Un bosque en plena ciudad
M¨¢s de 70 especies de aves habitan en los terrenos que fueron cedidos por Alfonso VII en 1152
El parque de la Dehesa de la Villa, en el noroeste de Madrid, ocupa los terrenos de lo que antiguamente era conocido como el monte de Amaniel, una superficie cedida a la ciudad en 1152 por el rey Alfonso VII. El nombre se deb¨ªa al guarda mayor de los bosques que integran las instalaciones, Lope de Amaniel, que cuid¨® las tierras durante el reinado de Enrique II (siglo XIV).
Esta zona de 64 hect¨¢reas conserva la condici¨®n de bosque, con numerosos ¨¢rboles que forman una frondosa extensi¨®n verde y varias zonas sin ajardinar. Adem¨¢s, desde el mirador del cerro de los Locos se observa toda la parte oeste de la ciudad. La Dehesa (en la que hay m¨¢s de setenta especies de aves) ha ido perdiendo terreno a ra¨ªz de las cesiones para otros fines, como la construcci¨®n de la Ciudad Universitaria o el Canal de Isabel II.
El paseo del Canalillo atraviesa el parque de norte a sur entre los pinos. Estos ¨¢rboles son los m¨¢s numerosos y se plantaron para repoblar el terreno durante el reinado de Isabel II, caracterizando as¨ª a la Dehesa frente a las especies habituales, como las encinas o los alcornoques. El trazado del paseo en aquella ¨¦poca conduc¨ªa las aguas del Canal de Isabel II hasta el palacio de la Moncloa. Hoy en d¨ªa ese sendero es utilizado por muchas personas para correr, practicar ejercicio (hay carteles que anuncian clases de pilates y yoga repartidos por el parque) e incluso dar un agradable paseo, ya que durante el caluroso mes de agosto, y sobre todo despu¨¦s de las ¨²ltimas lluvias, es posible caminar pr¨¢cticamente en soledad, escuchando tan solo el ruido de los p¨¢jaros.
La Dehesa de la Villa est¨¢ muy relacionada con el agua. En el terreno est¨¢n presentes restos de parte del sistema de conducciones y dep¨®sitos que se construyeron entre 1614 y 1616 y que suministraban agua a las fuentes de la ciudad. Los visitantes pueden observar en algunas zonas del parque los capirotes de piedra que quedan de aquella ¨¦poca. La Dehesa tambi¨¦n mantiene vestigios de fortines y trincheras de la Guerra Civil, ya que fue parte del frente que se ubic¨® en la Ciudad Universitaria durante el conflicto.
Otro punto importante y que atraviesa dos kil¨®metros del terreno es uno de los ramales de la denominada Senda Real (cuyo origen se sit¨²a en el siglo XV), que comunica Madrid con la sierra de Guadarrama, el monte de El Pardo, Tres Cantos, Colmenar Viejo y Manzanares el Real. A trav¨¦s de este camino se puede acceder a puntos importantes de las instalaciones como el mirador, la senda bot¨¢nica o la fuente de la Tomasa: en realidad, el nombre es el vestigio de una fuente antigua, que hoy sirve para el anidamiento de aves.
El parque ha vivido y cambiado mucho de aspecto desde la cesi¨®n de los terrenos, en 1152. A finales del siglo XV, los pastos de la antigua Dehesa de Amaniel se acotaron para uso del ganado destinado al consumo de los madrile?os. En esa ¨¦poca los terrenos eran de cerca de 160 hect¨¢reas. Pasados unos a?os, en 1861, el Ayuntamiento vendi¨® unos 980.000 metros cuadrados al Estado. Pero como nunca tom¨® posesi¨®n del terreno, fueron devueltos en 1901 al Consistorio para darle un uso p¨²blico.
El observatorio
El observatorio de aves es tambi¨¦n uno de los rasgos diferenciadores de la Dehesa. Esta instalaci¨®n se sit¨²a en una vaguada por la que antiguamente pasaba un arroyo, y en ella los zarzales y espinales dan ahora cobijo a los p¨¢jaros, al mismo tiempo que los fresnos, chopos y ¨¢lamos sirven para el anidamiento y resguardo de las aves. Algunas de las especies m¨¢s abundantes son el petirrojo, el carbonero, el mirlo o el gorri¨®n, que vuelan bajo entre la vegetaci¨®n y a veces son perseguidos por algunos ni?os, como Antonio y Alberto, que no paran de saltar extendiendo sus brazos para poder alcanzarlos.
La antigua carretera de la Dehesa (formada por curvas cerradas) fue testigo de diversas pruebas deportivas. Una de las m¨¢s populares era la subida a la Dehesa de la Villa para coches y motos, que se celebraba a mediados del siglo XX. Tiempo m¨¢s tarde, en 2004, la carretera se cerr¨® al tr¨¢fico y por este espacio, que ahora es un carril bici, circulan cada d¨ªa numerosos ciclistas. Este paseo no har¨ªa pensar que la Dehesa est¨¦ dentro de una ciudad como Madrid, si no fuera porque se divisan desde el parque el ic¨®nico faro de Moncloa, la Casa de Campo y, en el horizonte, la sierra de Guadarrama.
Los datos
Superficie. 64 hect¨¢reas.
Administraci¨®n. Ayuntamiento de Madrid.
Horario. Abierto las 24 horas. Entrada gratuita.
Puntos de inter¨¦s. Observatorio de las numerosas especies de aves que habitan en el parque, el cerro de los Locos, capirotes del viaje de agua, la fuente de la Tomasa, la Senda Real, el paseo del Canalillo, la antigua carretera, el centro de educaci¨®n ambiental y el monumento al humanista latino Andr¨¦s Bello.
C¨®mo llegar. Metro (l¨ªnea 7) y autob¨²s (44, 64, 82, 126, 127 y 132).
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