La rendici¨®n de los ¨²ltimos vecinos de La Gasolinera
Los personas que cuidaban el huerto del espacio colectivo del distrito de Salamanca lo dejan por las trabas del Ayuntamiento
Los ¨²ltimos de La Gasolinera se van. Se rinden. La administraci¨®n capitaneada por Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez Almeida ha ganado. Los vecinos que se resist¨ªan a perder el espacio para organizar actividades culturales, por tanto, aceptan su derrota. Como si fuera un partido de f¨²tbol, no ha habido sorpresas, ni remontadas hist¨®ricas. David no ha vencido a Goliat: el concejal del distrito, liderado por el PP, lleg¨® tras el cambio de Gobierno, el pasado mayo, y se qued¨® la llave que abr¨ªa el lugar. Y no hubo m¨¢s que hablar. ¡°Con todo el dolor de nuestra alma hemos decidido dejarlo¡±, lamenta ?ngel Garc¨ªa, 74 a?os, creyente a pies juntillas del movimiento asociativo y todo lo que va unido a ¨¦l. ?l era una de las ocho personas que todav¨ªa acud¨ªa al antiguo espacio vecinal del distrito de Salamanca a cuidar del huerto urbano que construyeron hace casi tres a?os y que alimentaba desde entonces a base de tiempo, mimos y cuidados terrenales. Pero las plantas, sin todo eso, se han muerto en su mayor¨ªa. Y con ellas, los ¨²ltimos supervivientes de La Gasolinera se retiran. El concejal Jos¨¦ Fern¨¢ndez S¨¢nchez muestra ahora su sorpresa: ¡°No sab¨ªa que quer¨ªan entrar. Que lo hubieran dicho¡±.
?El huerto de La Gasolinera era el ¨²ltimo s¨ªmbolo de un lugar que los vecinos se empe?aron en mantener vivo a base de conciertos solidarios, proyecciones de pel¨ªculas en un cine de verano, organizaciones deportivas, el mercado agroecol¨®gico o el huerto natural. Con sus tomates, sus berenjenas y sus plantas arom¨¢ticas. Todo val¨ªa para hacer pi?a y conocer algo mejor al que viv¨ªa al lado. ¡°Aqu¨ª no habl¨¢bamos de afiliaciones pol¨ªticas, de verdad que no. Se trataba de hacer comunidad, de conocerse, de asociarse y de vivir. Cuando a mis 74 a?os o¨ª que ¨ªbamos a organizar un cine de verano me emocion¨¦, porque me traslad¨¦ a mi infancia, a otra ¨¦poca. Y cuando se pens¨® en el huerto, obviamente estuve ah¨ª de los primeros¡±. Habla Garc¨ªa dolido porque siente que el nuevo Gobierno no ha entendido ese esp¨ªritu, sino otro m¨¢s peligroso en el que no se siente representado. ¡°Nos han tratado como a terroristas. Parec¨ªamos okupas, pero okupas peligrosos. Ya ves qu¨¦ problema hay con que haya personas preocupadas en cuidar unos tomates¡±.
?l ten¨ªa cierta experiencia en horticultura porque ya hab¨ªa tenido dos huertos alquilados a las afueras de Madrid ¡°como hobby¡±. En La Gasolinera se uni¨® a alg¨²n que otro bi¨®logo, alg¨²n ingeniero agr¨®nomo, aficionados como ¨¦l y gente que no ten¨ªa ni idea de lo que era un huerto pero quer¨ªa aprender. Se organizaron y vieron crecer plantas que germinaban en el centro de Madrid, como s¨ªmbolo de que algo estaba vivo, m¨¢s all¨¢ de los vegetales. ¡°Luego hemos dado charlas a chavales de colegios que han venido, a ni?os en situaci¨®n desfavorecida de C¨¢ritas o personas que simplemente quer¨ªan acercarse a conocer¡±, cuenta.
El peque?o huerto est¨¢ situado en esta parcela de unos 150 metros cuadrados al aire libre del barrio de la Guindalera que hace a?os perteneci¨® a una gasolinera de verdad, de ah¨ª el nombre posterior que le pusieron los vecinos. Cerrada por cuestiones legales, el lugar qued¨® desierto, abandonado y cercado por vallas. Hasta que los vecinos propusieron en 2016 a la junta del distrito remodelarlo, reconvertirlo, darle un uso vecinal. Aquello cost¨® 100.000 euros. ¡°Nos hicieron caso, lo adecentaron y nos dejaron liderar las actividades que se hac¨ªan ah¨ª, siempre pasando por la aprobaci¨®n de la junta a trav¨¦s de los foros locales. Si algo pod¨ªa provocar mucho ruido, por ejemplo, y no nos daban permiso, pues nada, no se hac¨ªa¡±, explica Jes¨²s Moreno, arquitecto de profesi¨®n que pertenec¨ªa a la antigua organizaci¨®n vecinal.
Ya antes de que llegaran las elecciones municipales que se celebraron el 26 de mayo, algunos integrantes de La Gasolinera avecinaron un cambio de color en las urnas. ¡°Pensamos que si cambiaba el gobierno nos afectar¨ªa como colectivo, y decidimos crear una asociaci¨®n vecinal¡±, explica Marisa San Jos¨¦. Hasta ese momento, se hab¨ªan organizado de manera asamblearia, pero se prepararon para modificar su estatus, por si era necesario.
Lleg¨® el PP y con ¨¦l, el concejal Jos¨¦ Fern¨¢ndez S¨¢nchez tom¨® las riendas del distrito de Salamanca y del de Centro. Y los vecinos de La Gasolinera comprobaron que el cambio que hab¨ªan presagiado s¨ª era necesario, ya que les instaron precisamente a eso, a inscribirse como asociaci¨®n si quer¨ªan ser escuchados. La pol¨ªtica de toda la vida regresaba.
A finales de junio, el centro ya cambi¨® de aires. Primero se suspendi¨® un concierto solidario con los refugiados ¡°con la comida y bebida compradas¡±. Aquello indign¨® a los vecinos, que salieron a protestar por la decisi¨®n. Despu¨¦s pintaron de blanco el mural rojo de la entrada que simbolizaba el esp¨ªritu vecinal del espacio, limpiaron los papeles del tabl¨®n de anuncios y se quedaron con las llaves del recinto porque no estaba ¡°ni legalizado, ni habilitado¡±, seg¨²n dijo la concejal¨ªa. Y cambiaron la cerradura. El espacio se vaci¨® de actividades. Y tras las primeras protestas, lleg¨® el silencio.
La parcela, aseguraron, servir¨ªa para ampliar una biblioteca.
Ahora, sin embargo, un representante del distrito de Salamanca explica que el espacio de La Gasolinera se utilizar¨¢ para ampliar el Centro Cultural Buenavista, que est¨¢ justo al lado, y el proyecto se ejecutar¨¢ en 2021.
¡°Pens¨¢bamos que el huerto lo manten¨ªa el colegio Natividad Nuestra Se?ora [tambi¨¦n al lado], no los vecinos¡±, explican fuentes del Consistorio. Sin embargo, esa versi¨®n no casa con los correos que se intercambiaron los vecinos con la secretaria del concejal el pasado julio. En ellos le explican los cuidados que siguen realizando a las plantas y le piden las llaves de la verja para poder entrar los fines de semana, ya que los trabajadores del Centro Cultural Buenavista ¡ªdonde custodian las preciadas llaves¡ª les facilitaban la entrada a diario. ¡°Nos dijeron que nos olvid¨¢ramos de tener acceso propio, que eso se hab¨ªa acabado¡±, lamenta Garc¨ªa.
El peligro que supon¨ªa regar tomates se subsan¨® de esa manera. Y muchas de las plantas, con el calor del verano, murieron. Los horticultures se niegan ahora a seguir intent¨¢ndolo ¡°para nada¡±.
De aquellos vecinos de La Gasolinera, unos 50 se asociaron y formaron La Atenea. ¡°Queremos seguir participando y no perder aquello que hab¨ªamos construido¡±, explica San Jos¨¦, presidenta de la nueva asociaci¨®n vecinal. Sin embargo, cuando intentaron participar en la organizaci¨®n de las fiestas del barrio, en el puente del Pilar, les dijeron que no pod¨ªan opinar porque no llevaban constituidos al menos dos a?os, como especifica la normativa. ¡°Van a mirar siempre la letra peque?a para intentar quitarnos de en medio. Parece que tienen miedo de la participaci¨®n vecinal¡±, se queja la presidenta. Pero La Atenea ya ha germinado. Son pocos todav¨ªa, dicen, se pagan un local peque?o y vuelven con ganas de hacerse o¨ªr. La Gasolinera ha claudicado. Pero ya vive en La Atenea.
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