Certezas patri¨®ticas, penuria social

El discurso pronunciado por el president Quim Torra en el Debate de Pol¨ªtica General fue aclamado por una parte de esa Catalu?a que vota y se siente independentista. Firm¨® el certificado de defunci¨®n de la justicia, que, por cierto, en 1985 hab¨ªa extendido Alfonso Guerra con su ¡°Montesquieu ha muerto¡±. Luego descalific¨® a la democracia espa?ola e hizo una defensa cerrada de los acusados de terrorismo e ingresados en prisi¨®n, integrantes de los Comit¨¦s de Defensa de la Rep¨²blica. No fue una sorpresa. El president los hab¨ªa calificado de ¡°ciudadanos comprometidos con la sociedad¡±. Frente a Torra, la l¨ªder de Ciudadanos, Lorena Rold¨¢n, se present¨® en el atril del Parlament con una fotograf¨ªa de un guardia civil llevando en brazos a una ni?a herida tras el atentado etarra del 29 de mayo 1991 contra la casa cuartel de Vic. Para no decepcionar a la afici¨®n ¡ªa la parte m¨¢s dura del unionismo¡ª, Rold¨¢n acus¨® a Torra de liderar ¡°un comando¡± y lo tach¨® de ¡°peligro p¨²blico¡±. La dirigente catalana de Ciudadanos se alineaba de esta manera con su l¨ªder, Albert Rivera, quien sincronizadamente se encontraba en Vic, anticipando la pieza de oratoria que repetir¨ªa su disc¨ªpula. La de Rivera es una doctrina previsible y resultona: consiste en acusar de c¨®mplices y amigos de ETA a todos sus enemigos y rivales pol¨ªticos y al tiempo predicar la unidad de Espa?a en base a su adoraci¨®n perpetua al art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n.

Con ese guion, el debate fue todo menos lo que deb¨ªa ser. Tuvo como colof¨®n los gritos de ¡°Llibertat!¡± desde el esca?o por parte nada menos que del president y el abandono airado de los diputados de Ciudadanos del hemiciclo. En ese eterno bucle y soliviantado por el ingreso en prisi¨®n de los integrantes de los CDR, el independentismo volvi¨® a optar por el ox¨ªmoron de la ¡°desobediencia institucional¡±, aprob¨® pedir la retirada de la Guardia Civil de Catalu?a y la amnist¨ªa.

Las pasiones a flor de piel hacen de estos unos tiempos propicios para patriotas. La ret¨®rica no cuesta dinero. La inacci¨®n en pol¨ªticas sociales del Gobierno de Torra tiene su correlato en la falta de iniciativa pol¨ªtica del primer partido de Catalu?a, Ciudadanos. Sacan en procesi¨®n las simbolog¨ªas nacionales respectivas en cuanto pueden. Enzarzados en asuntos del coraz¨®n ¡ªque a la raz¨®n le cuestan de entender¡ª, dibujan y colorean con banderas una realidad que sigue siendo dura para quienes padecen las consecuencias de la crisis. Hablan mucho y hacen poco para paliar la situaci¨®n de los m¨¢s vulnerables.

Pero no hay que dejar que la realidad estropee un buen titular. As¨ª que en su discurso del Debate de Pol¨ªtica General, Torra maquill¨® descaradamente los datos sobre listas de espera en sanidad, el n¨²mero de beneficiarios de la Renta Garantizada de Ciudadania (RGC) o la situaci¨®n de las universidades catalanas. A la historia pasar¨¢ su grito de ¡°Llibertat!¡± y la imagen de la l¨ªder de Ciudadanos mostrando al hemiciclo la foto del atentado terrorista de Vic. El caso es que entre tanta emergencia patri¨®tica, en la C¨¢mara eran inaudibles los lemas que coreaban los manifestantes a favor de la Renta Garantizada de Ciudadan¨ªa en el exterior. Habitualmente, las protestas ante el Parlament suelen celebrarse frente a la puerta de la C¨¢mara, detr¨¢s de las vallas. Pero el mi¨¦rcoles no fue as¨ª. Los Mossos situaron a los manifestantes junto al instituto Verdaguer, al otro lado de la plaza de ese gran patricio que fue Joan Fiveller, bien lejos de la C¨¢mara.

Los concentrados lamentaban el torpedeo burocr¨¢tico constante por parte del Gobierno catal¨¢n de la ley de la RGC: el Ejecutivo de Torra racanea todo cuanto puede un derecho subjetivo, es decir, no sujeto a disponibilidad presupuestaria. Con una pobreza severa que la propia Generalitat estimaba en 2018 en 494.000 personas, esta prestaci¨®n social solo alcanzaba a 124.427 ciudadanos en agosto de 2019, incluyendo 48.379 personas con complemento de pensiones. Pero lo importante es alardear de que el pa¨ªs funciona. Mientras la trastienda est¨¢ en llamas burocr¨¢ticas, se saca pecho con el Identicat, que sarc¨¢sticamente permite realizar tr¨¢mites kafkianos con el aval de la administraci¨®n catalana. O se propone a beneficio de inventario un ¡°indicativo¡± salario m¨ªnimo interprofesional catal¨¢n. En realidad, se viste la identidad patri¨®tica mientras se desnuda la pol¨ªtica social. En sanidad, educaci¨®n y servicios sociales lo invertido actualmente es un 20% inferior a 2009. Tiempos de muchas certezas y de pocas pol¨ªticas sociales.