica, Campos. Ahora es el macrohotel de Sa R¨¤pita.
La alerta del pan-para-hoy-hambre-para-para-ma?ana es vigente. La idea medicinal ten¨ªa autor. En su origen la advertencia fue del socialdem¨®crata alem¨¢n Helmut Smchidt. March lo cit¨®. Consumir tu alimento a dentelladas (capital/paisaje) provoca un hartazgo y una gran miseria.
Agotar las reservas, el medio y la entidad del pa¨ªs, conduce al colapso, al hundimiento. Se crece pero se destroza el formato del paisaje y el estilo de vida. Es una acci¨®n suicida porque destruye los motivos que generan sensaciones personales intangibles, emocionales, el deseo y el placer de ver y mirar, habitar o visitar un entorno. Eso es, la vida, y el turismo.
En esa ¨¦poca gris, de hambre, sin figuraciones porque la crisis tiene efectos brutales, retorna la necesidad de apelar a la contenci¨®n, al freno ante las pasiones expansivas. Las excavadoras, el pa¨ªs en obras privadas, son vistas por el poder como ¨¢ngeles, panaceas contra todos los males, son el simb¨®lico pan de hoy.
Con la excusa de luchar contra la hecatombe econ¨®mico laboral, todo vale, se apela a la necesidad de consentir grandes construcciones tur¨ªsticas y comerciales, porque ¡ªdicen¡ª son inversiones que crean puestos de trabajo y generan riqueza.
Es el nuevo progreso que se pregona y retorna. Toda reflexi¨®n o alegato proteccionista son descalificados por contra sociales. La neorealidad lleg¨® urgente: urbanizaciones, asfalto, cemento, diques, puertos, clubes n¨¢uticos y tarifas disparatadas. Lo p¨²blico tiene un precio caro.
Es la apoteosis de la econom¨ªa libre, la explotaci¨®n privada del ¨¢mbito com¨²n ¡ªla calle, la costa, el mar¡ª, la oferta y demanda contra la pervivencia de espacios de inter¨¦s general. El refugio-hotelito de Cabrera es un detalle.
Todas las licencias son expr¨¦s, se hacen leyes de manga ancha que autorizan lo inimaginable, deshacen el orden y legalizan lo furtivo. Se liberan trabas de protecci¨®n en zonas cuya integridad gan¨® la sociedad. Una baldosa de suelo r¨²stico en Ibiza ser¨¢ edificable.
La demagogia es el eje del discurso oficial, hiriente. Se apela al bolsillo, al fantasma de las indemnizaciones y se revitalizan urbanizaciones anuladas por insolentes, hijas el boom destructor.
Sucede una derrota, es una contra reforma, otra reconquista urbanizadora. La respuesta de la sociedad que pierde derechos no nace, queda nublada por el frente ¨²nico de combate cultural educativo, justo, que alude a las esencias simb¨®licas.
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