El entierro de la sardina
Sin nombre y con un carn¨¦ caducado hasta que a la direcci¨®n se le ocurra algo. ¡°Ahora s¨ª que no somos nada¡±
No es mi¨¦rcoles ni hay ceniza. Tampoco est¨¢ claro si empieza o termina el carnaval pol¨ªtico para CDC, pero el partido se re¨²ne para enterrar a la vieja sardina. Cambio de nombre, colores y siglas. Pero el pasado es tozudo y en las tres primeras filas est¨¢n los mismos de siempre. Solo el president Puigdemont, a quien nadie aqu¨ª es capaz de situar en este friso de tiempo ¡ª?es futuro o es pasado?¡ª, aporta el desconcertante elemento espacio-temporal en un auditorio encanecido[?]. A partir de aqu¨ª, comienza el entierro a puerta cerrada. Dentro, suceder¨¢n cosas muy extra?as.
Desde el pasillo, es tentador recurrir a Lampedusa y al gattopardismo para explicar este congreso con aquello de ¡°que todo cambie, para que todo siga igual¡±. Pero la realidad es que m¨¢s all¨¢ de esta estrategia de transformismo, la historia ha quedado subvertida. Oriol Pujol ¡ªimputado por cohecho¡ª no heredar¨¢ el puesto en el partido de su padre ¡ªimputado tambi¨¦n por blanqueo¡ª que le hab¨ªan reservado; Artur Mas, cuyo ideario rese?aba no hace tanto el independentismo como algo anticuado, es hoy independentista; y Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya, el partido de la estabilidad, termin¨® implosionando y dejando como ¨²nico testigo de los a?os de esplendor a Joana Ortega en un showroom de moda italiana en la calle Tuset. El tiempo pasa y la vida nos cambia. Pero nadie imagin¨® que tanto, ni tan r¨¢pido.
A todo esto, CDC seguir¨¢ como estructura jur¨ªdica casi metaf¨ªsica comentan en los pasillos. Una especie de banco malo donde volcar marrones: corrupci¨®n, malos rollos... Un zombie, en suma. Porque a las 18.30 termina su entierro. Un partido y 42 a?os finiquitados. Aplausos. Los mayores descansan en los sof¨¢s. Los j¨®venes conspiran y al otro lado de los cristales, la gente normal vuelve de la playa con la toalla. Nadie imagina lo que est¨¢ a punto de suceder.
Hasta las 21.00 el nuevo partido no nacer¨¢. No hay nombre ni estructura. Le han pagado a una agencia para que invente algo brillante. Pero cuando la gente descubre que no hac¨ªa falta tantas alforjas para este viaje ¡ªla ocurrencia es Catalans Convergents i M¨¦sCatalunya¡ª, se monta el esc¨¢ndalo. CDC se convierte en la CUP y decide no decidir acosada por el guirigay. Lo que sigue es un fen¨®meno paranormal: sus viejos integrantes quedan suspendidos sine die en un limbo entre dos partidos. Sin nombre y con un carn¨¦ caducado hasta que a la direcci¨®n se le ocurra algo. ¡°Ahora s¨ª que no somos nada¡±, lamenta un militante palp¨¢ndose la acreditaci¨®n.
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