C¨®mo logr¨® Kast la mayor¨ªa en una Constituci¨®n que nunca quiso
No hay paradoja en Chile: solo una confusi¨®n entre movilizaci¨®n y representatividad que permiti¨® a la extrema derecha capitalizar en su ¡®no¡¯ y conquistar un 35% de los esca?os en el Consejo Constitucional chileno
La extrema derecha acaba de convertirse en mayor¨ªa en el proceso constitucional chileno. Lo hace siendo el ¨²nico grupo pol¨ªtico significativo que se opuso desde el principio al reemplazo de la Constituci¨®n de Augusto Pinochet (reformada posteriormente para hacerla democr¨¢tica). Muchos miran a Chile desde dentro y desde fuera y se preguntan: ?c¨®mo ha podido suceder esto? ?C¨®mo se explica la paradoja de que un pa¨ªs que en 2019 parec¨ªa movilizado...
La extrema derecha acaba de convertirse en mayor¨ªa en el proceso constitucional chileno. Lo hace siendo el ¨²nico grupo pol¨ªtico significativo que se opuso desde el principio al reemplazo de la Constituci¨®n de Augusto Pinochet (reformada posteriormente para hacerla democr¨¢tica). Muchos miran a Chile desde dentro y desde fuera y se preguntan: ?c¨®mo ha podido suceder esto? ?C¨®mo se explica la paradoja de que un pa¨ªs que en 2019 parec¨ªa movilizado por la izquierda, abrumadoramente a favor de una nueva Carta Magna en ese momento y con un triunfo de esa misma izquierda en las elecciones, termine rechazando un texto constitucional en septiembre pasado y ahora coloque a su principal contradictor al frente del nuevo consejo encargado de proponer un nuevo borrador? La respuesta es que toda la pregunta, la supuesta paradoja, se basa en un espejismo.
Ese espejismo empez¨® con el estallido de 2019. Ese estallido hizo p¨²blico lo que hasta ese momento hab¨ªa sido privado: el profundo descontento de la poblaci¨®n chilena con la marcha de las cosas, la sensaci¨®n de que en el juego de la vida se perd¨ªa con demasiada frecuencia. Entonces varios de sus l¨ªderes, empezando por el propio presidente conservador Sebasti¨¢n Pi?era, consideraron oportuno convertir esa frustraci¨®n en una demanda de cambio de las reglas de juego. Y con eso es con lo que Chile estuvo de acuerdo, con algunas excepciones que en ese momento sonaban a voces minoritarias. Entre ellas, la de Jos¨¦ Antonio Kast: en diciembre de 2019, a 10 meses del plebiscito de entrada que ratificar¨ªa el inicio del proceso constitucional, Kast tuiteaba ¡°Desde el Frente Amplio hasta la UDI, todos coludidos para aprobar una Constituci¨®n ileg¨ªtima, fundada en la violencia. Somos una minor¨ªa en la ¨¦lite, pero junto a millones vamos a decir que no y rechazar una nueva Constituci¨®n que no ayudar¨¢ a resolver las urgencias de Chile¡±.
Con el 78% a favor de una nueva ley suprema en el refer¨¦ndum de octubre de 2020 podr¨ªa parecer que las palabras de Kast estaban fuera de su tiempo. Pero ese 78% merec¨ªa y merece ser recalculado para medir bien la cantidad de chilenos que, un a?o despu¨¦s de las protestas durante el que las diferentes opciones y propuestas de nueva Constituci¨®n se iban haciendo claras, estaban dispuestos a seguir adelante. Resulta que ese d¨ªa casi la mitad de los chilenos con derecho a votar se qued¨® en casa. Es decir: si recalculamos aquel 78% sobre el total de quienes dispon¨ªan de ese derecho, solo 38% pidi¨® expresamente un cambio constitucional en 2020. Esta cifra es importante porque se mantiene como referencia aproximada: en las elecciones que elegir¨ªan a los constituyentes encargados de redactar el primer borrador, en mayo de 2021, participar¨ªa un 43% del total del censo. Y en el plebiscito de salida, que rechaz¨® dicho texto a cierre del a?o pasado, el porcentaje sobre el censo que vot¨® por el s¨ª fue del 32% (38% sobre el 85% que particip¨®).
En plebiscito de salida, a diferencia de los anteriores, votar era obligatorio. Eso revel¨® las preferencias de la mayor¨ªa hasta entonces m¨¢s bien silenciosa sobre el proceso. Y dej¨® a los favorables en los entornos del 30-40% sobre el censo total en edad de votar en los que estaban desde finales de 2020. En este 2023, la suma de las plataformas del centro a la extrema izquierda ha vuelto precisamente a ese mismo entorno.
El fallo de los defensores del proceso resulta evidente a la luz de estos datos: confundieron movilizaci¨®n con representatividad, y al hacerlo le confiaron el futuro del proceso constituyente a un texto escrito por los movilizados, pero que ten¨ªa que ser aprobado por todos. Cada vez que todo Chile vota en pleno y no s¨®lo acude a las urnas una parte del pa¨ªs ¨Ccomo ha sucedido en los dos ¨²ltimos comicios¨C se revela esa confusi¨®n.
Ahora, el nuevo Consejo Constitucional s¨ª cont¨® con obligatoriedad en el voto. Y el resultado fue dram¨¢ticamente distinto al del primero. Ahora bien, la victoria del partido de Kast tampoco est¨¢ fuera de los par¨¢metros esperables: si se compara su votaci¨®n total, o porcentaje sobre el censo, respecto a la primera vuelta de las presidenciales de 2021, las cifras son muy parejas.
Es decir: m¨¢s que un giro ideol¨®gico radical, lo que iluminan estos datos es una capacidad del Partido Republicano de capitalizar en su no de partida. Cuando la nueva constituci¨®n era una cajita vac¨ªa que cada uno pod¨ªa rellenar con sus deseos e ilusiones, ese ¡°no¡± sonaba descolocado: ?por qu¨¦ no querer mejorar? Pero cuando Chile empez¨® a discutir qu¨¦ significaba exactamente mejorar, descartando o priorizando ciertos deseos sobre otros, entonces el no le comenz¨® a sonar mucho m¨¢s razonable a una parte de Chile que termin¨® por resultar mayoritaria. Y as¨ª fue como Kast logr¨® poder de veto sobre una constituci¨®n que nunca quiso.
?Era este resultado inevitable? No, ni siquiera por el lado de la demanda: Chile cuenta con una mayor¨ªa a favor de una modificaci¨®n constitucional dr¨¢stica. Una que vaya m¨¢s all¨¢ de los muchos cambios que se le han hecho a la que est¨¢ en vigor desde 1980. El pulso que Cadem sostuvo hasta agosto de 2022 propon¨ªa a los ciudadanos cuatro opciones en caso de que saliera no en el plebiscito de salida, como sucedi¨®: aplicar el texto tal cual, modificarlo con voto positivo, rechazarlo buscando uno nuevo, o mantener la Constituci¨®n vigente.
Estos datos pueden interpretarse de dos maneras. Desde una perspectiva dicot¨®mica (s¨ª-no), Chile se encuentra dividido en dos mitades similares. Sin embargo, tambi¨¦n se puede deducir que una mayor¨ªa de dos tercios (67%) prefiere una norma diferente a la actual, ya fuera reformado (32%) o completamente reformulado (35%). Y si le sumamos el 12% que quer¨ªa la versi¨®n derrotada antes de que lo fuera, son casi ocho de cada 10 chilenos los que, al menos en ese momento, prefer¨ªan algo distinto al reformado texto pinochetista. El 21% restante se parece al que vot¨® por Kast en la primera vuelta de 2021 donde obtuvo la primera mayor¨ªa, unos comicios totalmente condicionados por el proceso constituyente, y los que ahora han escogido sus candidatos para el nuevo consejo, en una elecci¨®n condicionada por la coyuntura (migraci¨®n, econom¨ªa, seguridad).
En otras palabras: el proceso de elaboraci¨®n de una nueva Constituci¨®n ha quedado efectivamente completamente contaminado por la batalla partidista del d¨ªa a d¨ªa, pero si as¨ª ha sido es porque sus impulsores lo permitieron desde el principio al confundir a los movilizados de su lado con las preferencias colectivas de cambio de las reglas de juego. Ahora el presidente Boric le pide a Kast que no caiga en el mismo error que ellos cayeron, pero el opositor en jefe tiene claros incentivos para ejercer su mayor¨ªa y as¨ª seguir capitalizando en su no hasta 2025.