El proceso constituyente chileno en su hora final
El refer¨¦ndum sobre el texto de la nueva Carta Magna aparece como una dram¨¢tica y polarizada elecci¨®n
En los pr¨®ximos d¨ªas Chile confronta uno de los procesos electorales m¨¢s importantes de su historia reciente, el refer¨¦ndum ratificatorio de la propuesta de texto de nueva Constituci¨®n elaborado por la Convenci¨®n. Lo que hasta solo unos meses atr¨¢s se supon¨ªa representar¨ªa un ¡°mero tr¨¢mite¡±, con el que concluir¨ªa el proceso constituyente iniciado en el 20...
En los pr¨®ximos d¨ªas Chile confronta uno de los procesos electorales m¨¢s importantes de su historia reciente, el refer¨¦ndum ratificatorio de la propuesta de texto de nueva Constituci¨®n elaborado por la Convenci¨®n. Lo que hasta solo unos meses atr¨¢s se supon¨ªa representar¨ªa un ¡°mero tr¨¢mite¡±, con el que concluir¨ªa el proceso constituyente iniciado en el 2019, aparece, por el contrario, como una dram¨¢tica, polarizada e incierta elecci¨®n, en que la opci¨®n ¡®Rechazo¡¯ lleva una ventaja en los sondeos de opini¨®n de entre ocho y diez puntos porcentuales (pron¨®sticos que se encuentran, sin embargo, supeditados a cu¨¢ntos millones de ciudadanos que sol¨ªan abstenerse de sufragar acaten la obligatoriedad de hacerlo en esta elecci¨®n, porque el resultado final depender¨¢ en buena medida de qu¨¦ grupos se decidan a votar).
?C¨®mo se explica que un proceso concebido para canalizar institucionalmente la m¨¢s grave conmoci¨®n social y pol¨ªtica en una generaci¨®n (como lo fue el ¡®estallido social¡¯), y que suscit¨® en el refer¨¦ndum que autoriz¨® la sustituci¨®n de la carta impuesta por la dictadura por una nueva un apoyo de un setenta y ocho por ciento del electorado, est¨¦ ahora en riesgo? Y, de confirmarse los resultados que predicen los sondeos de opini¨®n, ?qu¨¦ puede esperarse que ocurra despu¨¦s del 4 de septiembre?
En lo que respecta a la primera pregunta, esto es, la paradoja de que un proceso que comenz¨® con un abrumador respaldo ciudadano, enfrente ahora un desenlace tan incierto, los motivos son variados. Por una parte, es evidente que la conducta de ciertos convencionales constituyentes, especialmente el del que elabor¨® un montaje para fingir padecer de c¨¢ncer con el objetivo de ser electo a la Convenci¨®n, represent¨® un duro golpe para la credibilidad del conjunto de la anterior. Por otra parte, la decisi¨®n de los poderes constituidos de permitir que en la elecci¨®n de los integrantes de la Convenci¨®n pudieran presentarse listas de candidatos independientes, llev¨® a que la anterior tuviera una integraci¨®n ideol¨®gicamente m¨¢s radicalizada que lo que habitual en Chile (puesto que los votantes s¨®lo conoc¨ªan las caracter¨ªsticas profesionales y personales de ese tipo de candidatos, y no su ideolog¨ªa, algo que s¨®lo se conoci¨® luego de elegidos). Adicionalmente, la sobre-representaci¨®n de sectores radicalizados al interior del ente constituyente llev¨® al constante intento de algunos de sus integrantes de desconocer las reglas procedimentales que enmarcaban el rol de la Convenci¨®n (en especial, la que mandataba que cada norma del proyecto de nueva Constituci¨®n fuera adoptada por dos tercios de sus integrantes), lo cual contribuy¨® a erosionar la alta confianza ciudadana que suscit¨® en un principio la Convenci¨®n.
Asimismo, el hecho de que la ¨Creconocidamente conservadora¡ª prensa establecida chilena diera una cobertura desproporcionada a declaraciones incendiarias de segmentos radicales de la Convenci¨®n, y a votaciones provisorias extravagantes (dejando en un segundo plano las cruciales rectificaciones que sectores moderados de la izquierda lograron se incluyeran en las sesiones del Pleno de la Convenci¨®n), contribuy¨® a instalar en vastos segmentos del electorado la impresi¨®n de que el texto de nueva Constituci¨®n que se estaba fraguando era exageradamente innovador (o derechamente inaceptable), algo que, a su vez, contribuy¨® a dar plausibilidad a la masiva difusi¨®n de ¡°fake news¡± en los meses finales del proceso.
As¨ª las cosas, el proceso constituyente chileno se enfrenta a otra paradoja. Mientras que algunos de los m¨¢s importantes especialistas del mundo en materia de derecho constitucional comparado (como Tom Ginsburg, Roberto Gargarella o David Landau) han considerado, fungiendo como observadores imparciales, que el texto sometido a ratificaci¨®n est¨¢ plenamente alineado con los est¨¢ndares democr¨¢tico-constitucionales, quienes se oponen al mismo en Chile han logrado instalar la noci¨®n entre muchos electores de que es un texto extremista y peligroso para la sustentabilidad democr¨¢tica.
En este contexto, la respuesta a la segunda cuesti¨®n planteada es muy dif¨ªcil de contestar. Si al d¨ªa siguiente del plebiscito ratificatorio el pa¨ªs se despierta con el hecho pol¨ªtico de que se ha rechazado un proyecto razonable, y laboriosamente logrado luego de un proceso lleno de obst¨¢culos, nos encontraremos en un escenario sumamente incierto. Con algunos sectores optando por ¨Ca lo sumo¡ª introducir reformas puntuales a la carta fundamental legada por la dictadura militar (ese veintid¨®s por ciento del electorado que en octubre de 2020 vot¨® ¡®Rechazo¡¯ a una nueva Constituci¨®n), y otros pujando por un nuevo proceso cuyos contornos no aparecen claramente configurados, ya que, mientras algunos propician un nuevo refer¨¦ndum para preguntar a los chilenos c¨®mo deber¨¢ elaborarse una nueva propuesta constitucional, otros piensan que eso ser¨ªa innecesario, y que bastar¨ªa con entregar al actual Congreso Nacional la tarea de establecer las reglas del juego de un nuevo proceso. Considerando este complejo contexto, el espectro del empantanamiento no debe descartarse, especialmente considerando que la sombra del estallido social que gatill¨® el proceso que culmina el 4 de septiembre sigue latente, lo que asegura un ambiente caldeado, un contexto que no es especialmente propicio para llegar a acuerdos respecto de un asunto tan trascendental como lo es dotarse de un nuevo pacto constitucional.