A vueltas con los festivos
Todos lo sabemos y no s¨¦ por qu¨¦ no conseguimos arreglarlo. Quiz¨¢ se deba a que la probabilidad de que los d¨ªas festivos continuados nos influyan de forma negativa es peque?a aunque, si el perjuicio ocurre, el da?o experimentado sea grande. Pensemos en los que soportan la coincidencia de una enfermedad o un ingreso hospitalario con una semana de fiestas y vacaci¨®n para todos. O recordemos las opiniones que se oyen en los pasillos de los hospitales y cl¨ªnicas donde domina el ¡°no se puede uno poner enfermo en vacaci¨®n¡±.
En algunos servicios b¨¢sicos, el sistema de d¨ªas festivos y de vacaciones no est¨¢ bien gestionado en ¨¦pocas como Semana Santa, Navidades o incluso cuando se celebran las semanas grandes en torno a la festividad de la Virgen. Es una obviedad decir que el que trabaja tiene derecho al descanso. Lo que no es tan obvio es por qu¨¦ todos tenemos que disfrutar de este descanso al mismo tiempo.
Hay razones a favor de la confluencia de las fiestas para todos. A nivel empresarial, por ejemplo, puede ser conveniente que una f¨¢brica se cierre en agosto y que las vacaciones de todo el personal se concentren en este mes. Es tambi¨¦n evidente que coincidir con las vacaciones escolares de los hijos puede ser un motivo que explique coincidencias en las vacaciones. Pero, ni todos los trabajadores tenemos hijos en edad escolar ni es tan dif¨ªcil aceptar que en Semana Santa, en Navidad y en verano hay d¨ªas suficientes de vacaciones escolares como para que nos vayamos turnando en las fechas sin necesidad de que todos descansemos al mismo tiempo.
Debe de ser muy dif¨ªcil gestionar este asunto o quiz¨¢ sea que los que tienen la capacidad de analizar el problema no lo consideren relevante. Probablemente piensan que, con los servicios m¨ªnimos, se mantiene un nivel de prestaci¨®n razonable. A mi juicio esta es una hip¨®tesis demasiado optimista. Lamentablemente cuando nos enfrentamos a problemas se-rios y urgentes los servicios m¨ªnimos pueden no ser suficientes. Lo saben los que tiene familiares ingresados en residencias, cl¨ªnicas, hospitales. Y lo saben otros muchos ciudadanos que precisan de otros servicios que no est¨¢n disponibles cuando los festivos se acumulan.
Reina el optimismo con el sistema hasta que el acontecimiento no previsto ocurre y entonces todo se ve de otra manera. La frase, hemos de aguantar las colas porque estas se deben a que ha habido muchos d¨ªas festivos deber¨ªa desaparecer del vocabulario por innecesaria. No es m¨¢s que una demostraci¨®n de un sistema ineficaz, de una organizaci¨®n social absurda y de un reparto del trabajo-vacaci¨®n-festivo que perjudica a muchos y, lo que es peor, a los que tienen mala suerte.
Recuerdo cuando hace muchos a?os cruzar Francia en agosto era una aventura. Todo, absolutamente todo, estaba cerrado. Los hoteles, las tiendas, los bares... Incluso no se hac¨ªan operaciones que resultaban ser urgentes porque era el d¨ªa de la fiesta nacional. Era brutal. Tambi¨¦n a ellos debi¨® parecerles porque decidieron cambiar de sistema y turnarse en las vacaciones. Ahora, en Francia se puede viajar sano o enfermo, con apetito o sin ¨¦l.
Recuerdo, tambi¨¦n, los domingos de Inglaterra intentando descubrir la campi?a inglesa sin poder encontrar un lugar donde comer un s¨¢ndwich o tomar un t¨¦. Esto es ya, afortunadamente, historia.
Es importante garantizar que la eventualidad de que hechos con peque?a probabilidad de ocurrencia y que, cuando acontecen, producen da?os substanciales, se minimicen. En el ¨¢rea de los servicios p¨²blicos y en otras ¨¢reas. Los servicios m¨ªnimos que yo conozco no parecen ser una soluci¨®n. No garantizan que la prestaci¨®n de servicios b¨¢sicos se corres-ponda con lo que una econom¨ªa desarrollada puede y debe proveer.
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